(Zenit/InfoCatolica) En la homilía, el pontífice ilustró con imágenes sugerentes la importancia de la fe en la presencia real de Jesús en la Eucaristía, explicando a los miles de peregrinos que "no hay que dar por descontada esta fe".
"Hoy se da el riesgo de una secularización serpenteante incluso dentro de la Iglesia, que puede traducirse en un culto eucarístico formal y vacío, en celebraciones carentes de esa participación del corazón, que se expresa en veneración y respeto por la liturgia", advirtió.
Según el pontífice, "siempre es fuerte la tentación de reducir la oración a momentos superficiales y apresurados, dejándose llevar por las actividades y las preocupaciones terrenales".
Y sin embargo, dijo, la Eucaristía es "el pan de la vida eterna del nuevo mundo que se nos da hoy en la santa misa, para que desde ahora el mundo futuro comience en nosotros". "Con la Eucaristía, por tanto, el cielo baja sobre la tierra, el mañana de Dios desciende en el presente y el tiempo queda como abrazado por la eternidad divina", indicó.
El Papa no escondió su gozo al poder acompañar a Cristo en el Sacramento por la Vía Merulana que lleva de la Basílica de San Juan de Letrán a la Basílica de Santa María la Mayor. En un camioneta blanca, cubierto con un toldo, Benedicto XVI hizo el recorrido arrodillado en un reclinatorio, mientras los fieles, con velas en la mano, hacían de su silencio una profesión de fe.
En su alocución, el santo Padre invitó a los fieles a elevar esta oración: "¡Quédate con nosotros, Cristo, entréganos el don de tí y danos el pan que nos alimenta para la vida eterna!". "Libera a este mundo del veneno del mal, de la violencia y del odio que contamina las conciencias, purifícalo con la potencia de tu amor misericordioso", añadió.