Francisco: «Sin justicia no hay paz»

Catequesis sobre la virtud de la justicia

Francisco: «Sin justicia no hay paz»

Durante la audiencia de hoy el Papa ha proseguido con su serie de catequesis sobre los vicios y las virtudes. Después de meses dedicados a los vicios, recientemente pasó a hablar de las virtudes, centrándose hasta ahora en la prudencia, luego en la paciencia y ahora le ha tocado el turno a la justicia.

(InfoCatólica) Tras recordar lo que enseña el Catecismo de la Iglesias sobre dicha virtud, Francisco ha dicho:

«Todos comprendemos que la justicia es fundamental para la convivencia pacífica en la sociedad: un mundo sin leyes que respeten los derechos sería un mundo en el que es imposible vivir, se parecería a una jungla. Sin justicia no hay paz. De hecho, si no se respeta la justicia, se generan conflictos. Sin justicia, se ratifica la ley del fuerte sobre los débiles, y eso no es justo».

El Pontífice ha asegurado que la justicia «no sólo concierne a las salas de los tribunales, sino también a la ética que caracteriza nuestra vida cotidiana. Establece relaciones sinceras con los demás». Y ha advertido:

«Las medias verdades, los discursos sutiles que buscan engañar al prójimo, las reticencias que ocultan las verdaderas intenciones, no son actitudes acordes con la justicia. La persona justa es recta, sencilla y directa, no usa máscaras, se presenta tal como es, dice la verdad».

Francisco ha glosado algunas de las características de la persona justa, entre ellas:

«...rehúye comportamientos nocivos como la calumnia, el falso testimonio, el fraude, la usura, la burla, la deshonestidad. El justo mantiene la palabra dada, devuelve lo que ha recibido prestado, reconoce un salario justo a los trabajadores: la persona que no reconoce el justo salario a los trabajadores, no es justa, es injusta».

Y ha concluido su catequesis diciendo:

«Nadie sabe si en nuestro mundo las personas justas son numerosas o escasas como perlas preciosas. Sin embargo, son personas que atraen gracia y bendiciones tanto sobre sí mismas como sobre el mundo en el que viven. Los justos no son moralistas que se erigen en censores, sino personas rectas que "tienen hambre y sed de justicia" (Mt 5,6), soñadores que custodian en su corazón el deseo de una fraternidad universal. Y de este sueño, especialmente hoy en día, todos tenemos una gran necesidad. Necesitamos ser hombres y mujeres justos, y esto nos hará felices».

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