Éxito de participación en el Congreso «La Iglesia en la Educación: presencia y compromiso»
Apertura del Congreso La Iglesia en la Educación: presencia y compromiso. 24 febrero 2024

Reconocimiento de la riqueza y abundancia de la presencia católica en la vida educativa

Éxito de participación en el Congreso «La Iglesia en la Educación: presencia y compromiso»

Un siglo después de la última reunión a nivel estatal, la Conferencia Episcopal Española impulsó la celebración el pasado fin de semana del Congreso «La Iglesia en la Educación: presencia y compromiso». Un gran evento que reunió en Madrid a 1.200 participantes, comprometidos en todos los ámbitos de la educación católica en España

(CEE/InfoCatólica) El presidente de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, Mons. Alfonso Carrasco, fue el encargado de abrir el Congreso. En sus palabras de bienvenida, reconoció que «estamos impresionados viendo la riqueza y la abundancia de la vida educativa de la Iglesia». ⁦

Después subió al escenario el presidente de la CEE, cardenal Juan José Omella, que en lugar de su mensaje, leyó el mensaje del papa Francisco a los participantes en este encuentro. Antes ello, el cardenal Omella pidió una oración por la salud del Santo Padre, que el sábado había tenido que suspender su agenda por un resfriado. También se rezó por la víctimas del trágico incendio de un edificio en Valencia.

Mañana del 24 de febrero: trabajo por ámbitos temáticos

El programa del 24 de febrero se estructuró siguiendo la metodología de trabajo de la fase previa, en octubre de 2023, en torno a nueve ámbitos temáticos en los que la Iglesia está presente: colegios de ideario cristiano; profesorado de Religión; centros de educación especial; educación no formal; centros de Formación Profesional; universidades; profesorado cristiano; colegios mayores y residencias universitarias; y buenas prácticas de coordinación entre parroquia, familia y escuela.

Así, por la mañana, los participantes en el congreso se agruparon dividiéndose entre  estos ámbitos. En la Fundación Pablo VI estuvieron los del ámbito colegios. En el Palacio de Congresos de IFEMA, el resto de ámbitos.

Para los trabajos por ámbitos, se han programado distintas intervenciones. En total, se contó con más de 20 ponentes procedentes de distintos organismos internacionales como la Federación Internacional de Universidades Católicas, la COMECE, o la red DB Tech Europe que reúne los centros de formación profesional salesianos y sus redes en Europa.

También participaron representantes de distintos ámbitos educativos a nivel nacional y regional, como la Asociación Nacional de Colegios de Educación Especial (ANCEE); el Consejo de Colegios Mayores Universitarios de España; o la Asociación de Centros de FP de Euskadi (HETEL). Además del ámbito universitario, tanto público –Universidad Complutense y Universidad Autónoma– como de ideario cristiano –Universidad Pontificia Comillas o la Universidad Ramon Llull–. Entre los ponentes también había presencias significativas del ámbito religioso diocesano y laical.

Tarde del 24 de febrero: encuentro conjunto en IFEMA

Por la tarde, todos los congresistas se reunieron en el Auditorio de IFEMA, desde las 16.00 hasta las 19.30 horas. Esta parte en común comenzó con tres ponencias a cargo del prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, cardenal José Tolentino de Mendonça; el director del programa de Maestría en política educativa internacional de la Universidad de Harvard, Fernando M. Reimers, que es miembro de la Comisión sobre los Futuros de la Educación de la UNESCO y ha participado en la redacción del informe Reimaginar «Juntos Nuestros Futuros. Un Nuevo Contrato Social Para la Educación», y la catedrática emérita de Historia de la Educación de la Universidad de Sevilla, Consuelo Flecha García. Sus intervenciones presentaron tres miradas de elogio a la Educación, por su contribución a la construcción social y al bien común.

Ponencia del cardenal José Tolentino

El cardenal Tolentino agradeció la invitación a participar en este congreso, valorando el ámbito educativo como una de las misiones más importantes de la Iglesia. Además, ha recalcado el vínculo entre evangelización y educación: «la educación es un mandato, viene de lejos y nos conduce hacia el futuro».

