«Perché è santo» puede ser un superventas

El postulador de la causa de beatificación de Juan Pablo II relata detalles privados de su vida espiritual en un libro

El libro «Perché è santo» («Por qué es santo»), de inminente lanzamiento en las librerías italianas, contiene aspectos desconocidos que permiten aproximarse mejor a la vida humana, espiritual y eclesial de Karol Wojtyla (Juan Pablo II). Un volumen que, con los datos facilitados por el postulador –monseñor Slawomir Oder- de la causa de beatificación del Papa polaco, evidencia, entre otros puntos, que ya en 1989 el entonces pontífice había firmado una carta de renuncia a su ministerio petrino si fuera necesario. La revista «Famiglia Cristiana» ha anticipado, con firma de monseñor Oder, contenidos su libro, que traza los rasgos de un místico devotísimo de la Virgen María, que pasaba horas postrado en tierra orando y que se flagelaba, como mortificación corporal.

(Cope/InfoCatólica) Hombre capaz de perdonar y de reconocer la grandeza del prójimo, Juan Pablo II escribió una carta abierta (a los cuatro meses de su agresión, para su posible lectura en la Audiencia general; misiva inacabada) a quien atentó contra su vida, Ali Agca -fechada el 11 de septiembre de 1981, veinte años antes del atentado de las Torres Gemelas-, y también al padre Pío de Pietrelcina (ya canonizado).  

“Por qué es santo. El verdadero Juan Pablo II contado por el postulador de la causa de beatificación” (Ed. Rizzoli): son 200 páginas escritas por monseñor Oder con el periodista italiano de “Famiglia Cristiana” Saverio Gaeta. 

Apunta Gaeta en la publicación semanal: “`Intentan entenderme desde fuera. Pero sólo se me puede comprender desde dentro´. Cuán cierta era esta confidencia de Juan Pablo II resulta hoy definitivamente claro, después de que la documentación del proceso para su beatificación haya evidenciado aspectos desconocidos, capaces de ofrecer nueva luz” sobre la totalidad de la vida del Papa Wojtyla.  

La revista propone en exclusiva uno de estos documentos inéditos, procedente del libro “Perché è santo”, donde monseñor Oder condensa las miles de páginas de testimonios y escritos recogidos en las tres investigaciones diocesanas –de Roma, Cracovia y Nueva York- que han conducido a la declaración de las virtudes heroicas de Juan Pablo II. 

La anticipación de “Famiglia Cristiana”, con firma de monseñor Oder, relata que, avanzando en su edad, el Papa Wojtyla empezó a reflexionar sobre la oportunidad de presentar su dimisión en caso de manifiesta imposibilidad para cumplir su propio ministerio. Próximo a su 75 cumpleaños (el 18 de mayo de 1995), emprendió una consulta informal con los responsables de la Secretaría de Estado y sus amigos y colaboradores más estrechos, tratando con ellos la posibilidad de aplicarse la norma de Derecho canónico que prevé para los obispos la renuncia de su cargo al alcanzar tal edad.  

Según monseñor Oder, el Papa Juan Pablo II sometió la cuestión al estudio desde el punto de vista histórico y teológico, consultando en particular al entonces cardenal Joseph Ratzinger –prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe-, pero al final se confió a la voluntad de Dios. En síntesis, confirmó cuanto ya había dicho en 1994 al cirujano Gianfranco Fineschi, quien le había intervenido recientemente de su fractura de fémur: “Profesor, tanto usted como yo tenemos una sola elección. Usted me debe atender. Y yo debo sanar. Porque no hay lugar en la Iglesia para un Papa emérito”. 

Así escribió el pontífice un texto en 1994 –confirma monseñor Oder-, destinado probablemente a que se leyera en voz alta (¿al colegio cardenalicio?), dado que sobre algunas palabras está indicado a mano el acento tónico para facilitar la pronunciación”:  

“Ante Dios he reflexionado largamente sobre qué debe hacer el Papa por sí mismo en el momento en que cumpla los 75 años. Al respecto, os confío que, desde que hace dos años se perfiló la posibilidad de que el tumor del que debía ser operado fuera maligno, pensé que el Padre que está en los cielos querría proveer él mismo a resolver anticipadamente el problema”. 

Pero no fue así

Tras haber orado y reflexionado por largo tiempo sobre mis responsabilidades ante Dios, considero un deber seguir las disposiciones a ejemplo de Pablo VI, quien, ante la perspectiva del mismo problema, juzgó que no podía renunciar al mandato apostólico más que en presencia de una enfermedad incurable o de un impedimento tal que obstaculizara el ejercicio de las funciones de Sucesor de Pedro”.

También yo, por lo tanto, tras las huella de mi predecesor, ya he puesto por escrito mi voluntad de renunciar al sagrado y canónico oficio de Romano Pontífice en el caso de enfermedad que se presuma incurable y que impida ejercer (suficientemente) las funciones del ministerio petrino”. ”Fuera de esta hipótesis, advierto como obligación grave de conciencia el deber de seguir desarrollando la tarea a la que Cristo Señor me ha llamado, hasta que él, en los misteriosos designios de su Providencia, quiera”.

Superados los ochenta años, cumplido el Gran Jubileo del 2000, Juan Pablo II se abandonó en las manos de Dios –añade monseñor Oder"-. Como confió en el testamento, “espero que Él me ayude a reconocer hasta cuándo debo continuar este servicio, al que me llamó el 16 de octubre de 1978. Le pido que me llame cuando Él mismo quiera. “En la vida y en la muerte, pertenecemos al Señor... somos del Señor” (Cf. Romanos 14, 8). Espero también que, mientras se me done el cumplimento del servicio petrino en la Iglesia, la Misericordia de Dios me dé las fuerzas necesarias para este servicio”.

