Francisco: «Sentimos la necesidad de un pacto educativo capaz de unir a las familias, a la escuela y a la sociedad»

El Papa celebra su primera audiencia general tras la operación

Francisco: «Sentimos la necesidad de un pacto educativo capaz de unir a las familias, a la escuela y a la sociedad»

El Papa Francisco celebró hoy su última audiencia general en la Plaza de San Pedro antes del receso estival y la primera desde su operación intestinal. El Pontífice retomó el ciclo de catequesis sobre el celo apostólico, destacando figuras ejemplares de hombres y mujeres que dieron la vida por el Evangelio.

(Aica/InfoCatólica) El testimonio de hoy vino de Oceanía, más precisamente de Australia: santa Mary Mackillop, fundadora de las Hermanas de San José del Sagrado Corazón, que dedicó su vida a la formación intelectual y religiosa de los pobres del campo.

Mary MacKillop nació en las afueras de Melbourne de padres que habían emigrado desde Escocia. Desde muy joven, sintió la llamada de Dios a servirle y a dar testimonio de Él, no sólo con la palabra, sino sobre todo con la vida. Y entendió que la mejor manera de evangelizar su mundo era educar a los jóvenes, conscientes de que la educación católica es una forma de evangelización.

Se dedicó principalmente a los jóvenes pobres que vivían en las periferias, donde nadie más quería ni podía ir. «Y esto, dijo el Papa, es muy importante: en el camino de la santidad, los pobres, los marginados, son los protagonistas y una persona no puede avanzar en la santidad si no se entrega a ellos. Son la presencia del Señor».

Francisco dijo que una vez leyó una frase que lo impresionó, que decía lo siguiente: el protagonista de la historia es el mendigo. «Ellos son los que llaman la atención sobre esta gran injusticia, que es la gran pobreza que hay en el mundo. Se gasta tanto dinero en hacer armas y no en alimentos. Y no olviden: no hay santidad si, de alguna manera u otra, no hay cuidado con los pobres, con los necesitados, con los que están un poco al margen de la sociedad».

Todavía hablando de la santa australiana, el pontífice prosiguió recordando que el 19 de marzo de 1866, día de San José, abrió la primera escuela en un pequeño suburbio. Siguieron muchas otras, incluso en Nueva Zelanda, en las que se invitó a los docentes a acompañar y animar a los alumnos hacia un desarrollo integral de su persona, es decir, sin olvidar la dimensión espiritual.

En efecto, la educación no consiste en llenar la cabeza de ideas, sino en acompañar y animar a los alumnos en el camino del crecimiento humano y espiritual, mostrándoles cuánto la amistad con Jesús ensancha los corazones y hace más humana la vida. Esta visión, dijo el Papa, es de plena actualidad hoy, «cuando sentimos la necesidad de un pacto educativo capaz de unir a las familias, a la escuela y a la sociedad en su conjunto».

El celo de Mary MacKillop por difundir el Evangelio la llevó a emprender otras obras de caridad, como la «Casa de la Providencia», inaugurada en Adelaide para acoger a los ancianos y niños abandonados. De hecho, su secreto fue siempre su fe en la Divina Providencia, su relación continua con el Señor: fue en Dios que encontró la tranquilidad, recuperó el entusiasmo y reavivó su alegría, incluso en medio de las dificultades y los desafíos. Alimentó una confianza especial en la Providencia de Dios en medio de la miríada de problemas financieros y organizativos que tenía que enfrentar cada día.

«A pesar de los muchos problemas», dijo el Papa Francisco, «mantuvo la calma y llevó su cruz con paciencia, como parte esencial de su misión».

El Santo Padre señaló por último que Mary MacKillop aprendió a amar la Cruz de Cristo y encontró su propia manera de responder a las necesidades de su tiempo.

«Que su esfuerzo por formar a los jóvenes nos inspire hoy», oró, «y que su intercesión sostenga el trabajo diario de padres, maestros, catequistas y de todos los educadores, realizado por el bien de los jóvenes y un futuro que sea más humano y lleno de esperanza», concluyó.

 

 

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