Peter Seewald critica la definición de la próxima misión del nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe
 como «vaga» y «grotesca»
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Biografo de Benedicto XVI en entrevista

Peter Seewald critica la definición de la próxima misión del nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe como «vaga» y «grotesca»

Seewald critica el reciente nombramiento del nuevo prefecto de Doctrina de la Fe y lo califica como un anuncio de una posible destrucción del legado de Benedicto XVI.

(UCANews/InfoCatólica) En una extensa entrevista otorgada al prestigioso medio austriaco Kath.net, el periodista y escritor Peter Seewald, reconocido como el biógrafo más autorizado de Benedicto XVI, compartió sus reflexiones sobre el Papa emérito. Seewald ha escrito varias obras sobre Benedicto XVI, desde su tiempo como Cardenal hasta su Pontificado, destacando entre ellas «La Sal de la Tierra» y la ampliamente conocida «Luz del Mundo», publicada durante el papado de Benedicto XVI. Su estrecha relación con el Papa alemán lo convierte en una voz influyente en el ámbito católico.

De esa reveladora entrevista, seleccionamos algunos fragmentos destacados:

El entrevistador pregunta si ha sido sorprendente para él ver recientes titulares, como el del Frankfurter Rundschau que afirma «Francisco rompe definitivamente con Benedicto», tras el nombramiento del nuevo prefecto de la Doctrina de la Fe.

«No realmente – responde Seewald. Por un lado, corresponden a los deseos de los medios interesados, por otro lado, se ha observado que el camino del Papa Francisco se vuelve más radical o, digamos, se devela con la edad. Si además se destierra del Vaticano a un colaborador emérito como el arzobispo Georg Gänswein y al mismo tiempo se nombra a un protegido guardián supremo de la fe, cuyas calificaciones para el cargo más importante de la Iglesia Católica parecen dudosas, esto ya es un anuncio».

Seewald expresa sin complejos su postura sobre la manera en que Mons. Víctor Fernández, el nuevo prefecto de Doctrina de la fe, define su próxima misión, afirmando que «el crecimiento armonioso preservará la doctrina cristiana más eficazmente que cualquier mecanismo de control».

«No solo es vago, sino también grotesco en vista de la dramática crisis que atraviesa la Iglesia en Occidente, manifiesta Seewald. El hecho de que el Papa Francisco al mismo tiempo declare que el dicasterio ha ‘utilizado métodos inmorales’ en el pasado debería dar que pensar. ¿Cómo no ver una alusión al ex prefecto de la fe Joseph Ratzinger? Así como un intento de legitimar el cambio de rumbo».

El entrevistado describe el cambio de rumbo como una marcada ruptura, al referirse a él con características distintivas. Menciona que «el nombramiento del futuro prefecto de la fe expresa de manera significativa aquello que los fuertes titulares [de los medios de comunicación] citados al principio quieren significar de destrucción del legado de Benedicto. Si bien Francisco despidió en la primera oportunidad al cardenal Müller, llamado por Benedicto, ahora ocupa este cargo, con su acólito argentino de larga data, alguien que inmediatamente anunció una especie de autodemolición. Él quiere modificar el catecismo, relativizar las afirmaciones de la Biblia, poner en discusión el celibato».

El entrevistado compara el cambio de rumbo con la ruptura de un dique que podría desencadenar una destructiva inundación.

Al biógrafo de Benedicto le preocupan «los últimos desarrollos» hechos por el actual Pontífice que, a su perspectiva, «dejan entrever una verdadera ruptura de dique. Y teniendo en vista el declinio dramático del cristianismo en Europa, eso podría transformarse en una inundación que destruiría aquello que ha aún resistido».

Ante esto, el entrevistador se sorprende y le comenta que dichos términos son «fuertes».

Seewald: «Las últimas noticias del Vaticano me recordaron un ensayo ahora famoso de Georgio Agamben. En su texto sobre el ‘misterio del mal’, el filósofo más discutido de nuestro tiempo implica a Benedicto XVI. Como joven teólogo, Ratzinger habría hecho una vez la distinción, en una interpretación de San Agustín, entre una Iglesia de los infames y una Iglesia de los justos. Desde el principio, la Iglesia ha estado inextricablemente mezclada. Ella es tanto la Iglesia de Cristo como la Iglesia del Anticristo. Existe, sin embargo, según Agamben, la idea del katejón…».