 

5 comentarios

Miguel Serrano Cabeza
"devotísimo de la Virgen María, que pasaba horas postrado en tierra orando y que se flagelaba, como mortificación corporal"

Así pues, el Venerable Siervo de Dios, el Papa Juan Pablo II, llamado Magno, nos urge a todos por la vía directa del ejemplo personal a:

1) una intensa devoción personal a Nuestra Señora la Virgen María (y, claro, al rezo diario del Santo Rosario);

2) la oración diaria con tres características:

a) recogimiento físico (postura adecuada, especialmente de rodillas);
b) recogimiento espiritual (en silencio y, si es posible, ante el Santísimo);
c) con gran extensión en el tiempo (oración que NO es intercambiable por otras actividades, por más santas que éstas sean).

3) la mortificación física, incluyendo la flagelación (supongo que también incluye el ayuno, las vigilias y todo el resto de pequeñas mortificaciones tradicionales, sin olvidar el cilicio).

Éste es el modelo de santidad para el "Tertio Millennio Adveniente". A partir de estas bases, que venga el Ecumenismo que haga falta.

ADVENIAT REGNVM TVVM.
27/01/10 11:03 AM
Nova
Según tengo entendido, para que un seglar practique mortificaciones de tipo extraordinario, hay que consultarlo con los sacerdotes, no puede uno autoflagelarse o ponerse cilicios a la ligera.

Espero que en el libro quede claro el sentido de la penitencia de Juan Pablo II, ya que los cristianos no somos masoquistas; nuestros sacrificios deben ir siempre orientados a la salvación de las almas, a ejemplo de Nuestro Señor, que murió en la Cruz con ese fin.

En todo caso, la vida cotidiana trae consigo muchas renuncias, más grandes o más pequeñas, que se pueden ofrecer a Dios y que también son muy útiles para salvar almas. Yo creo que se debe empezar por ahí, antes de meterse en temas de cilicios y cosas por el estilo.

Sobre la importancia de la oración: Nuestro Señor Jesucristo le dijo a Santa Faustina Kowalska que una hora de meditación sobre la Pasión ante el Santísimo expuesto tiene más valor que un año entero de autoflagelaciones a sangre. Ojo al dato, pues.
27/01/10 11:15 AM
Miguel Serrano Cabeza
Nova:

Sería interesante conocer el documento del Magisterio que regula qué es una mortificación "extraordinaria", y qué fiel laico y en qué circunstancias, estando en plenitud de sus capacidad físicas, mentales, civiles y canónicas, peca gravemente aún sin emplear "a la ligera" el cilicio.

Porque "a la ligera", mucho me temo, hasta la "meditación sobre la Pasión ante el Santísimo expuesto", es pecado.

Los actos de piedad, como las vitaminas y las virtudes, se necesitan de forma ordenada para que, como los dedos de la mano, de forma ordenada crezcan.

No es alta teología. Es lo que enseña el r.p. Antonio Royo Marín O.P. en sus libros "Teología para seglares" y "Teología de la perfección cristiana", ambos en la BAC y con ediciones revisadas posteriores al Concilio Vaticano II.

ADVENIAT REGNVM TVVM.
27/01/10 12:50 PM
Nova
D. Miguel:

La expresión "mortificación extraordinaria" es de mi propia cosecha y está muy claro a qué me refiero. Los cilicios, las disciplinas no son moneda de uso corriente en los seglares católicos, ni he oído a ningún Papa, ni Obispo, ni cura, proponer públicamente a los cristianos su uso. Son mortificaciones muy costosas, así que también en ese sentido son extraordinarias, pienso yo.

Después, usted dice no sé qué de pecar gravemente, en un sentido que no termino de entender, la verdad. Si está insinuando que yo he dicho que el uso del cilicio o las disciplinas es pecado grave, entonces usted tiene toneladas de imaginación y una mala baba que causa asombro; porque yo semejante chorrada ni la he insinuado ni siquiera.

Yo he dicho que hay que consultar con un cura estas cosas, por dos razones: Primero, porque el Catecismo de la Iglesia Católica dice, en su análisis del Quinto Mandamiento, que "La vida y la salud física son bienes preciosos confiados por Dios. Debemos cuidar de ellos racionalmente teniendo en cuenta las necesidades de los demás y el bien común" (nº 2288).

Y segundo, porque me parece muy sensato el criterio del Opus Dei, que de estas cosas sabe un rato:

http://www.pontealdia.net/criticas/cilicio.htm

Destaco la última frase:

"En el Opus Dei, siguiendo toda la tradición espiritual de la Iglesia Católica, el uso de las disciplinas, de cilicios y de toda forma de mortificación corporal debe ser moderada por un director espiritual prudente".
27/01/10 10:06 PM
Miguel Serrano Cabeza
Como veo que ha entendido la frase "Los actos de piedad, como las vitaminas y las virtudes, se necesitan de forma ordenada para que, como los dedos de la mano, de forma ordenada crezcan." deduzco que ambos estamos de acuerdo en que:

Ni la oración ni las disciplinas deben usarse a la ligera. Una y otras es preferible que estén sometidas a una guía espiritual.

Un saludo.

ADVENIAT REGNVM TVVM.
28/01/10 12:40 AM

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