Sobre la teología del «cómo»

Sobre la teología del «cómo»

Esto quería decir el jesuita padre Sosa cuando hablaba de la grabadora que no existía en los tiempos de Jesús para, así, confirmar las palabras que Él dijo sobre el matrimonio. Toda la filosofía moderna está marcada por el paso del cómo al qué.

En la doctrina de la Iglesia el qué siempre ha tenido el primado sobre el cómo. Los contenidos de las verdades reveladas siempre han ocupado el primer lugar respecto a cómo son conocidos y a cómo son expresados. Cómo se conocen y cómo se expresan depende de qué son, el cómo cognoscitivo y el cómo expresivo debe ser coherente con su realidad y no la determinan. Por poner el ejemplo más famoso: el cómo constituido por la filosofía griega no ha helenizado a la doctrina católica, sino que ha sido la fe católica la que ha cristianizado al helenismo. Cuando Benedicto XVI afirma que el encuentro entre la filosofía griega y el cristianismo fue providencial, quiere decir que en ese caso el qué encontró su justo cómo.

Desde hace un tiempo, en cambio, asistimos a una emancipación del cómo respecto al qué. Primero se ponen los dos al mismo nivel y se afirma que el cómo influye sobre el qué tanto como el qué influye sobre el cómo. Cómo se conoce una cosa influiría en el conocimiento tanto cuanto el contenido conocido. Cómo se dice una cosa es tan importante cuanto el contenido comunicado. Sin embargo, después se supera esta posición de igualdad entre el cómo y el qué y se pasa a decir que el cómo contribuye incluso a constituir el qué, es decir, que los contenidos del conocimiento no tienen una autonomía propia respecto a cómo son conocidos, sino que son dependientes. En resumen, en el qué conocido, quien conoce, conoce también algo de sí mismo, por lo que el qué tal como es en sí mismo sigue siendo incognoscible. Conocemos sólo constructos y no realidades, interpretaciones y no verdades. Esto quería decir el jesuita padre Sosa cuando hablaba de la grabadora que no existía en los tiempos de Jesús para, así, confirmar las palabras que Él dijo sobre el matrimonio. Toda la filosofía moderna está marcada por el paso del cómo al qué. La emancipación del cómo respecto al qué se completa con la subordinación clara del qué al cómo. Hasta el punto de que se habla sólo del cómo y ya no del qué; y a esto lo llaman, con orgullo, el «fin de la metafísica».

Desde un punto de vista teológico esto se llama primado de la pastoral sobre la doctrina; en moral, primado de la conciencia sobre la norma; en metafísica, primado de la existencia sobre la esencia; en epistemología, primado de la hermenéutica sobre la metafísica; en política, primado de la participación sobre los programas.

Desde hace tiempo señalo en La Nuova Bussola Quotidiana este cambio también por parte del magisterio, tanto pontificio como episcopal. Se invita a participar, sin decir cuáles son los contenidos; a acoger, sin concretar con qué objetivo; a integrar, sin que se conozca dónde; a votar, sin que se diga para qué; a dialogar, sin indicar los criterios y los contenidos del diálogo; a acudir, sin decir dónde y por qué; a reparar las grietas, sin analizar quién las ha causado y qué tipo de reparación hay que poner en marcha; a salir, sin decir hacia dónde; a no dejar que nos roben la esperanza, sin decir de qué; a soñar, sin decir el qué.

Esta actitud es contraria a la Doctrina social de la Iglesia y la sobrepasa excluyéndola del discurso, haciendo que sea inútil. De hecho, la Doctrina social de la Iglesia propone principios de reflexión, criterios de juicio y directrices para poner en marcha: el cómo viene en último lugar y está precedido por el qué. Hacer que el qué dependa del cómo quiere decir ser racionalistas, voluntaristas, existencialistas, praxistas, historicistas…, todas ellas posiciones según las cuales una «doctrina» como la que hay en la expresión «Doctrina social de la Iglesia», no existe a no ser que esté determinada estructuralmente por algo que está desplazado en otro lugar respecto a ella.

Este paso del qué al cómo, específico de la nueva teología, es consecuencia de un largo cambio: se remonta a Blondel, al padre Chenu, a Rahner, a Kasper… y a una larga serie de teólogos innovadores. Para todos ellos la teología siempre es un «segundo acto» que viene después del «primer acto» que es la vida, la praxis, la experiencia, la existencia o, como dicen los estudiosos expertos, el «Sitz im Leben«.

