Misa y procesión en honor a la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid

El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, presidió hoy en la Plaza Mayor de la Madrid la solemne Eucaristía en honor a la Patrona de la capital, la Virgen de la Almudena, que aprovechó para insistir en «la dignidad inviolable de todo ser humano» y recordar que «ninguna instancia de este mundo puede negar o limitar su derecho a la vida». La misa comenzó a las 11.00 horas y contó con la asistencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y del alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz-Gallardón, encargado de renovar el Voto de la Villa.

(Agencias/InfoCatólica) En su homilía, Rouco recordó la “actualidad” de la Virgen de la Almudena para Madrid, que “lleva a los madrileños a reconocer a su Hijo como único posible salvador, con la “consecuencia ética de que a todo hombre, por muy insignificante, minúsculo, enfermo, débil, avejentado que esté, se le debe un respeto personal y social sin condiciones”.

Monseñor Rouco estuvo acompañado por el nuncio de Su Santidad en España, Renzo Fratini; el arzobispo castrense, Juan del Río; los obispos de Alcalá de Henares y Getafe, Juan Antonio Reig Plá y Joaquín M. López de Andújar, respectivamente; así como los obispos auxiliares de Madrid. Asistieron también a la misa, que comenzó a las 11 horas, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y del alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz Gallardón, quien renovó el Voto de la Villa ante la Virgen de La Almudena y apuntó a la crisis económica y al paro como los objetivos a conseguir por todos los madrileños.

“La Virgen de La Almudena ha mantenido y mantiene a los madrileños en el camino de la verdad de Dios y, así, en el camino de la verdad del hombre. De hecho, para los cristianos madrileños, estuvo siempre claro: todo ser humano, desde el momento de su concepción hasta su muerte, es sujeto de una dignidad inviolable, `trascendente! como persona llamada a compartir por adopción la filiación divina”, prosiguió Rouco Varela.

El cardenal arzobispo de Madrid hizo hincapié en que “ninguna instancia de este mundo puede negar o limitar su derecho a la vida, a la integridad física y moral, a la libertad para vivir en consonancia con su vocación de hijo de Dios”, y afirmó que “dar la vida y no quitarla es el primer principio de toda solidaridad humana, que obliga a todos: a los matrimonios, a las madres gestantes, a las familias, a toda la sociedad y al Estado”.

"La actualidad de la Fiesta de La Almudena es también la actualidad de esas dos verdades en la realidad viva del Madrid del año 2009, ya feneciendo: la crisis económica, que llena de angustia a muchos madrileños, ya sean nativos o inmigrantes, y el paro, que condiciona y agrava en no pocas ocasiones las crisis matrimoniales", expresó el arzobispo de Madrid.

Durante la homilía, hizo también referencia a la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) explicando que "los jóvenes de Madrid se encuentran al comienzo del curso académico 2009/2010, en torno a la Cruz de las JMJ, que les fue confiada por Benedicto XVI en el Domingo de Ramos de este año para preparar la JMJ 2011 en Madrid, portándola como peregrinos por toda la geografía madrileña".

Un símbolo que sirve para que "todos los jóvenes madrileños vean dónde está y quién es el que puede iluminar, guiar y acompañar sus vidas si quieren que no fracasen ni ahora ni nunca, ni en el tiempo ni más allá del tiempo: en la eternidad", expresó. Sólo así, "se puede descubrir y practicar fructuosamente la fórmula de vida que despeja y garantiza el camino de la felicidad", dijo.

La celebración de la Eucaristía y la distribución de la comunión, en la que participaron cien seminaristas que repartieron en torno a diez mil comuniones entre los presentes, dió lugar a la procesión con la Patrona de Madrid por las principales calles de la capital hasta la Plaza de La Almudena, donde un grupo de personas animaba a los participantes a través de la megafonía con cantos, preces y oraciones.

La procesión, en la que participaron la Banda de la Policía Municipal, las Casas Regionales y diversas Asociaciones y Congregaciones como la de San Isidro y la Corte de Honor de Santa María la Real de la Almudena, salió de la Plaza Mayor por la calle de la Sal hasta la calle Postas. Luego continuó por Esparteros hasta Mayor y la Puerta del Sol para después girar por Arenal, la Plaza de Isabel II, Vergara, Requena y la calle Bailén hasta desembocar en la Plaza de la Almudena.

Al finalizar la procesión, y antes de introducir a la Virgen en el templo, el cardenal arzobispo de Madrid dirigió unas palabras y rezó una oración que concluyó con el canto del himno de la Patrona de Madrid.

 

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