(Portaluz) Para Anna Galli ser madre de dos hijos, enfrentar sola su cuidado y crianza, con pocos recursos, era por momentos una realidad amarga. Vivían en Corinaldo, pequeño pueblo que parecía haberse quedado atrapado entre sus murallas medievales, ajeno al desarrollo del resto de Italia.
Soledad y falta de Dios
La sensación de soledad le incomodaba. Hacía décadas que no se vinculaba con Dios. Tampoco sabía quién era Padre Pío. Nunca había oído hablar de él. Pero el 3 de febrero de 1993 eso cambiaría… «Era un período muy malo de mi vida, vivía sola, abandonada y con dos niños pequeños. Había perdido la fe, estaba desesperada…»
Una amiga del pueblo que conocía bien el dolor de Anna se le acercó un día y comenzó a invitarle a un grupo que rezaban el rosario encomendándose a la mediación de un santo. «Yo no creía nada», recuerda Anna para quien todo aquello era como si le hablasen en otro idioma y no le motivó. Pero tanto insistía su amiga que terminó aceptando ir.
Llamada al Confesionario
Se reunió con la señora que animaba aquél grupo de oración, devotos de Padre Pío. Comenzó a contarle todo sobre el santo de los estigmas. Al día siguiente esta mujer la invitó y acompañó a conversar con un sacerdote en la catedral de Senigallia, ciudad costera distante a poco más de veinte kilómetros de Corinaldo. Al entrar la mirada de Anna se dirigió de inmediato hacia el altar donde estaba el Santísimo Sacramento expuesto ante un grupo de fieles que rezaban el rosario. «Hacía más de treinta años que yo me había alejado de la fe y ni siquiera podía ser consciente de que allí era Jesús quien estaba expuesto», señala la mujer. En ese momento, dice, ocurrió una experiencia espiritual inesperada… «Padre Pío me llamó (al confesionario) y gracias a él, Nuestro Señor, ha explotado en mi corazón. Entonces me confesé. Derramé delante de él toda mi vida desordenada y desesperada. Me tomé dos horas. Ese día comenzó de nuevo mi historia con el Señor, llevada por el Padre Pío».
La Sra. Anna Galli promovió los grupos de oración del Padre Pío en la región y fue durante más de veinte años un punto de referencia para las peregrinaciones de Corinaldo a San Giovanni Rotondo varias veces durante el año. «Le prometí al Padre Pío fundar un grupo y acompañar a San Giovanni Rotondo a la gente que me enviara», señala ella misma.
La pascua de Anna ocurrió el pasado 5 de mayo de 2017; el mismo día en que el Padre Pío inauguraba en 1956 el hospital de San Giovanni Rotondo.
Puedes acceder al testimonio de Anna -registrado para el programa de televisión «Padre Pio Nella Mia Vita»- en el siguiente video: