(Ecclesia) «No todos los trabajos son dignos» dijo Turkson, pues el trabajo «que humilla la dignidad de las personas, incluidos los que alimentan las guerras con la construcción de armas, que venden el valor del cuerpo con el tráfico de la prostitución y explotan a los niños: son indignos». Y además de ser indignos, «ofenden la dignidad del trabajo» – agregó el cardenal – «incluso el trabajo en negro, los trabajos que discriminan a las mujeres y aquellos que no incluyen a los discapacitados».
Necesarias políticas apropiadas para apoyar el trabajo
El Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral recuerda que las consecuencias de la grave crisis económica y financiera «han sido muy fuertes en el mundo del trabajo» y han generado «un aumento de la tasa de desempleo juvenil y de las personas de más de 50 años».
Frente a este gran problema de desempleo, Turkson señala que las elecciones políticas deben estar dirigidas «a devolver la dignidad de la persona humana al centro del mundo laboral» optando por el fomento de la innovación empresarial, la alternancia entre el trabajo y la escuela, las inversiones en infraestructuras y por un sistema financiero llamado a apoyar la economía real y no a emprender transacciones financieras arriesgadas.
El papel de la Iglesia en la promoción del trabajo digno
El cardenal además afirma que «el hombre no puede vivir sin trabajo, porque el trabajo es lo que le permite darse cuenta de la plenitud de su dignidad humana» y explica que es por este motivo que en el magisterio social de los Papas «el trabajo se trata como una parte integral de la dignidad del hombre».
Y en este sentido la Iglesia juega un papel importante: el de donante. La Iglesia Católica promueve el trabajo digno y tiene como función «denunciar contextos ocupacionales en los que no existen condiciones de trabajo dignas» señala Turkson.
Salario justo que permita el desarrollo integral de toda la familia
Centrándose en la relación entre el trabajo y la justicia, el cardenal Turkson observó que la remuneración es indubitablemente una herramienta importante y a tener en consideración: «cada trabajador debería disfrutar de una remuneración que, además de su propio sustento, también le permita invertir en su desarrollo humano integral». Y en el caso de una familia, el Cardenal subrayó que tal remuneración debería sustentar también a todos sus miembros: «Para un padre y una madre, el salario adecuado debería conferir también los medios económicos para promover el desarrollo integral de los niños, garantizándoles la posibilidad de estudiar y formarse como personas y como trabajadores».
La mano de obra barata y su repercusión en el empleo
El cardenal además explica que la entrada al mercado laboral de inmigrantes, dispuestos a aceptar salarios más bajos, «ha llevado a una devaluación de los costos laborales». «Las empresas – dice Turkson – bajo el fin de maximizar las ganancias, fueron en busca de mano de obra barata en los países más pobres y reubicaron sus actividades allí, o parte de ellas, para explotar la ventaja comparativa de la mano de obra menos costosa» algo que ha tenido «claras repercusiones» en el empleo en los países europeos. Frente a esto, el Cardenal plantea como solución: «mejorar las condiciones de vida de los trabajadores de bajo costo en los países en desarrollo y de los inmigrantes en nuestros países, con un salario justo».
Llamamiento a los jóvenes que no encuentran trabajo
Finalmente, el cardenal Turkson expresa cercanía «a todos los jóvenes desempleados, a aquellos que no estudian y a aquellos que no buscan trabajo porque han perdido la confianza en la posibilidad de encontrar uno» y les exhorta a «no darse por vencidos, a continuar comprometiéndose, a estudiar, a sacrificarse, a estimular su espíritu de iniciativa y colaboración» y que de esta manera – puntualiza – «desarrollen nuevas ideas y nuevos proyectos de trabajo». «Jóvenes – concluye el Cardenal Turkson – sean fuertes y perseverantes en la búsqueda de trabajo y no se dejen desanimar».