El Papa recibirá a los 84 seminaristas de Madrid el primer sábado de febrero
El cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, saluda al Papa Francisco

Acompañados por el cardenal José Cobo y sus formadores

El Papa recibirá a los 84 seminaristas de Madrid el primer sábado de febrero

El próximo sábado 3 de febrero, los seminaristas de la archidiócesis de Madrid visitarán al Papa Francisco acompañados de su arzobispo, el cardenal José Cobo, y de todo el equipo de formadores del Seminario Conciliar.

(ArchiMadrid/InfoCatólica) Serán 84 seminaristas de Madrid los que tendrán la oportunidad de participar en esta audiencia privada con el Santo Padre que se celebrará en el Palacio Apostólico. Un encuentro que los seminaristas esperan con ilusión ya que, como ha dicho en multitud de ocasiones el Papa Francisco, «se están convirtiendo en pastores a imagen de Jesús el Buen Pastor» para ser como Él «en medio de su rebaño, para alimentar a sus ovejas» y no cabe duda de que «convertirse en buenos pastores a imagen de Jesús es algo muy grande, y nosotros somos muy pequeños».

La última visita que el Seminario madrileño realizó al Pontífice fue hace una década. Se enmarcó dentro del encuentro de Jóvenes en Formación celebrado con ocasión del Año de la Fe, el 6 de julio de 2013, que reunió en el Vaticano a seminaristas, novicios y novicias procedentes de varias partes del mundo. Durante el mismo, Francisco les habló de la necesidad de descubrir «la verdadera alegría», la de «sentirse amados por Dios, la de sentir que para Él no somos números, sino personas, y la de sentir que es Él quien nos llama».

Las cifras del Seminario

En el Seminario Conciliar de Madrid se han formado varias generaciones de sacerdotes «verdaderos testigos y servidores del Evangelio», sin los cuales «no se comprenden muchas de las mejores páginas de la historia de Madrid». Cerca de dos mil sacerdotes ordenados desde 1906 –algunos de ellos declarados santos por la Iglesia o que están a punto de serlo–, veintitrés obispos, diecisiete de sus seminaristas mártires, constituyen la prueba de una fecundidad espiritual y apostólica espléndida.

 

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