(Actuall/Infocatólica) A escasos días de que llega la Navidad y corra el champán y las familias se reúnan los políticos empiezan a lanzar sus discursos típicos de esta época festiva que en Occidente se celebra en honor al nacimiento de Jesucristo. Pero las raíces cristianas de Europa no parecen ser bien vistas en todos los países de Europa ya que según la religión de lo políticamente correcto para no ofender a nadie lo mejor es el silencio, aunque el 70% de la población se declare cristiana.
Sin embargo hay otros países en los que sí se hace una referencia clara y directa al motivo detrás de esta celebración, como es el caso del Reino Unido.
Y es que la primera ministra británica, Theresa May, dijo esta semana que los cristianos no deben tener miedo a hablar de su fe en el trabajo y en lugares públicos.
Y señala que «estamos en el tiempo de Adviento y tenemos en nuestro país una tradición muy fuerte de tolerancia religiosa y libertad de expresión, y nuestra herencia cristiana es algo de lo que podemos sentirnos orgullosos». Y añadió que el cristianismo debería ser «celebrado, no denigrado».
Un discurso inusual en Europa, sólo comparable al anterior primer ministro británico David Cameron cuando en 2015 denunció la persecución a los cristianos en Oriente Medio y defendió que su país, aunque acoge a todas las fes y a aquellos que no profesan ninguna, no puede olvidar sus raíces cristianas.
«La Pascua es la ocasión para los cristianos de celebrar el triunfo definitivo del amor sobre la muerte, con ocasión del nacimiento de Jesús. (…) «Personalmente he experimentado en los momentos más difíciles de mi vida el gran consuelo que representa la misericordia de la Iglesia; en toda Gran Bretaña la Iglesia no solamente predica ‘ama a tu prójimo’, sino que lo vive constantemente en los centros de fe, las cárceles, en las asociaciones ciudadanas.
Y es por todas estas razones por las cuales debemos sentirnos orgullosos de proclamar que este país es un país cristiano», dijo el ex primer ministro.
«Así es: somos una nación que abraza, recibe y acepta todas las fes y también la falta de fe, pero somos aun así un país cristiano. (…) Y como país cristiano nuestra responsabilidad no termina aquí: tenemos el deber de levantar nuestras voces contra la persecución de los cristianos en el mundo».