(Agencias/InfoCatólica) El Santo Padre Benedicto XVI conmemoró esta tarde en oración al beato cardenal Alojzije Stepinac, valeroso Pastor, ejemplo de celo apostólico y firmeza cristiana, cuya vida heroica ilumina también hoy a los fieles de las diócesis croatas, sosteniendo así la fe y la vida eclesial. En la catedral de Zagreb, donde se encuentra la tumba del beato Stepinac, y en el marco de la celebración de las Vísperas el Papa resaltó que “los méritos de este inolvidable obispo derivan esencialmente de su fe”
“Precisamente por su firme conciencia cristiana, supo resistir a todo totalitarismo, haciéndose defensor de los judíos, los ortodoxos y todos los perseguidos en el tiempo de la dictadura nazi y fascista, y después, en el período del comunismo, ‘abogado’ de sus fieles, especialmente de tantos sacerdotes perseguidos y asesinados. Sí, llegó a ser ‘abogado’ de Dios en esta tierra, pues defendió tenazmente la verdad y el derecho del hombre a vivir con Dios”.
Como subrayó el Santo Padre “el martirio del beato Alojzije indica el culmen de las violencias cometidas contra la Iglesia durante el terrible periodo de la persecución comunista. Los católicos croatas, y el clero en particular, fueron objeto de vejaciones y abusos sistemáticos, que pretendían destruir la Iglesia católica, comenzando por su más alta Autoridad local”.
Una generación dispuesta a morir antes que traicionar su fe
“Aquel tiempo especialmente duro se caracterizó por una generación de obispos, sacerdotes y religiosos dispuestos a morir por no traicionar a Cristo, a la Iglesia y al Papa. La gente ha visto que los sacerdotes nunca han perdido la fe, la esperanza, la caridad, y así han permanecido siempre unidos. Esta unidad explica lo que humanamente es incomprensible: que un régimen tan duro no haya podido doblegar a la Iglesia”. Y por esta razón “también hoy la Iglesia en Croacia está llamada a permanecer unida para afrontar los desafíos del nuevo contexto social, descubriendo con osadía misionera nuevas vías de evangelización, especialmente al servicio de las jóvenes generaciones”.
En este contexto Benedicto XVI dijo a los obispos: “No dejéis tampoco de ofrecer a los sacerdotes claras directrices espirituales, doctrinales y pastorales. La comunidad eclesial, en efecto, tiene en su seno legítimas diversidades, pero no puede dar un testimonio fiel del Señor si no es en la comunión de sus miembros. Esto exige de vosotros el servicio de la vigilancia, que se ha de ofrecer en el diálogo y con gran amor, pero también con claridad y firmeza”.
El Pontífice retomó las palabras del beato Stepinac, en su homilía en la Solemnidad de san Pedro y san Pablo de 1943, para reafirmar que «Uno de los mayores males de nuestro tiempo es la mediocridad en las cuestiones de fe. No nos hagamos ilusiones… O somos católicos o no lo somos. Si lo somos, es preciso que se manifieste en todos los campos de nuestra vida»
“La enseñanza moral de la Iglesia, que hoy frecuentemente no es entendida, no se puede desvincular del Evangelio. Corresponde precisamente a los Pastores proponerlo autorizadamente a los fieles, para ayudarlos a valorar sus responsabilidades personales, la armonía entre sus decisiones y las exigencias de la fe. De este modo, se avanzará en ese ‘cambio cultural’ necesario para promover una cultura de la vida y una sociedad a medida del hombre”.
A los sacerdotes y a los consagrados
Dirigiéndose a los sacerdotes y especialmente a los párrocos y ante la importancia y la multiplicidad de sus tareas, el Papa les ha exhortado a no desalentarse “en una época en la que la escasez de presbíteros comienza a percibirse seriamente”. Y a sus hermanos en el episcopado y en el presbiterado, el Papa les ha pedido que ofrezcan a “los jóvenes de los seminarios y los noviciados una formación equilibrada, que los prepare para un ministerio bien insertado en la sociedad de nuestro tiempo, gracias a la profundidad de su vida espiritual y a la seriedad de sus estudios”.
A los consagrados, Benedicto XVI les recordó su “misión de testimoniar en cada época ‘la forma de vida que Jesús, supremo consagrado y misionero del Padre para su Reino, abrazó y propuso a los discípulos que lo seguían’ y les alentó a “que Dios sea siempre vuestra única riqueza: dejaos plasmar por Él para hacer visible al hombre de hoy, sediento de valores verdaderos, la santidad, la verdad, el amor del Padre celestial”
Tras las Vísperas, el Papa visitó la tumba del cardenal croata Alojzije Stepinac (1898-1960) fue juzgado y condenado por el régimen comunista yugoslavo del general Josip Broz "Tito" acusado de colaborar con los nazis. El 14 de febrero de 1992, el Parlamento croata le rehabilitó y el el 3 de octubre de 1998, en el santuario mariano de Marija Bistrica, Juan Pablo II le beatificó. La Iglesia le considera un mártir que falleció a consecuencia de los malos tratos sufridos durante el proceso al que fue sometido en octubre de 1946, por los cinco años de trabajos forzados y los nueve de arresto domiciliario en su Krasic natal.
Despedida en el aeropuerto de Zagreb
El pontífice fue despedido en el aeropuerto de Zagreb por la cúpula del Estado, encabezada por su presidente, Ivo Josipovic, y los máximos representantes de la Iglesia católica croata, a cuyo frente estaba el arzobispo de Zagreb, Josip Bozanic.
Debido a la tormenta con mucho aparato de truenos y lluvia, tanto el Papa como Josipovic omitieron el aeropuerto capitalino el discurso final que debían pronunciar ambos al terminar la estancia de dos días del pontífice en Croacia. El papa viajaba en un avión de “Croatia Airlines” llamado “Dubrovnik” , que salió con un retraso de unos 45 minutos hora sobre el horario previsto, y que había sido preparado especialmente para el viaje.