En su ponencia ha elogiado la extraordinaria e importante presencia mundial de la Iglesia en el campo de la educación sin olvidar la Declaración Gravissimum Educationis, del Concilio Vaticano II, que recuerda: «Todos los hombres, de cualquier raza, condición y edad, en cuanto participantes de la dignidad de la persona, tienen el derecho inalienable de una educación» (n.1). Así pues, para el ser humano, la educación es un derecho. Para la Iglesia, para el ser humano, la educación es un deber.

Con respecto al debate actual sobre temas de educación, ha asegurado que en los últimos años hemos asistido a un resurgir de la atención hacia el ámbito educativo. Resaltó que el diagnóstico que hacen pedagogos, psicólogos y psiquiatras de la población infantil y juvenil es de una generación herida: «No podemos pensar que el mundo precario en el que vivimos no contamina el ánimo de los jóvenes. Contamina, asusta y enferma, como lo demuestra claramente el aumento de los problemas de salud mental entre la población escolar». 

Durante su presentación, el cardenal Tolentino ha enumerado las dos propuestas educativas de mayor importancia a nivel internacional: la del Pacto Educativo Global (GCE) del Papa Francisco y la del Nuevo Contrato Social para la Educación de la UNESCO. Ambas, según Tolentino, se basan en los principios de cooperación y solidaridad, la atención a la ecología, la valorización de los docentes, la inclusión, la equidad y la implicación de todos en la construcción del futuro de la educación.

En un contexto de emergencia, el cardenal Tolentino ha invitado a educar para la fraternidad tal y como también señala el papa Francisco. Una de estas emergencias se refiere al cierre o alienación de varias escuelas católicas debido a diversas dificultades. Entre ellas, destaca, la feroz competencia que existe en el ámbito educativo «el cual es visto por los grandes fondos económicos como una actividad rentable o lucrativa».

Entre los retos futuros, el cardenal Tolentino ha nombrado a la inteligencia artificial. Además, ha resaltado el llamamiento a los líderes mundiales que ha realizado el papa Francisco para que se firme un tratado internacional. En este sentido, ha insistido en que tenemos que trabajar para que la IA se convierta en las escuelas y en las universidades, no en un colapso del sistema, sino en una oportunidad para reforzar la dignidad humana y la fraternidad. «El ser humano debe ocupar el centro y debe seguir teniendo la tutela. No hay educación sin el encuentro entre las personas».

Finalmente, el cardenal Tolentino ha mirado al futuro de la educación: «no tengamos miedo de unir a todos los actores sociales en torno a una causa común como es la educación. Hagámoslo también nosotros. Asumiendo la tarea educativa, no sólo estamos gestionando el tráfico de piedras de un lugar a otro, sin que juntos estamos construyendo una catedral, ha concluido.

Ponencia de Fernando M. Reimers

El profesor Reimers ha agradecido la invitación a participar en este congreso sobre la presencia de la Iglesia en la educación que valora como una magnífica oportunidad para contemplarla en su conjunto y explorar posibilidades de mejora a partir de la propia experiencia. Ha vinculado la educación con la necesaria formación integral en la que ha reclamado un lugar esencial para los derechos humanos; entre los fines de la educación ha destacado el necesario desarrollo de las competencias y valores que posibilitan a los estudiantes «convertirse en arquitectos de su propia vida y contribuir responsablemente al mejoramiento de las comunidades de las que forman parte».

En su ponencia ha elogiado la educación, desde sus orígenes que ha recordado, tanto en el mundo oriental como occidental. Ha recordado que la primera escuela pública y gratuita abierta a todos fue establecida por José Calasanz, en Italia, también por Juan Bautista de La Salle, en Francia. Desde aquellos inicios de la escuela formal se ha universalizado el derecho a la educación y se ha consolidado como un pilar fundamental en la construcción de sociedades justas y equitativas. 

