(Agencias/InfoCatolica) Quedó al descubierto porque el propio Barbosa presentó una denuncia de extorsión ante la Policía contra dos presos que habían realizado trabajos en su parroquia y con los que mantuvo relaciones sexuales, lo que fue fotografiado con un teléfono móvil, detalló hoy el matutino "El País".
En declaraciones publicadas hoy el obispo del departamento de Salto, Pablo Galimberti, declaró que el episodio protagonizado por Barbosa se trata de "una falta grave" y "un hecho moral que quebranta el voto de pobreza y castidad" que "normalmente lleva a una pronta respuesta del Vaticano".
Según fuentes policiales el Obispo había "contratado" a dos presos -Gerardo Enrique Bentancor y José Martín Britos-, procesados por varios delitos, para que hicieran algunas tareas en el obispado. Al principio la relación era de colaboración y ambos visitaban con cierta asiduidad al obispo en busca de ayuda económica.
El año pasado Gerardo Bentancor estuvo internado en el hospital Dr. Alfredo Vidal y Fuentes de la ciudad de Minas, donde el obispo concurrió a visitarlo en varias oportunidades.
Posteriormente, monseñor Barboza viajó a Roma donde participó de distintos cursos y seminarios por un período de 43 días y al regresar al Uruguay continuó la relación con los procesados.
En diciembre el obispo invitó a los presos a una cena que culminó con relaciones sexuales y quedó registrada con un teléfono celular. A los pocos días comenzaron las extorsiones hasta que hace un mes aproximadamente, Barboza decidió realizar la denuncia policial.
Barboza nació el 26 de marzo de 1944 en la localidad rural de Tambores, en Tacuarembó. El último cargo que ejerció como sacerdote fue en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Paysandú.
Desde que fue consagrado, el 8 de mayo de 2004, monseñor Francisco Barboza se mostró como un obispo diferente a los que lo habían precedido al frente de la Diócesis de Minas. Uno de sus primeros gestos hacia la comunidad fue la lectura de un mensaje en el acto del 1° de mayo organizado por el Plenario Intersindical de Lavalleja.
Desde ese momento se ganó el apelativo de "obispo progresista" o cercano a la izquierda y a las tendencias renovadoras de la Iglesia Católica.
Un segundo gesto reafirmó ese posicionamiento. Pocos meses después de su asunción en el cargo, prohibió las misas privadas y las catequesis al grupo conservador "El camino", conocidos como "neocatecumenado", lo que le valió el rechazo de gran parte de esa comunidad. Raúl Larrosa integrante del grupo, dijo que evitó juzgarlo ya que "es un tema muy complicado".
"No estoy autorizado para hablar; no me parece hacer leña del árbol caído. Tenemos una sensación de dolor y congoja. Por eso nos hemos llamado a sigilo", dijo.
María Giménez, una integrante del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, un grupo tradicional de la diócesis, señaló que el episodio es "lamentable" -más allá que se supone que los sacerdotes deben mantener el celibato-, como "pudo exponer su vida pública, no se cuidó él y tampoco cuidó a la comunidad. Esto es devastador para la Iglesia".