Mons. Gänswein se quedó «en shock» cuando Francisco le dejó sin sus ocupaciones como prefecto de la Casa Pontificia
Fotograma de la entrevistas de Monseñor Gänswein con EWTN

Temido y esperado nuevo libro: «Nada más que la verdad: Mi vida al lado del Papa Benedicto XVI

Mons. Gänswein se quedó «en shock» cuando Francisco le dejó sin sus ocupaciones como prefecto de la Casa Pontificia

El que fuera Secretario personal del Papa Emérito publicará un libro a finales de enero con la intención de destapar la calumnias, maniobras y escándalos con los que se intentó mancillar a Benedicto XVI

(Agencias/InfoCatólica) Según informó AP, el secretario personal del Papa Emérito, Georg Gänswein, ha escrito un libro, que en palabras de su editor destapará las «calumnias flagrantes», las «maniobras oscuras», los misterios y los escándalos que mancillaron la reputación de Benedicto XVI.

«Nada más que la verdad: Mi vida al lado del Papa Benedicto XVI» del arzobispo Gänswein será publicado este mes por el sello Piemme del gigante editorial italiano Mondadori, según un comunicado de prensa.

La agencia Europa Press ha tenido acceso al libro y ha adelantado algunos contenidos. Mons. Gänswein causó conmoción al revelar cómo fue recibido por Benedicto XVI el Motu Proprio de Francisco, «Traditionis Custodes», que suponía una enmienda al trabajo del propio Benedicto XVI.

Consecuencias del libro de Sarah con Benedicto XVI que echaba por tierra el «celibato opcional»

El secretario personal del Papa emérito, Georg Gänswein, ha revelado que se quedó «en shock» cuando el Papa Francisco le encargó que dejara a un lado sus ocupaciones como prefecto de la Casa Pontificia para dedicarse a cuidar de Benedicto XVI.

Según el testimonio del secretario personal de Benedicto XVI, tras la polémica por el libro del cardenal Sarah, se reunió con Francisco y este le dijo: «De ahora en adelante, quédate en casa, acompaña a Benedicto, que te necesita».

Sarah sacó un libro tras el Sínodo de la Amazonia con Benedicto XVI, que dinamitó el intento de acabar con el celibato sacerdotal, y desató una campaña contra ambos en altas esferas.

Según Gänswein tras la polémica recibió la indicaión de Franciso y  confiesa que se quedó «en shock y sin palabras». Relata que, cuando trató de replicar, diciéndole a Francisco que lo había estado haciendo durante siete años y que podía continuar haciéndolo, el Papa le respondió que él seguía siendo prefecto pero que, a partir del día siguiente, no volviese a trabajar.

El secretario personal de Benedicto XVI cuenta que respondió, resignado, que no lo entendía ni lo aceptaba humanamente pero que se adaptaría por «obediencia».

De vuelta al monasterio en el que se encontraba Benedicto XVI, recuerda que, al contárselo a Ratzinger, este le dijo, en tono irónico: «Parece que el Papa Francisco ya no se fía de mí y quiere que seas mi guardián».

Gänswein también se refiere en el libro a un episodio que le hizo sentirse «humillado» cuando, según explica, el Papa Francisco le dijo que su presencia no era necesaria en una visita el pasado junio de 2014 a la comunidad de San Egidio.

Según Gänswein, el fundador de la organización católica, Andrea Riccardi, le llamó por teléfono por si él o Benedicto XVI tenían algún problema con ellos porque se había extendido este rumor tras su ausencia.

«A nivel personal me sentí humillado tanto porque no me había aclarado el motivo de su decisión, como porque había hablado con tres personas, por lo que el cotilleo estuvo inmediatamente esparcido por el Vaticano, con interpretaciones de diversa índole», señala.

Asimismo, explica que las continuas comparaciones entre el Papa Francisco y Benedicto XVI «siempre han entristecido Ratzinger, sobre todo cuando el comentario procedía de desde dentro del Vaticano». Así, pone el ejemplo de la decisión del Papa argentino de no vivir en los apartamentos del Palacio Apostólico y mudarse a una habitación más pequeña de Casa Santa Marta.