A la hora de identificar los desafíos contemporáneos de la educación ha valorado y propuesto como referencia la Declaración Universal de los Derechos Humanos y su expresión en los Objetivos de Desarrollo Sostenible indicados en 2015 por las Naciones Unidas, también ha citado el reciente informe de la UNESCO de 2021 sobre los futuros de la educación. Las prioridades de la educación, según estas referencias éticas universales, son superar la pobreza y la exclusión, a la vez que superar los desafíos del cambio climático, la democracia en el mundo y la violencia dentro de las naciones, incluidas las guerras. 

Finalmente, el profesor Reimers ha mirado al futuro y se ha preguntado «¿cómo avanzamos?». Su respuesta, inspirada en la iniciativa mundial de innovación educativa de Harvard, prioriza el valor de la educación integral de los estudiantes. Para ello ha recomendado que los currículos de las naciones incorporen la taxonomía de tres aprendizajes esenciales: cognitivos (conocimientos, creatividad, y capacidad de trabajar con perspectivas diversas), intrapersonales (ética, responsabilidad, autorregulación emocional) e interpersonales (trabajo en equipo, colaboración y liderazgo).

Sin duda, en estos desafíos del futuro de la educación planteado por el profesor de Harvard, los principios y valores propios de la visión cristiana de la vida son una contribución necesaria e insustituible. La aportación de la Iglesia a la educación, junto con otros actores sociales y culturales, son todos imprescindibles para construir la sociedad justa, diversa e inclusiva cuya utopía es ya patrimonio ético de la humanidad.

Ponencia de Consuelo Flecha García

La catedrática emérita de Historia de la Educación en la Universidad de Servilla, Consuelo Flecha García, ha sido la encargada de la tercera y última ponencia, en la que ha hecho una mirada a la Educación desde su historia. Antes de comenzar este repaso, ha tenido un recuerdo para el Primer Congreso Nacional de Educación Católica que se celebró en Madrid hace 100 años, en 1924. La Junta Central de Acción Católica fue la promotora y su propósito «establecer relaciones más estrechas entre todos los elementos que se consagran en España a la noble empresa de la educación católica». Cien años después, «estamos de nuevo en un Congreso sobre la Iglesia en la Educación» pero en una sociedad muy distinta, «cualquiera que sea la variable de análisis que elijamos».

Consuelo Flecha ha hecho memoria del cuándo, para quiénes y por qué, «de unos procesos educativos que nos han traído hasta el hoy de una Iglesia implicada en múltiples espacios educativos con diferentes formas la presencia». Entre otras: «mediante profesorado católico en los distintos niveles de enseñanza y centros de titularidad estatal. Mediante el compromiso institucional de centros católicos, donde, junto a las familias religiosas, hay laicos, profesoras y profesores. Son las presencias con mayor visibilidad. Y mediante la asignatura de religión en las aulas, con el buen hacer de un profesorado capacitado».

Unos procesos educativos en los que hasta finales del siglo XVIII el Estado no comienza a plantearse su papel en el fomento y sostenimiento de la Enseñanza. Pero en el que la presencia eclesial tiene una historia larga, que la ponente ha compartido a grandes trazos. Las instituciones eclesiales articularon una cultura escolar destinada a la alfabetización. Ya en la Alta Edad media, además de la actividad educadora directa, en las escuelas externas de los monasterios se atendía a una población sin otra posibilidad de acceso a recursos culturales. La Iglesia ha estado presente en el nacimiento de las universidades a la vez que las órdenes religiosas crearon instituciones educativas propias. Se iniciaron los colegios femeninos, con enseñanza gratuita. Se atendió, igualmente, a la formación de quienes iban a ser dirigentes ocupando cargos en la sociedad, a la educación de príncipes, como titulaban los manuales.

En la Ilustración, ha señalado la ponente, se da el paso «del antiguo al nuevo régimen». Con cambios «en la visión de la sociedad, la ciencia, la persona, requerían una presencia educadora de la Iglesia que los tuviera en cuenta. Este proceso no se libró de las crisis que produce convivir con grupos que los acogen y promueven, junto a otros que únicamente ve peligros en ellos». Otro cambio fue la implicación Estado en la educación, lo que implicó para los colegios católicos, «asumir los objetivos y condiciones marcados por los gobiernos».