La Doctrina social de la Iglesia no puede basarse en este modelo; y es debido a que este modelo es el que prevalece también en el magisterio por lo que la Doctrina social de la Iglesia tiene dificultades.

 

8 comentarios

Néstor
Muy cierto, y es consecuencia del subjetivismo propio de la modernidad. Las cosa son inalcanzables, lo único que nos queda es cómo las conocemos. El problema es, en esa hipótesis, cómo conocemos qué, y cómo podemos decir que conocemos algo. En ambientes eclesiales hay una verdadera histeria con la "comunicación", precisamente cuando menos gente sabe en la Iglesia qué es lo que habría que comunicar. Sobran verbos y faltan sustantivos: compartir (¿qué, veneno, el producto de algún robo?), participar (¿en qué, en algún genocidio?) anunciar (¿qué cosa, la agenda de la ONU?), etc.

Saludos cordiales.
28/02/19 8:29 PM
Nacho
Excelente artículo. En el fondo de todos estos errores está el "dogma" del relativismo que parece ser algo intocable en la sociedad moderna. Y tiene como consecuencia que se pone a la acción por encima de la contemplación. Pero una acción sin contemplación es una acción a ciegas, un viaje sin destino conocido.
28/02/19 9:50 PM
Javidaba
Muchas gracias.
1/03/19 9:31 PM
ricardo
que buen artículo!!!
2/03/19 1:55 AM
Vicente
pasemos del qué al cómo sin perder la fe.
2/03/19 8:47 PM
Vivi
El cómo puesto antes que el qué recorta y aparta lo sobrenatural , y deja lo natural solamente.
5/03/19 10:42 AM
Pablo
La adecuación entre la realidad del objeto cognoscible y el sujeto cognoscente se da en el intelecto existiendo diversos modos o cómos de conocer según los límites del objeto y el sujeto. Alguna relevancia tendrá el cómo sobre el qué para que el modo de expresión permita su manifestación e intelección. La esencia del qué puede quedar oscurecida dependiendo de cómo es conocida. El cómo es una pregunta recurrente en los Evangelios.

La infinitud puede ser una sucesión ilimitada de eventos temporales o una partición sucesiva entre dos límites. He aquí un ejemplo de dos modos de ser: uno en un marco temporal y el otro en uno espacial. El tiempo y el espacio infinitos tienen características propias que sólo comparten cuando el atributo infinitud se torna esencial. En este caso el tiempo sería ilimitado y el espacio delimitado aunque también podría ser inabarcable (sin límites). En ambos casos, infinitos en cuanto incontables pero no en cuanto a ilimitados.

Si leo los escritos de un hombre santo no seré capaz de apropiarme de su contenido tal y como haría si le escuchase o le viese. Lo que nunca podría afirmar es que aquel a quien leo, escucho o veo es una persona distinta cuando lo que leo, escucho o veo coinciden. Cuando no es así, surge la pregunta ¿pero hablamos de la misma persona? Según el cómo pueden no expresarse ciertos accidentes del qué que harían de él un acotador del qué. Por lo tanto, el cómo sí puede determinar el qué cuando ese qué es un particular, ser en act
9/03/19 7:08 PM
Pablo
cómo sí puede determinar el qué cuando ese qué es un particular, ser en acto. De hecho, en las celebraciones sacramentales, el cómo, determina el qué y lo mismo pasa en el proceso inductivo al retirar lo accidental de lo esencial. La indisolubilidad - lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre- se expresa por la mutua aceptación de los cónyuges. El matrimonio es universalmente indisoluble pero es posible que el cómo inste a una declaración de nulidad del qué. El qué y el cómo recorrerían una misma dirección en ambos sentidos, del qué esencial al cómo existencial y del cómo particular al qué esencial. El judaísmo sería el qué del cristianismo y el cristianismo el cómo del judaísmo. Una vez realizado ese cómo daría pie a un nuevo qué potencialmente existente en el anterior. Que a esto se le llame historicismo, idealismo o racionalismo no debería importar, siempre y cuando, estos modos de conocer no pretendan ser un absoluto.
10/03/19 10:53 AM

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