(InfoCatólica) El pasado 25 de noviembre, falleció de Gérard Collomb, exalcalde de Lyon (Francia) y antiguo ministro del Interior, como consecuencia de un cáncer de estómago. Resulta sorprendente que, a los múltiples homenajes que ha recibido, se añada un solemne funeral católico, a pesar de que el difunto tuvo una vida abiertamente contraria a las enseñanzas de la Iglesia.
El funeral, de cuerpo presente, se celebró ayer en la catedral de San Juan Bautista y San Esteban de Lyon. Fue presidido por el arzobispo diocesano, Mons. Olivier De Germay, y el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo emérito de la misma diócesis, que tuvo que presentar su dimisión hace tres años a raíz de su gestión de un caso de abusos. Un gran retrato del difunto se colocó en el presbiterio y el Presidente Emmanuel Macron, aliado político de Collomb, y otros políticos famosos aprovecharon para tomar la palabra. La ceremonia fue retransmitida por dos cadenas de televisión.
Es llamativo que se haya celebrado un funeral católico y además con la máxima solemnidad y publicidad posibles, teniendo en cuenta que se trata de algo prohibido por las normas canónicas. En efecto, Gérard Collomb era un conocido miembro de la masonería. Se afilió a una logia parisina del Gran Oriente francés en la década de los ochenta. Como informa ActuLyon, se rodeó de numerosos masones en el ayuntamiento y le gustaba repetir que «en Lyon, cuando la masonería y la Iglesia caminan juntas, la ciudad avanza».
El difunto fue miembro del Partido Socialista durante más de cincuenta años, aunque en las elecciones de 2017 apoyó al partido La República en marcha de Macron. Durante su carrera política defendió públicamente la legalidad del aborto y su financiación por la sanidad pública. «El derecho al aborto es un derecho fundamental de las mujeres, la libertad de disponer de su cuerpo», declaró, por ejemplo, en 2012.
A esto hay que añadir su vida personal, que tampoco estaba conforme con la enseñanza de la Iglesia. Después de casarse con Geneviève Bateau, se divorció dos veces y se unió, sucesivamente con Meriem Nouri y Caroline Rougé. En total tuvo cinco hijos.
La ley canónica establece que «se han de negar las exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento […] a los demás pecadores manifiestos, a quienes no pueden concederse las exequias eclesiásticas sin escándalo público de los fieles» (canon 1184.
Parece evidente que la defensa pública del aborto y multitud de otras leyes inmorales, la pertenencia a la masonería (como señaló recientemente un documento vaticano) y el adulterio público cualifican para entrar dentro de esa categoría de «pecadores manifiestos» y que un funeral como el descrito causan un gran «escándalo público de los fieles». No está claro, sin embargo, cómo influye en estos casos lo indicado en Amoris Laetitia y la práctica del Papa Francisco, que han hecho posible la recepción de la comunión por divorciados vueltos a casar y políticos abortistas como el Presidente Biden.