Desde el segundo tercio del siglo XIX, la relación entre Iglesia y Estado se convirtió «en un tema recurrente y no fácil de gestionar». Una secuencia «de logros y de carencias en los intentos de conciliar tradición y modernidad, secularización e identidad nacional, en lo que se invirtió mucha energía y generó demasiados conflictos». En la segunda mitad del siglo XIX y primera década del XX, ha recordado, los colegios católicos se incrementan, con nuevas órdenes religiosas «que se sumaron en la tarea de enseñar». «Se prestó especial atención «al magisterio, cuerpo docente sobre el que recaían distintas influencias, con iniciativas en el mundo católico de apoyo a una formación mejor». Además, muchos de los centros «incorporaron metodologías renovadas, corrientes didácticas surgidas en el extranjero». Avanzando en el siglo XX, se «han vivido etapas muy diferentes desde el punto de vista del contexto sociopolítico, con obligadas adaptaciones, dolorosas unas, satisfactorias otras. Pero en ningún momento faltó la presencia de la Iglesia en la educación. 

En esta larga historia, «hemos de reconocer también, periodos de métodos y procedimientos asentados en la rutina, de programas ajenos a las nuevas ciencias, de posturas desacertadas, pero sin abandonar el horizonte deseado». En unos momentos «se encontraron soluciones a las dificultades, en otros, el paso del tiempo acostumbró a los cambios inevitables». Pero Consuelo Flecha ha terminado su intervención «con la certeza de que no nos falta el ánimo para continuar, aquí y en países donde faltan infraestructuras educativas y personal para cubrir las finalidades formativas básicas. Mucho ánimo para todo ello, sabiendo que todos hemos de cooperar, que cada cual tiene su sitio, su deber y su responsabilidad».

Puesta en común y palabras de clausura de Mons. Carrasco Rouco. Oración y bendición final

Después de las ponencias, fue el momento de la puesta en común, con una espléndida presentación artística de música, danza y video que presentaba a cada uno de los nueve ámbitos, seguida de la intervención de un representante de cada uno de ellos que resumió brevemente las conclusiones del trabajo de estos meses.

A continuación, sirvieron de como colofón a estos meses de trabajo las palabras de Mons. Alfonso Carrasco Rouco, que subió al escenario para agradecer el trabajo de todos los que han hecho posible este congreso: la Comisión, los equipos motores, panelistas, ponentes, delegados diocesanos, y voluntarios.

Este congreso que estamos celebrando juntos, «La Iglesia en la educación», ha explicado, se ha entendido desde el inicio como un acontecimiento. Se sitúa en el horizonte de una vida ya existente y real, que es nuestro verdadero punto de partida, y está pensado con la forma de un encuentro y con la participación como método, para que nos ayude a ser conscientes de nuestra identidad y a asumir en común nuestra misión educativa».

El arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, ha sido el último en tomar la palabra, pero su intervención ha sido para dirigir una pausada y sentida oración junto con el coro de Cruzadas de Santa María, invitando previamente al silencio para dejar que el Espíritu actuara, y terminando con la bendición final.

 

 

1 comentario

Alvar
Lo dije y lo repito, mientras la jerarquía de la Iglesia asuma como propios los objetivos (sociales, políticos, culturales) de sus enemigos, esos que manejan el mundo secular con sus Agendas, seguiremos hundiéndonos en la miseria moral, espiritual, social y económica.
Estos altos potentados de la Iglesia que han pactado con Pedro Sanchez y el PSOE unos objetivos en la Educación de los colegios "católicos", con contenidos falsos, demoníacos, como la ideología del calentamiento global antropogénico, el feminismo, la actitud gay friendly, etc... todo ello plasmado en el documento de la CEE para la Educación en los colegios católicos, estos potentados han traicionado a los católicos de verdad, a sus hijos, y nos han puesto a los pies de los caballos.
Más autocrítica y menos sumisión al papado de turno y a los grupos de presión masónicos. La Iglesia está irreconocible en su entreguismo, su colaboracionismo y su cobardía frente al mundo. Y son nuestros niños quienes pagarán las consecuencias con la condenación eterna. Pero Ay! de los que los han empujado a la perdición, más les vale rectificar a tiempo.
27/02/24 10:04 AM

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