Gänswein incide en que la decisión de Francisco no puede atribuirse a una «cuestión de ahorrar dinero», ya que, aunque no viva ningún pontífice, sigue siendo atendido desde el punto de vista de la limpieza y la manutención, sino a la «psicología personal» del propio Papa Francisco.

La JMJ de Madrid desencadenó la renuncia

En otro momento del libro, el que fuera su secretario personal revela que fue su viaje a la JMJ de Madrid en 2011 lo que desencadenó las primeras reflexiones acerca de la posibilidad de renunciar al pontificado.

«Era precisamente la cuestión de la participación personal en aquella JMJ lo que desencadenó en él una reflexión que se fue haciendo cada vez más opresiva, sobre la continuación o no de su pontificado», asegura Gänswein.

Así, precisa que durante el encuentro en Cuatro Vientos para la Vigilia y la Misa tuvo la certeza de que un encuentro de este tipo «sin la presencia física del Pontífice habría sido estúpido».

El arzobispo revela que intentó convencerlo de lo contrario diciéndole que gracias a «la conexión de Internet sería posible estar presente constantemente y en tiempo real».

En todo caso, aclara que la decisión de renunciar fue definitiva e irreversible durante el viaje apostólico a México y Cuba, entre el 23 y el 29 de marzo de 2012, sobre todo, después de que tropezase con un felpudo mientras estaba en el baño afeitándose cayéndose de espaldas y golpeándose la cabeza con la repisa de la ducha.

«No se fue del apartamento papal por una cuestión de ahorro»

También el diario ABC revela algunos detalles más, por ejemplo, alguno de los «gestos» de Francisco con los que buscaba una contraposición con su predecesor

Por ejemplo, Gänswein cuestiona la decisión de Francisco de residir en Casa Santa Marta y no en el Palacio Apostólico, igual que sus predecesores. Asegura que «a Benedicto le sorprendió (esta decisión), pero su sabia conclusión fue que, si el Papa no quería, no se le podía obligar».

Al ex secretario le molesta que se diga «que Francisco no quiere el lujo del Palacio apostólico y se conforma con una habitación de hotel». «Sin querer ser polémico» dice que «los espacios personales de los últimos pontífices en el Palacio Apostólico (el despacho, el salón, el dormitorio y el baño) son equivalentes a los que tiene Francisco en Santa Marta». Y además, «para evitar el deterioro del Apartamento papal, éste debe seguir siendo atendido. Por eso, la decisión no es una cuestión de ahorro».

O cuando, recuerda que en septiembre de 2013, cuando se publicó la primera entrevista extensa a Francisco (un diálogo con el jesuita Antonio Spadaro), el Papa envió el texto a Benedicto y le pidió que le comentara sus impresiones. La respuesta de Benedicto fue entusiasta. «La he leído con alegría y consenso completo», escribió. «Me solicita observaciones críticas, pero estoy de acuerdo con todo, aunque en dos puntos querría añadir un aspecto complementario», escribió Benedicto.

Se trataba de comentarios a respuestas de Francisco a preguntas sobre el aborto y la homosexualidad. Respecto a lo primero «estoy completamente de acuerdo con lo que usted responde» sobre evitar «transmitir una multitud de doctrinas desarticuladas». Añade que «habiendo vivido 23 años cerca de Juan Pablo II, soy testigo del modo apasionado de su lucha por la vida, que consideraba el núcleo de su misión junto a la lucha por los derechos humanos».

En cuanto a la homosexualidad, Benedicto le alertaba de «la propaganda» sobre ideología de género, que propone que «el individuo se hace a sí mismo hombre o mujer». «Esta propaganda no es por el bien de las personas homosexuales», escribe Ratzinger. «Muchas personas homosexuales no están de acuerdo con estas manipulaciones y sienten que el problema de su vida se convierte en pretexto para una guerra ideológica».

Con buen humor, escribe a Francisco que está totalmente de acuerdo con que los «problemas de ortodoxia se tratan mejor en el lugar en el que se producen», en referencia a ceder prerrogativas de disciplina a Conferencias episcopales, «pero mi experiencia es que los obispos y las conferencias prefieren pasar esta 'patata caliente' al Vaticano».

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