(Fides/InfoCatolica) En el amplio programa de reorganización y reordenamiento, el Cardenal, nombrado primer Arcipreste de la Basílica, propuso al Santo Padre la celebración de un Año particularmente dedicado al Apóstol de las Gentes, de quien se coloca el bimilenario del nacimiento entre el 2006 y el 2010. Benedicto XVI acogió la idea, asignando a este Año de San Pablo dos motivaciones fundamentales: dar mejor a conocer y meditar el riquísimo mensaje que nos ha dejado el Apóstol de las Gentes en sus inscritos, que muchas veces son difíciles y muy poco conocidos o mal interpretados; y desarrollar varios programas en dimensión ecuménica.
“La invitación a celebrar un Año Paulino ha sido acogido en general con mucho favor por parte de todos en el mundo entero – aseguró el Cardenal arcipreste –, pero en los primeros meses (a pesar de haber sido anunciado con un año de anticipación) se notó una cierta frialdad en la programación de las celebraciones y una cierta lentitud en la promoción de los eventos, que sin embargo luego se han seguido con creciente intensidad”.
El Cardenal Cordero Lanza di Montezemolo Arcipreste repasó asimismo el “diario” de los eventos del Año Paulino, abierto por el Papa Benedicto XVI la tarde del 28 de junio de 2008. Los grupos de peregrinos llegados de todas partes del mundo – no sólo católicos, sino también ortodoxos, protestantes, anglicanos y cristianos de varias denominaciones – han sido tan numerosos que “ha sido difícil o casi imposible contarlos”. “Mientras antes del Año Paulino – afirmó el Cardenal – se solía encontrar cada día máximo unos cuantos miles de fieles, solamente el 1 de mayo pasado se registró una afluencia de más de 18.000 peregrinos. En estas últimas semanas tenemos ciertamente más de diez mil al día”.
Si el centro del Año Paulino ha sido la Basílica Papal de San Pablo Extramuros, en el mundo entero se han multiplicado iniciativas y manifestaciones, “y esto no sólo en el campo religioso, de la oración, de la liturgia, de la penitencia, de la catequesis y de la pastoral, sino también en el campo cultural, del estudio, de las publicaciones, e incluso de la música, del teatro, de la producción cinematográfica, así como mediante exposiciones de obras de arte, y eventos deportivos o de carácter vario”. En cada continente la celebración del segundo milenio del nacimiento del Apóstol de las Gentes “ha sido percibida y vivida como un nuevo estímulo, como una motivación más convencida hacia la Evangelización. Dicha exigencia ha sido también advertida en las Iglesias ortodoxas y en muchas otras Comunidades Cristianas, hasta llegar a ser un compromiso común en el recorrido de recomposición de la unidad de los cristianos”.
“El Año Paulino termina – concluyó el Cardenal –, pero los beneficios espirituales que ha suscitado en todo el mundo y las transformaciones que ha producido deben continuar. El gran fervor de iniciativas pastorales, de catequesis, de promociones culturales han sido destinadas a continuar, y a tener un importante seguimiento tanto a nivel local, cuanto de todos los continentes... Con la clausura del Año Paulino, y con el inicio del Año del Sacerdocio, apenas inaugurado por el Santo Padre Benedicto XVI, se da una fuerte invitación a todo el mundo cristiano a continuar acogiendo el mensaje de Pablo, el Apóstol de las Gentes, que como en su tiempo ha hablado y escrito a los Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, a los Tesalonicenses, a los Hebreos y a los Romanos, así también continúe hoy hablando a las Gentes en los diversos continentes del mundo”.
