(Luis Fernando Pérez/InfoCatólica) Benedicto XVI ha mantenido un breve y emotivo encuentro con jóvenes enfermos en el Instituto de San José, a cargo de los Hermanos de San Juan de Dios. El cardenal Rouco ha tomado la palabra para asegurar que “la visita del Santo Padre, sus palabras alentadoras y su bendición, les llegan en un momento delicado y, por ello, extraordinariamente oportuno. Un momento en el que el Evangelio de la Vida no es comprendido por tantos”.
En su intervención, el Papa ha afirmado que “la juventud es la edad en la que la vida se desvela a la persona con toda la riqueza y plenitud de sus potencialidades, impulsando la búsqueda de metas más altas que den sentido a la misma. Por eso, cuando el dolor aparece en el horizonte de una vida joven, quedamos desconcertados y quizá nos preguntemos: ¿Puede seguir siendo grande la vida cuando irrumpe en ella el sufrimiento?”
El Santo Padre ha recordado entonces su encíclica sobre la esperanza cristiana, Spe Salvi: “La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana”.
Dirigiéndos a los enfermos, ha asegurado que ellos testigos que “nos hablan, ante todo, de la dignidad de cada vida humana, creada a imagen de Dios. Ninguna aflicción es capaz de borrar esta impronta divina grabada en lo más profundo del hombre”.
A sus cuidadores el Santo Padre les ha reconocido que su “vida y dedicación proclaman la grandeza a la que está llamado el hombre: compadecerse y acompañar por amor a quien sufre, como ha hecho Dios mismo”. Y ha añadido: “Sois también testigos del bien inmenso que constituye la vida de estos jóvenes para quien está a su lado y para la humanidad entera. De manera misteriosa pero muy real, su presencia suscita en nuestros corazones, frecuentemente endurecidos, una ternura que nos abre a la salvación. Ciertamente, la vida de estos jóvenes cambia el corazón de los hombres y, por ello, estamos agradecidos al Señor por haberlos conocido”.
Por último, Benedicto XVI h a asegurado que “nuestra sociedad, en la que demasiado a menudo se pone en duda la dignidad inestimable de la vida, de cada vida, os necesita: vosotros contribuís decididamente a edificar la civilización del amor. Más aún, sois protagonistas de esta civilización”.
Discurso completo del Papa a en la Fundación Instituto San José