(Agencias/InfoCatólica) Ante el ritmo de vida cada vez más apremiante y un contexto cultural que, a menudo llega a poner en tela de juicio, incluso, la dignidad de la persona y el significado de la verdad y del bien, el Papa afirmó que "no podemos ceder al desaliento y a la resignación" y recordó que "educar nunca fue algo fácil".
"La sed que los jóvenes llevan en el corazón es un pedido de significado y de relaciones humanas auténticas, que los ayude a no sentirse solos ante los desafíos de la vida", aseguró el Santo Padre, quien recordó que "la transmisión de la fe es parte irrenunciable de la formación integral de la persona, porque en Jesucristo se realiza el proyecto de una vida lograda".
Una vez más, Benedicto XVI hizo hincapié en que "el encuentro personal con Jesús es la clave para percibir la importancia de Dios en la existencia cotidiana, el secreto para consumirla en la caridad fraterna, la condición para volverse a levantar siempre de las caídas y estar impulsados constantemente a la conversión".
No se trata de adecuar el Evangelio al mundo
Exhortando a los obispos italianos a perseverar en el compromiso educativo, con la ayuda del Espíritu Santo y confiando siempre en la juventud –saliendo al encuentro de los jóvenes, también en lo que respecta a las nuevas tecnologías de la comunicación– el Papa señaló que "no se trata de adecuar el Evangelio al mundo, sino de tomar del mismo Evangelio aquella perenne novedad, que consiente en todo tiempo poder encontrar las formas adecuadas para anunciar la Palabra que no pasa, fecundando y sirviendo a la existencia humana".
"Volvamos, pues", exhortó Benedicto XVI, "a proponer a los jóvenes la medida elevada y trascendente de la vida, entendida como vocación: llamados a la vida consagrada al sacerdocio, al matrimonio, que sepan responder con generosidad a la llamada del Señor, porque sólo así sabrán comprender lo que es verdaderamente esencial para cada uno".