Consejo a sus ex-alumnos al terminar su reunión anual: dar a quien no puede restituir

Benedicto XVI recuerda que Dios nos invita a su mesa siendo «cojos, ciegos y sordos»

Constatando que con frecuencia se vive según un «estilo pagano», Benedicto XVI ha invitado a forjar la propia vida siguiendo otro camino, «el estilo de Dios». Fue la exhortación que dirigió al inicio de la misa que presidió este domingo, en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo, con motivo del encuentro anual de sus antiguos alumnos, el Ratzinger Schülerkreis, que se celebró del 27 al 30 de agosto.

(RV/InfoCatólica) El Ratzinger Schülerkreis de este año se concentró en el tema de la interpretación del Concilio Vaticano II. Los participantes fueron unos cuarenta, todos ellos antiguos alumnos del profesor Ratzinger, que presentaron con él sus tesis de doctorado en los años en que era profesor en universidades de Alemania.

El Papa se refirió al inicio de la eucaristía al evangelio del domingo, que hacía referencia a quienes buscan el primer puesto en los banquetes, recordando que en este pasaje “el Señor nos da a comprender que en realidad seguimos viviendo según el estilo de los paganos: invitamos por reciprocidad sólo a quien devolverá la invitación, damos sólo si se nos restiturá”. 

Pedir perdón por nuestras culpas y dar sin esperar devolución

“El estilo de Dios es diferente”, subrayó. “Nos invita a su mesa a nosotros, que somos cojos, ciegos y sordos; nos invita a nosotros que no tenemos nada que darle”. El estilo divino, constató, se experimenta sobre todo en la Eucaristía, durante la cual se nos llama a dejarnos tocar por la gratitud hacia Dios, que nos invita a su mesa, a pesar de que estamos llenos de culpas.

“Pero queremos aprender también a experimentar la culpa de que salimos demasiado poco del estilo pagano, porque vivimos muy poco la novedad, el estilo de Dios”, observó Benedicto XVI. “Y por esto comenzamos la santa misa pidiendo perdón: un perdón que nos cambie, que nos haga más semejantes a Dios, a su imagen y semejanza”. 

En la homilía de la misa, el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena y uno de los antiguos alumnos del profesor Ratzinger, subrayó la importancia de la humildad que “transforma los insultos en una gracia”.  “Gracias, Santo Padre, porque usted encarna para nosotros la actitud de Cristo, que es manso y humilde de corazón”, exclamo. “¿No es algo maravilloso de la fe cristiana y de la experiencia cristiana la alegría por el hecho de que los parámetros del Cielo son tan diferentes de los nuestros”. 

1 comentario

Ana
Todos somos ciegos, cojos. A ver si lo recordamos y no solo vemos la ceguera y la cojera de los demás
31/08/10 11:19 PM

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