(RV/InfoCatolica) El Santo Padre se encontró ayer con los jefes religiosos musulmanes, el cuerpo diplomático y los rectores de las Universidades jordanas en Ammán, y subrayando la presencia del Patriarca de Bagdad, Su Beatitud Emmanuel III Delly, a quien saludó con afecto y entre aplausos, tuvo un recuerdo especial para los ciudadanos del cercano Irak.
En primer lugar, el Papa resaltó la cordial acogida que han recibido los iraquíes en Jordania y ha manifestado la necesidad de que continúen los esfuerzos de la comunidad internacional y de los lideres locales en la promoción de la paz y la reconciliación. Asimismo el Pontífice expresó su aprecio por “todos aquellos que están apoyando los esfuerzos dirigidos a devolver la confianza y a reconstruir las instituciones y las infraestructuras esenciales para el bienestar de esa sociedad”.
Este encuentro se desarrolló en la mezquita Al Hussein Bin Talal de Ammán, que fue construida por voluntad del rey Abdalá II, en memoria de su padre, y fue inaugurada el 12 de abril del 2006. Tiene capacidad para alojar a cerca seis mil fieles. Al lado de la mezquita hay una escuela coránica, una biblioteca y fuentes cubiertas para las abluciones rituales y el museo hachemita que posee una colección histórica única sobre la dinastía reinante Hachemita.
En este marco, Benedicto XVI reflexionó asimismo sobre la necesidad del diálogo interreligiosos, agradeciendo en este sentido las numerosas iniciativas que en Jordania se realizan. Pero el Pontífice expresó su preocupación al respecto, subrayando la insistencia del mundo de hoy para que la religión no sea constructora de unidad y de armonía.
“Hay muchos que afirman que la religión es necesariamente una causa de división en nuestro mundo -enfatizó el Papa- y por este motivo afirman que cuanta menor atención se de a la religión en la esfera pública, mejor es”. Reconociendo que a veces hay contraste entre las religiones, Benedicto XVI se preguntó si existe manipulación ideológica de las religiones a veces con finalidades políticas, y si estas manipulaciones pueden ser el catalizador de las tensiones y de las divisiones, e incluso de la violencia en la sociedad.
En este sentido el Papa insistió en la necesidad de que los fieles sigan los principios de sus creencias, porque “musulmanes y cristianos, precisamente por el peso de nuestra historia común a menudo marcada por incomprensiones, tienen que comprometerse hoy en día para ser individuados y reconocidos como adoradores de Dios, fieles a la oración, deseosos de comportarse y vivir según las disposiciones del Omnipotente”. Para lograr este fin, Benedicto XVI subrayó una vez más el importante papel de los educadores, y puso como ejemplo del diálogo interreligioso la Universidad de Madaba bendecida por el propio Pontífice ayer por la mañana.
Por último el Papa recordó un deber mencionado ya en otras ocasiones, el de que “cristianos y musulmanes asuman, en particular a través de su contribución a la enseñanza y a la investigación científica, así como al servicio de la sociedad, el deber que constituye el desafío de cultivar el bien, en el contexto de la fe y de la verdad, y en el vasto potencial de la razón humana”. En este sentido ha cobrado protagonismo la razón humana que, según ha explicado el Santo Padre, “protege a la sociedad civil de los excesos del ego ingobernable que tiene a radicalizar el finito y a eclipsar el infinito”. Por que la razón hace que la libertad “sea ejercida en unión a la verdad, y enriquezca la cultura con el conocimiento de lo que tiene relación con todo lo que es verdadero, bueno y hermoso”.