(RV/InfoCatólica) Precisamente el evangelista Lucas, tras los cuatro “bienaventurados vosotros”, añade cuatro amonestaciones, porque, como afirma Jesús, las cosas cambiarán, los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos (Lc 13,30).
El Papa explicó que “esta justicia y esta bienaventuranza se realizarán en el ‘Reino de los cielos’, o ‘Reino de Dios’, que se cumplirá al final de los tiempos pero que está ya presente en la historia. Donde los pobres serán consolados y admitidos en el banquete de la vida, allí se manifiesta ahora la justicia de Dios. Éste es el deber que los discípulos del Señor están llamados a desarrollar también en la sociedad actual”.
En este sentido el Santo Padre evocó la visita que realizó al Hostal de Cáritas Romana en la estación central de trenes de Roma Termini. “De corazón -dijo- animo a cuantos trabajan en estas beneméritas instituciones y a cuantos, por todo el mundo, se comprometen gratuitamente en estas obras de justicia y amor”.
El tema de la justicia, que junto al de la bienaventuranza, ha tratado hoy el Pontífice, es precisamente el argumento del Mensaje para la Cuaresma de este año. Por este motivo Benedicto XVI ha hecho entrega ideal a todos de este mensaje, invitando a leerlo y a meditarlo. Porque, como dijo el Papa, “el evangelio de Cristo responde positivamente a la sed de justicia del hombre, pero de forma inesperada y sorprendente”: “Jesús no nos propone una revolución de tipo social y político, sino la del amor, que ya ha realizado con su Cruz y su Resurrección. En ellas se fundan las bienaventuranzas que proponen el nuevo horizonte de justicia inaugurado con la Pascua, gracias al cual podemos llegar a ser justos y construir un mundo mejor”.
Benedicto XVI finalizó su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, invitando a dejarnos guiar por la Virgen María en el camino de la Cuaresma, para “liberarnos de la ilusión de la autosuficiencia, reconocer que necesitamos a Dios, su misericordia, y entrar de este modo en el Reino de justicia, de amor y de paz”.