(Aica) En su discurso, el Santo Padre agradeció a los «hermanos menores» por lo que son y por el trabajo que realizan, especialmente en favor de los pobres y necesitados. «De hecho, en su forma de vida, el adjetivo ‘menor’ califica al sustantivo ‘hermano’, dando al vínculo de la fraternidad una cualidad propia y característica: no es la misma cosa decir ‘hermano’ y decir ‘hermano menor’. Por esto, hablando de fraternidad se necesita tener bien presente esta característica típica franciscana de la relación fraterna, que exige de ustedes una relación de ‘hermanos menores’».
La minoridad franciscana –explicó el Papa- se presenta en tres aspectos: como lugar de encuentro y de comunión con Dios; como lugar de encuentro y de comunión con los hermanos y con todos los hombres y las mujeres; y finalmente, como lugar de encuentro y de comunión con la creación.
Refiriéndose al primer lugar de encuentro, el Obispo de Roma señaló que, la minoridad caracteriza de modo especial su relación con Dios, siguiendo la característica propia de su espiritualidad de restitución a Dios. «Para San Francisco el hombre no tiene nada de suyo sino el propio pecado, y vale cuanto vale ante Dios y nada más. Por ello, su relación con Él debe ser como la de un niño: humilde y confiado y, como la del publicano del Evangelio, consciente de su pecado. Y atentos al orgullo espiritual, al orgullo fariseo: es la peor de las mundanidades».
Sobre el segundo lugar de encuentro, Francisco expresó: «La minoridad también es vivida en relación a todos los hombres y las mujeres con los cuales se encuentren en su ir por el mundo, evitando con la máxima atención toda actitud de superioridad que les pueda alejar de los demás».
Finalmente, explicando el último lugar de encuentro, el papa Francisco precisó que, para el santo de Asís, la creación era un maravillo libro en el cual Dios nos habla y nos transmite algo de su belleza. «Hoy esta hermana y madre se rebela porque se siente maltratada. Ante el deterioro global del ambiente, les pido que como hijos del Poverello entren en diálogo con toda la creación, prestándole su voz para alabar al Creador, y, como hacia San Francisco, tengan con ella una particular atención, superando cualquier cálculo económico o romanticismo irracional. Colaboren con varias iniciativas para el cuidado de la casa común, recordando siempre la estrecha relación que hay entre los pobres y la fragilidad del planeta, entre economía, desarrollo, cuidado de la creación y opción por los pobres».