(Catholic Herald/InfoCatólica) La Comisión Real que trata los asuntos de abuso infantil en Australia recomendó que se elimine el secreto de confesión y que los clérigos que se nieguen a denunciar el abuso sexual infantil en base a información recibida durante una confesión sean penalizados. De esta manera, la Comisión pretende, en caso de convertirse su recomendación en ley, que la falta de denuncia de abuso sexual infantil cuyo conocimiento se obtuvo confidencialmente bajo protección por el secreto de confesión sea un delito penal, extendiéndose a la ley a todas las confesiones religiosas.
El razonamiento de la Comisión
El razonamiento de la Comisión es el siguiente: «Conocemos la evidencia de que varios casos en los que la revelación de delitos de abuso sexual infantil fue hecha en una confesión religiosa, tanto por parte de las víctimas como por parte los perpetradores», dijo el informe. «Estamos satisfechos de que la confesión sea un espacio en donde los niños católicos puedan revelar que han sufrido abuso sexual y en el cual el clero haya revelado su comportamiento abusivo para poder lidiar con su propia culpa».
El problema
Lo anterior es factualmente cierto. Los niños mencionan que han sido abusados en la confesión, y los abusadores confiesan este pecado. ¿Pero un sacerdote que se entera de esto bajo secreto de confesión debe ser obligado a denunciarlo, y en caso contrario debe ser considerado un delito?
Si el clero se viese obligado a informar lo que se les dicen en confesión a la policía, sin el consentimiento del penitente, entonces una cosa será segura: nadie volvería a querer confesar esos pecados en particular. Las reglas de la confesión existen por una muy buena razón: hacer más fáciles las cosas al penitente. Puedes confesarse sabiendo que todo lo que reveles nunca se le dirá a nadie. Una vez que esa garantía absoluta haya desaparecido, el penitente no tendría ninguna garantía real de confidencialidad, y sería, naturalmente, mucho más reservado a la hora de confesar sus pecados.
Pero, ¿qué debe hacer un sacerdote si alguien, ya sea una víctima o un perpetrador, menciona asuntos de abuso en el confesionario? Todos los sacerdotes deben exhortar a los perpetradores a entregarse a la policía y a buscar ayuda profesional. Todos los sacerdotes deben exhortar a las víctimas a hablar con alguien fuera del confesionario, y buscar la ayuda de la autoridad competente. Pero si se niegan a hacerlo - aunque no podamos entender por qué eligen hacerlo - entonces el sacerdote tiene que respetar esa decisión.
Problemas adicionales
Otra cosa que debemos recordar es que alguien también podría utilizar el confesionario para «fabricar pruebas» contra alguien más fuera del confesionario. Pueden negarse a hablar con alguien en autoridad o alguien de una agencia de ayuda, pero puede hacerlo en el futuro. Se necesita tiempo para reunir el valor necesario para hacer esto. El intento de obligar a los sacerdotes a violar el secreto de confesión puede hacer mucho daño, y hacer que la persona se cierre completamente: y esto afectará tanto para a las víctimas como a los perpetradores.
El secreto de confesión ha sido durante mucho tiempo una piedra de tropiezo para muchos. Los gobiernos totalitarios lo detestan, ya que es un espacio completamente privado donde el estado no puede entrar. Es ampliamente conocido que muchos gobiernos comunistas intentaban espiar los confesionarios. El gobierno australiano está lejos de ser totalitario, pero también debe respetar este espacio privado en el que la gente pueda hablar y saber que lo que diga no será revelado. Y en cuanto al confesionario, lo mismo ocurre con otros espacios privados;
El derecho humano a la privacidad y la idea de relaciones confidenciales no deben considerarse como una forma de encubrir el abuso. Solo en estos espacios respetados podemos descubrir la verdad sobre nosotros mismos, y eso es vital. También es vital para la salud de la sociedad que los espacios privados y públicos se mantengan separados. El abuso, después de todo, especialmente el abuso sexual, surge cuando la privacidad no se respeta.
Es comprensible lo que la Comisión Real Australiana desea hacer, pero violar el sello de confesión no es la manera de hacerlo. Por cierto, la protección del secreto de confesión es una cosa por la que todos los sacerdotes que conozco están dispuestos a ir a la cárcel. Esperemos que no lleguemos a eso.
Por otra parte ¿cómo en cualquier parte del mundo las cortes podrían probar que un sacerdote no divulgó algo que él escuchó en sagrada confesión? Solo se contaría con la palabra del penitente, porque el sacerdote nunca hablaría de ello, ni siquiera confirmaría o negaría que esa persona se acercó a él en el confesionario.