(Bullettino Vaticano/InfoCatólica) El Papa, antes del rezo del Ángelus en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María se refirió a cómo la "Llena de gracia" se sorprendió ante el saludo del Ángel, que le manifestaba la predilección de Dios y a la fidelidad de la respuesta de María.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz fiesta!
Hoy, solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Evangelio nos presenta la escena de la Anunciación (cf. Lucas 1, 26-38). Muestra dos actitudes de María que ayudan a comprender cómo custodiaba el don único que recibió: el de un corazón totalmente libre de pecado. Y estas dos actitudes son el asombro ante las obras de Dios y la fidelidad en las cosas sencillas.
Veamos el primero: el asombro. El Ángel dice a María: «Alégrate, llena eres de gracia: el Señor está contigo» (v. 28) y el evangelista Lucas señala que la Virgen «se turbó mucho y se preguntaba qué sentido tendría un saludo como éste» (v. 29). ). Ella queda sorprendida, sorprendida, turbada: se sorprende cuando se siente llamada "llena de gracia". Nuestra Señora es humilde, es decir, llena del amor de Dios. Es una actitud noble: saber sorprenderse ante los dones del Señor, sin darlos nunca por supuestos, apreciar su valor, alegrarse de la confianza y de la ternura que traen consigo. Y es importante también dar testimonio de este asombro ante los demás, hablando con humildad de los dones de Dios, del bien recibido, y no sólo de los problemas cotidianos. [...] Podemos preguntarnos: ¿sé asombrarme por las obras de Dios? ¿A veces me siento asombrado y lo comparto con alguien? [...]
Y llegamos a la segunda actitud: la fidelidad en las cosas sencillas. El Evangelio, antes de la Anunciación, no dice nada sobre María. Nos la presenta como una chica sencilla, aparentemente como muchas otras que vivían en su pueblo. Una joven que, gracias a su sencillez ha mantenido puro aquel Corazón Inmaculado con el que, por gracia de Dios, fue concebida. Y esto también es importante, porque para acoger los grandes dones de Dios es fundamental saber valorar los más cotidianos y menos aparentes.
Precisamente con la fidelidad diaria al bien, Nuestra Señora dejó crecer en ella el don de Dios; así se entrenó a responder al Señor, a decirle "sí" con toda su vida.
Entonces preguntémonos: ¿creo que lo importante, tanto en las situaciones cotidianas como en el camino espiritual, es la fidelidad a Dios? Y, si lo creo, ¿encuentro tiempo para leer el Evangelio, rezar, participar de la Eucaristía y recibir el perdón sacramental, para hacer algún gesto concreto de libre servicio? Esas pequeñas elecciones que se hacen cada día son elecciones decisivas para acoger la presencia del Señor.
Que María Inmaculada nos ayude a asombrarnos de los dones de Dios y a responderle cada día con fiel generosidad.
En los saludos después del rezo, el Papa recordó su visita esta tarde a la Plaza de España, donde está el monumento a la Inmaculada Concepción y exhortó a seguir rezando por la paz.
Esta tarde iré primero a Santa Maria Maggiore y luego a Piazza di Spagna para rezarle a la Virgen. Pido a todos, especialmente a los fieles de Roma, que se unan espiritualmente a mí en estos gestos de entrega a nuestra Madre, rezando en particular por la paz, la paz en Ucrania, la paz en Palestina y en Israel, y en todas las tierras heridas por las guerras. ¡Pedimos paz, que los corazones estén en paz, que haya paz
Y deseo a todos una feliz celebración y un buen camino de Adviento con la guía de la Virgen María.
