«Es importante también hoy para nosotros, que no somos monjes»

Catequesis del miércoles: el Papa reitera la importancia del silencio en la vida espiritual

Benedicto XVI centró su catequesis de ayer en san Pedro Damián, evocando la ejemplaridad de la vida y obras de este santo monje y cardenal. El Papa hizo hincapié en la importancia del silencio, puesto que «la íntima unión con Cristo debe implicar no sólo a los monjes, sino a todos los bautizados». Por ello, «hacer silencio en nosotros para escuchar la voz de Dios en la plegaria y la meditación», exhortó el Santo Padre, «es importante también hoy para nosotros, que no somos monjes».

(VIS/RV/InfoCatólica) Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia general de los miércoles a San Pedro Damián (Ravenna, 1007-Faenza, 1072), "monje, amante de la soledad y, a la vez, intrépido hombre de Iglesia, comprometido en primera persona en la obra de fuerte reforma comenzada por los pontífices de su época".

Pedro Damián, que perdió muy pronto a sus padres y fue educado por sus hermanos, tuvo una magnífica formación tanto jurídica como en la cultura clásica y latina. En su juventud se dedicó a la enseñanza y fue autor de grandes obras literarias, pero pronto sintió la llamada a la vida monacal e ingresó en el monasterio de Fonte Avellana. Ese monasterio "estaba dedicado a la Santa Cruz y la Cruz será el misterio cristiano que más fascinará a Pedro Damián", explicó el Papa, manifestando el deseo de que el ejemplo del santo "nos lleve a mirar siempre a la Cruz como al acto de amor supremo de Dios para el hombre, que nos dio la salvación".

Pedro Damián redactó para el desarrollo de la vida monacal "una Regla en la que subraya con firmeza el rigor del monasterio”, prosiguió Benedicto XVI, pues “la vida eremita es para él la cumbre de la vida cristiana, el culmen de los estados de vida, porque el monje libre de los lazos del mundo y del propio yo "recibe el anticipo del Espíritu Santo y su alma se une feliz al esposo celeste". 

El Santo Padre reflexionó sobre la importancia del silencio para escuchar a Dios: “Cristo debe estar en el centro de la vida del monje: ‘Cristo debe ser oído en nuestra lengua, Cristo debe ser visto en nuestra vida, debe ser percibido en nuestro corazón” (Sermo VIII, 5)”, y aplicó esta consideración a todos los cristianos, puesto que “la íntima unión con Cristo debe implicar no sólo a los monjes, sino a todos los bautizados”: Esto “supone también para nosotros un intenso llamamiento a no dejarnos absorber totalmente por las actividades, por los problemas y por las preocupaciones de cada día, olvidándonos de que Jesús debe estar verdaderamente en el centro de nuestra vida”, dijo Benedicto XVI.

"Es importante también hoy para nosotros, que no somos monjes”, reiteró el Papa, "saber hacer silencio en nosotros para escuchar la voz de Dios, buscar, por así decir, un 'salón' donde Dios hable con nosotros: aprender la Palabra de Dios en la oración y en la meditación es el camino de la vida".

San Pedro Damián, dijo el Papa, como agudo teólogo, "desarrolla una profunda teología de la Iglesia como comunión”, en la que “la comunión con Cristo crea unidad de amor entre los cristianos”.  "Sin embargo, la imagen ideal de la santa Iglesia que Pedro Damián ilustra -observó el Papa- no corresponde, como bien sabe, a la realidad de su tiempo. Por eso, no teme denunciar la corrupción existente en los monasterios y entre el clero, sobre todo debido a la praxis de que las autoridades laicas confiriesen la investidura de los oficios eclesiales". 

Para combatir esta situación, el monje abandona en 1057 el monasterio para aceptar el nombramiento de cardenal, "entrando plenamente en colaboración con los Papas en la no fácil empresa de la reforma de la Iglesia" y "con valor emprende numerosos viajes y misiones". Regresa a la vida monástica diez años más tarde, pero prosigue su servicio a los pontífices. Muere en 1072, al regreso de una misión para restablecer la paz con el arzobispo de Ravenna.

Pedro Damián, resumió el Santo Padre, fue "monje hasta el fondo, con formas de austeridad que hoy podrían parecer incluso excesivas. Sin embargo, así, hizo de la vida monástica un testimonio elocuente del primado de Dios y un llamamiento a todos para caminar hacia la santidad, libres de cualquier compromiso mundano. Se consumió, con lúcida coherencia y grande severidad, para la reforma de la Iglesia de su tiempo y entregó todas sus energías espirituales y físicas a Cristo y a la Iglesia".

Benedicto XVI, al saludar en castellano a los fieles de España e Hispanoamérica, resumió su catequesis con las siguientes palabras:

Queridos hermanos y hermanas: En la audiencia de hoy contemplamos la figura de uno de los grandes santos del siglo once, Pedro Damián. Nacido en Ravena, muy pronto perdió a sus padres quedando huérfano al cuidado de sus hermanos, los cuales le dieron una magnífica formación, tanto jurídica como en la cultura clásica latina. En su primera juventud se dedicó a la enseñanza y compuso grandes obras literarias, pero muy pronto sintió la llamada a la vida eremítica e ingresó en el Monasterio de Fuente Avellana. Durante décadas se dedicó de manera ejemplar a la vida monacal. Largas horas de contemplación y meditación, nos han legado algunas piezas de alto valor teológico, así como magníficos sermones y cartas sobre el amor que brota de la Cruz y el valor de la Palabra de Dios en la vida espiritual del monje y del cristiano. Esta labor de pensamiento, por la cual exhortaba a todos a poner en el centro de su vida a Cristo, estaba encaminada a la búsqueda de una profunda reforma de la Iglesia. De ahí que en varias ocasiones fuera llamado por los Papas para desarrollar una actividad pastoral más directa o para solucionar problemas que acuciaban a la Iglesia en ese momento. Es un gran don poder contar con una figura como San Pedro Damián, que gastó sus energías espirituales y físicas por amor a Cristo y a su Iglesia, y que testimonia una vez más el primado de Dios sobre todas las cosas.

Saludo a los fieles de lengua española, en particular a los peregrinos agustinos del Perú, así como a los grupos provenientes de Puerto Rico, Costa Rica, México y España. Os invito a todos, siguiendo el ejemplo y la enseñanza de este santo monje, a acoger nuevamente la llamada a caminar decididamente hacia la santidad. Muchas gracias.

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