Periodista: «¿Qué quieres decir?».

Seewald: «Refiriéndose a la segunda carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses, esto significa el principio de detenerse. Término que también se interpreta como un ‘impedimento’, para algo o para alguien que retrasa el fin de los tiempos. Según Agamben, Benedicto XVI fue algo así como un ‘tapón’. En este contexto, su dimisión habría provocado inevitablemente una separación entre la Iglesia ‘bella’ y la ‘negra’, ese margen en el que se separa el trigo de la cizaña. Esta es una tesis muy dura. Pero el Papa emérito era aparentemente de la misma opinión. Él debe aún permanecer, ha respondido a mi pregunta de por qué no podía morir. Como memorial del auténtico mensaje de Jesús, como una luz en la montaña».

Peter Seewald define como un «rayar con un trazo de pluma» la anulación del documento Summorum Pontificum ejecutada por el Papa reinante a «uno de los proyectos preferidos de su predecesor»:

«La carta apostólica ‘Summorum Pontificum’ (…) liberalizaba el acceso a la liturgia clásica. Ratzinger quería así pacificar a la Iglesia sin cuestionar la validez de la Misa según el misal romano de 1962. Es en el uso de la liturgia -explicaba- donde se decide el destino de la fe y de la Iglesia. Françisco, por su parte, califica las formas tradicionales de ‘enfermedad nostálgica’. Habría un ‘peligro’ de retroceso en reacción a la modernidad. Como si se pudieran controlar las tendencias, las aspiraciones, las necesidades por decretos de prohibición. Los bolcheviques ya habían intentado en vano hacerlo» afirma con determinación el periodista.

Abordando una vez más el tema del secretario personal de Benedicto, Mons. Georg Gänswein, Seewald mencionó que «la brutalidad y la humillación pública con la que un hombre tan meritorio como Gänswein fue abandonado no tiene precedentes. Incluso no se ha respetado la costumbre de dar una palabra de agradecimiento a un empleado que deja la empresa, como se hace en la más pequeña de las empresas».

«Los medios hablan de un ‘acto de venganza’ contra Gänswein», comentó el periodista.

«¿Pero venganza por qué? – se pregunta Seewald ¿Porque alguien ha dado prueba aquí, respetando la lealtad, no una mentalidad de súbdito, sino esa madurez que siempre reclama Bergoglio? ¿Porque publicó un libro que es importante y necesario en vista de las persistentes tergiversaciones de la obra y la persona del Papa alemán? ¿Un libro en el que Francisco es cualquier cosa menos maltratado? El Papa degradó a Gänswein, pero él estaba hablando de aquel a quién Gänswein representa. Y cuya herencia se quiere dejar de lado, como se dejado de lado a su más cercano colaborador. Para la traducción del libro de Gänswein al alemán, la editorial Herder no pudo utilizar, como de costumbre, traductores del Vaticano, me dijeron en los círculos editoriales. Este trabajo les había sido estrictamente prohibido».

Las últimas declaraciones de Seewald en la entrevista fueron acerca de los efectos que trajo la creación de nuevos cardenales en septiembre:

«Alrededor del 70% de los futuros electores del Papa han sido elevados al cargo por Francisco. ‘A diferencia de sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI’, analizó el observador del Vaticano Ludwig Ring-Eifel de la KNA, ‘Francisco ha llamado ampliamente al colegio de cardenales a hombres que están en su línea teológica’. El colegio cardenalicio se convertiría ‘cada vez más en un reflejo de su pensamiento y de sus orígenes’. Lo que llama la atención no es solo el gran aumento en la proporción de hispanos, sino también la edad de los nuevos portadores de la púrpura. La mayoría de ellos en sus sesenta, deberían influir no solo en el próximo cónclave, sino también en el siguiente. Pero como todos saben, el Espíritu Santo todavía tiene algo que decir. Y muchos de los que se alegran hoy de ver a Francisco barrer el legado de Benedicto podrían llorar amargamente mañana».

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