(Verdad en Libertad) El obispo de Siedlce, Kazimierz Gurda, celebró recientemente una Misa exequial en la Iglesia de la Santísima Trinidad en Gończyce, a unos 80 kilómetros al sureste de Varsovia, la capital de Polonia, y dio cristiana sepultura a 640 niños no nacidos en un cementerio local. Gurda reiteró que en la homilía que «estos niños tienen derecho a un entierro digno, pues ellos son personas desde el momento de la concepción».
«El derecho a la vida es un derecho que no se le puede quitar a nadie, y esto incluye, sobre todo, a un niño indefenso en el vientre materno. Quien recibió el don de la vida de Dios tiene derecho a la vida y tiene derecho a amar. Aún si la historia de sus vidas terminó en unos meses e incluso antes de que nacieran, no significa que dejaron de existir», indicó el prelado, tras enfatizar que «la vida de una persona cambia, pero no termina», puesto que «su vida continúa; Dios lo prolongó por toda la eternidad». Los ataúdes de los niños no nacidos fueron enterrados solemnemente en un cementerio cercano de Gonczyce, después de la Misa exequial.
Los cuerpos de los niños fueron recolectados en diferentes hospitales, principalmente de Varsovia. Los no nacidos fallecieron a causa de abortos provocados, abortos involuntarios o mortinatos (nacen muertos). La ceremonia fue iniciativa de Maria Bienkiewicz, miembro de la Fundación New Nazareth, que organiza funerales para los niños por nacer desde 2005. Tras la Misa exequial y la cristiana sepultura a los niños no nacidos, Gurda fue invitado a tocar una campana de la ‘Voz del Nonato’, bendecida por Francisco en septiembre pasado, junto con otros presentes en la ceremonia. El Pontífice fue la primera persona en tocar la campana después de dar su bendición en un patio de la Ciudad del Vaticano al terminar su audiencia general.