(Fides/InfoCatólica) En 2017, monseñor Wenceslao Padilla, misionero filipino de la Congregación del Inmaculado Corazón de María (CICM), entonces Prefecto Apostólico de Mongolia, compartió la gratitud que sentía con Dios y su comunidad durante el aniversario número 25 de la nueva evangelización de Mongolia. Estas fueron sus palabras: «El Dios de nuestros padres fue verdaderamente misericordioso y amoroso y ha protegido y guiado cada paso de nuestro viaje de fe y a nuestra pequeña comunidad de creyentes en Mongolia».
Padilla llegó a Mongolia en el año 1992 acompañado de otros dos «misioneros de Scheut», que es el nombre que otorgaban a los los misioneros del CICM por el lugar de origen de la congregación en Bélgica.
Uno de sus cohermanos acompañantes, fue el padre Gilbert Sales, quien describe al monseñor Padilla como «un trabajador incansable en la viña del Señor», y testimonia que durante su labor «dio todo, se entregó sin reservas a la misión evangelizadora en Mongolia, siempre a Dios y haciendo todo lo posible para emprender nuevas obras pastorales y sociales».
El monseñor Padilla ejerció 25 años su labor misionera, un tiempo en el que pudo ser testigo de «la estabilidad de la Iglesia en Mongolia, con su presencia en diferentes distritos, con diferentes parroquias y con servicios socioeducativos para la sociedad. La llegada de misioneros de congregaciones religiosas y de diferentes naciones, la colaboración y la fe de muchos mongoles han ayudado a construir una presencia sólida de la Iglesia en Mongolia».
Después de conmemorar el Jubileo de la Iglesia en Mongolia, Wenceslao Padilla falleció el 25 de septiembre de 2018 en Ulán Bator a los 68 años debido a un infarto. Padilla había sido el líder superior de la Missio sui iuris desde 1992 y durante todo ese tiempo permaneció en el país sin salir de él.
Hoy en día es recordado por su Iglesia local con mucho cariño, pues lo consideran una persona con fe firme y fiel entrega: «Dio lo mejor de sí mismo, entregándose a un pueblo extranjero, en una tierra lejana. Dios se sirvió de él para tocar el corazón de muchas personas en Mongolia», dijo el padre Sales.
Con la transición de Mongolia a un sistema democrático a principios de los años 90, el gobierno de Ulán Bator mostró interés en establecer relaciones diplomáticas con la Santa Sede y solicitó la presencia de misioneros católicos en el país. Fue el 4 de abril de 1992 cuando se formalizaron las relaciones diplomáticas y, poco después, el 10 de julio de ese mismo año, llegó al país el primer grupo de misioneros. Este grupo estaba compuesto por tres miembros de la Congregación del Inmaculado Corazón de María (CICM), entre los cuales se encontraban el padre Wenceslao Padilla, el padre Robert Goessens y el padre Gilbert Sales.
