(ACI/InfoCatólica) El Cardenal Ernest Simoni tomó posesión de la Diaconía de Santa María de la Scala, en Roma, después de haber sido creado Cardenal en el Consistorio del 19 de noviembre de 2016, junto a otros 16 nuevos purpurados.
El Cardenal Simoni, de 88 años y natural de Albania, se reunió con el Papa Francisco en Tirana durante la visita que el Santo Padre realizó a Albania en septiembre de 2014. El testimonio de su supervivencia durante el régimen comunista hizo llorar al Papa y su historia se hizo conocida por todo el mundo.
El ahora Cardenal contó al Papa cómo, en la campaña por erradicar la fe en Albania, el régimen comunista lo encarceló en el año 1963. Fue torturado y condenado a muerte en dos ocasiones, penas que se cambiaron por 28 años de trabajos forzados hasta que fue liberado en el año 1990, tras la caída del comunismo.
En su homilía de la Misa de toma de posesión de la Diaconía, el Cardenal Simoni explicó que «Jesús vino al mundo a dar cumplimiento a la Ley». Señaló que «el inicio de la sabiduría es el temor de Dios, como dice la Sagrada Escritura», y que ese temor de Dios se debe reflejar en «vivir honestamente, amar a Dios y cumplir sus mandamientos».
«Cada uno de nosotros debe examinar su conciencia: ¿Cumplo los mandamientos? ¿Hago la voluntad de Dios cada día? ¿Pido que Jesús sea mi luz, mi fuerza, mi esperanza, mi resurrección? Para eso está la Iglesia, para eso ha muerto Jesús», afirmó.
En este sentido, recordó que «la Ley suprema es adorar a Dios, conocer a Jesús, amar a Jesús. Amar a Jesús cada día, con nuestra mortificación, con nuestra vida, con nuestras obras y con el amor por los pobres». Por ello animó a dejarse corregir por Jesús, porque «para salvar el alma debemos ser corregidos por Jesús, por nuestra conciencia».
El Cardenal albanés destacó la Misericordia de Jesús, y cómo esa Misericordia la ponía en práctica en cosas concretas, como cuando salva a la mujer adúltera de ser lapidada y le perdona los pecados. «La divina misericordia es infinita», subrayó. «Jesús es infinito amor».
Por otra parte, animó a los presentes a preguntarse: «¿Qué hacemos cada día por la salvación de nuestra alma?». Invitó a acercarse a Jesús, «Él nos espera» por lo que hizo un llamado a «convertirse para acceder a la felicidad eterna».
«Jesús es la resurrección y la vida. Busca pacientemente a los que se han perdido y les llama a convertirse».
Por último, propuso esta oración: «Oh, Jesús: ilumina nuestra mente. Oh, madre santísima del cielo: reza por nosotros cada día, intercede por nosotros».
«Abramos nuestro corazón a Jesús. La Virgen nos iluminará, nos reconfortará y nos dará la sabiduría necesaria para salvar el alma», concluyó.