El niño y su ídolo

Y yo pensaba que si Abraham se ha emocionado al ver que su ídolo le alababa en público… ¡cuánto debe emocionarnos a todos nosotros escuchar las palabras de Cristo en el Evangelio: «Os llamo Amigos»! Dios, el Omnipotente, el Creador… quiere ser mi Amigo.

En medio de los videos que suelen llegarme, hubo uno esta semana que me llamó particularmente la atención y que quisiera compartir con ustedes.

Se trata de un niño (Abraham Mateo) que tiene un ídolo (el cantante español David Bustamante). Es tanto su afán en imitarle que acude a un programa de caza talentos en la música a Canal Sur. El chiquillo canta bien; sorprende a todos. Su mirada franca y su cara de buena gente conquistan.

Y por fin, un día deciden darle una sorpresa… cantaría una canción de David Bustamante, estando el cantante cántabro presente. Y esto fue lo que sucedió:

http://www.youtube.com/watch?v=RScQ7A1-hoM

Fue tanta la sorpresa y el cariño que David Bustamante le tomó a Abraham, que volvió continuamente al programa. Pasó de ser el admirado a fan del mismo chico. Con el tiempo, cantaron juntos, se conocieron mucho más, presentaron a sus familias. En este video, por ejemplo, se puede ver el cariño que, ahora, con el paso del tiempo, se tienen mutuamente:

http://www.youtube.com/watch?v=puk0-aTT3hs

No sé cuántos de los lectores se han conmovido con el video. A mí me ha emocionado. ¿Por qué? Porque el encuentro del niño con el cantante español me ha confirmado cómo el ser humano necesita ideales, figuras a quién imitar, cariño.

Y yo pensaba que si Abraham se ha emocionado al ver que su ídolo le alababa en público… ¡cuánto debe emocionarnos a todos nosotros escuchar las palabras de Cristo en el Evangelio: «Os llamo Amigos»! Dios, el Omnipotente, el Creador… quiere ser mi Amigo. ¡Es un misterio profundísimo! Y aparte no sólo lo dice, sino que pone los medios para que eso se lleve a cabo: me crea, muere por mí en la cruz, me da la Eucaristía, me permite encontrarle cada día en mi oración.

Por eso debemos pedirle a Dios que nos enamore cada día, para que, con la fe, le experimentemos; para que nos sintamos amados de tal manera, que no podamos menos que corresponderle. Y de esta manera podremos no sólo emocionarnos y abrazar a Cristo (como el bueno de Abraham con David Bustamante), sino que cada día podremos ir profundizando en ese abismo insondable de amor que es el Corazón de un Dios que todos los días te llama: ¡Amigo!

 

P. Juan Antonio Ruiz, sacerdote, LC

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