(Agencias/InfoCatólica) Las declaraciones del cardenal Rubiano tuvieron lugar después de la ceremonia en la que los 90 obispos y arzobispos del país se despidieron de él tras el nombramiento como nuevo arzobispo de Bogotá de monseñor Rubén Salazar Gómez.
“Todos los colombianos vemos el esfuerzo que hacen el Gobierno y las Fuerzas Militares, hombres colombianos, hermanos nuestros, que están jugándose la vida tratando de que la guerrilla no siga haciendo tanto daño”, apuntó el purpurado.
El cardenal calificó la demanda de sin sentido ni razón “porque no fue el Gobierno que la secuestro y el Gobierno hizo todo lo posible para ayudarla”. Terminó con un mensaje a la ex candidata presidencial: “Déle gracias a Dios que está liberada en lugar de estar allá todavía”.
Solicita 6 millones de dólares por los daños y perjuicios sufridos en su secuestro
Ingrid Betancourt, que se encuentra en Francia desde el año 2008, escribiendo un libro por el que recibirá cerca de siete millones de dólares, quiere demandar al Estado colombiano por los daños y perjuicios sufridos durante su cautiverio en manos de las FARC, que la mantuvo secuestrada seis años. Betancourt pide como indemnización cerca de seis millones de dólares.
La solicitud, que será presentada ante el Ministerio de Defensa en los próximos días, estaría sustentada en que el día de su secuestro, en febrero de 2002, varios oficiales del Ejército le habían garantizado que no sucedería nada y que no corría peligro.
Manifestó el mismo dolor por ver muerto a un guerrillero o a un soldado
En un debate que tuvo lugar antes de las elecciones presidenciales a las que era candidata Ingrid Betancourt antes de ser secuestrada, la política colombiana criticó duramente la intervención de Pablo Victoria, por entonces congresista del partido conservador, quien había manifestado su apoyo al ejército y había solicitado medidas extraordinarias para conjurar el peligro de la guerrilla.
Cuando Ingrid tomó la palabra, dirigiéndose al senador, le llamó fascista por las medidas de orden público que proponía y criticó a los militares, cuyos dirigentes asistían al debate. Les llamó generales de escritorio que engordaban a la sombra de los cócteles, las prebendas, la corrupción, las torturas y la violación de los derechos humanos; aseguró que a ella le causaba el mismo dolor ver a un guerrillero muerto que a un soldado de la patria.