En el Congreso del Colegio Misionero Internacional San José

El padre Osorio Citora relata el testimonio heroico de los catequistas mártires en Mozambique

Interviniendo en el reciente Congreso organizado por el Colegio Misionero Internacional San José el padre Osorio Citora Afonso, IMC, de la Iglesia mozambiqueña, ha recordado a los catequistas martirizados por el Frente para la liberación de Mozambique entre 1975 y 1992. Cuando la guerra civil estaba a punto de terminar, en el Centro Catequístico de Guiua, "los rebeldes condujeron con brutalidad a las familias lejos del Centro, a unos tres kilómetros, y después de un doloroso interrogatorio empezaron a matar a todos en un claro. Otros catequistas, viendo la situación ya crítica e irreversible, pidieron poder rezar. Después de pocos minutos de oración, fueron asesinados los 23 catequistas".

(Fides) Interviniendo en el reciente Congreso organizado por el Colegio Misionero Internacional San José el padre Osorio Citora Afonso, IMC, de la Iglesia mozambiqueña, ha recordado a los catequistas martirizados por el Frente para la liberación de Mozambique entre 1975 y 1992. "Quiero ofrecer - ha empezado - un acto de homenaje a los heroicos laicos-catequistas y misioneros de Mozambique que gastan su vida, a menudo en condiciones difíciles y peligrosas, para que Cristo sea anunciado y todos los hombres reciban la salvación. La tarea que asumo es pues, no contar solo casos aislados sino dar testimonio en primera persona de lo que asumieron los cristianos valientes de mi tiempo y de mi Iglesia para realizar en su vida la vocación de cristianos comprometidos”.

El Padre Osorio ha recorrido los momentos cruciales de la guerra civil, cuando "después de la declaración de la independencia en el 1975, con la ascensión al poder de la Frente por la liberación del Mozambique de inspiración marxista-leninista, inició un período de verdadera persecución contra la Iglesia, con expropiaciones, restricciones de todo tipo para la actividad pastoral, negación del visado de entrada en el país a los misioneros extranjeros. La Iglesia fue despojada de sus haberes y de su ser. Muchas misiones se vaciaron de sus misioneros y sacerdotes. Nacieron entonces numerosas pequeñas comunidades cristianas. Estas no se reunieron en torno a los sacerdotes misioneros, sino a los que se llamaron 'misioneros-laicos', es decir los catequistas y animadores de las comunidades cristianas".

Inicia así la narración de los catequistas que ofrecieron heroicamente su vida por el Evangelio. "Pienso ante todo en los que se formaron en el Centro Catequético de Anchilo y que desarrollaron su actividad misionera en la zona de Nampula y que fueron asesinados en el campo de misión, y en segundo lugar en los que se formaron en el Centro Catequético de Guiùa y que fueron asesinados durante su formación y preparación en el Centro. El catequista Cipriano, de la misión de Mueria (en la provincia de Nampula) fue detenido por el Frente de liberación porque creían que era el secretario político local. Los guerrilleros lo ataron y lo arrastraron a lo largo de la senda que conduce a la aldea de Matibane. Llegados ante el pequeño claro enfrente de la capilla, Cipriano pidió poder entrar y rezar durante cinco minutos, salió luego y se entregó. Lo echaron al suelo y lo remataron con el machete. Dejaba mujer y siete hijos. Era el 29 de agosto de 1984. La misma suerte le tocó tres años después a Peres Manuel Chiganjo, de la provincia de Tete, bautizado a los 24 años en la Misión de Alto da Manga (Beira) y padre de siete hijos".

Cuando la guerra civil estaba a punto de terminar, tuvo lugar un episodio escalofriante en el Centro Catequístico de Guiua, que hospedaba a 15 familias. "Los rebeldes - cuenta el padre Osorio - condujeron con brutalidad a las familias lejos del Centro, a unos tres kilómetros, y después de un doloroso interrogatorio empezaron a matar a todos en un claro. Otros catequistas, viendo la situación ya crítica e irreversible, pidieron poder rezar. Después de pocos minutos de oración, fueron asesinados los 23 catequistas. Era la noche del 22 de marzo de 1992". El sacrificio de las familias de Guiua - concluye el religioso - no fue inútil, porque hoy aquel lugar es el fulcro de la Diócesis de Inhambane, dónde se puede tocar y ver el pie, la huella de la presencia de Dios en la tierra de los Tonga, de los Twas, de los Xopes y de los Ndaus. Que Dios abra los ojos y la mente de todo para que podamos percibir, recordar y valorizar debidamente esta apertura del corazón de Dios para Inhambane".

1 comentario

Padre Hilário Luís Lopes
Sou um sacerdote diocesano da Igreja local da Arquidiocese de Nampula donde é originário o Pe. Osório que bem o conheço durante os anos de caminhada vocacional e do seminário.
Quero expressar a minha acção de graças ao Senhor Nosso Deus pelo testemunho dado pelo padre Osório, sobre a caminhada de fé da Igreja em Moçambique sobretudo nos tempos mais difíceis da sua história estámos a falar dos 1ºs anos da independência 1975-1992, de facto, foi um tempo em que a caminhada da Igreja em Moçambique foi coroada de mártires que clamam um dia estarem nos altares, reconhecidos pela sua doação para que hoje a Igreja tivesse pedras que fortificam a fé e a experiência espiritual do seu povo. Tenho a consciência e noção de que nós os padres moçambicanos somos frutos desta graça do sacrifício oferecido por estes mártires moçambicanos que doaram as suas vidas em nome da Fé para testemunhar Cristo vivo e ressuscitado que continua presente na história da Igreja.
Por isso, padre Osório estás de parabéns continue com essa coragem que te orientou até chegares onde hoje estás. Louvado seja Deus pelas suas maravilhas.
Pe´Hilário Luís Lopes, diocesano da Arquidiocese de Nampula.
9/08/10 7:03 PM

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