(ACI Prensa) En entrevista concedida el 15 de noviembre al diario francés La Croix, el Cardenal Parolin expresó que «lo ocurrido en Francia ilustra, de una forma más contundente, que nadie puede considerar que está libre del terrorismo. El Vaticano puede ser un objetivo debido a su significado religioso. Podemos incrementar las medidas de seguridad en el Vaticano y en sus alrededores. Pero no nos dejaremos paralizar por el medio. Esto no cambia en nada la agenda del Papa, que va a continuar».
Sobre la afirmación del Papa Francisco de que estamos viviendo una «tercera guerra mundial por partes», y considerando los atentados en París del viernes pasado, el Purpurado explicó que el Santo Padre se refiere a una «guerra no declarada, asimétrica. Una guerra que va más allá del campo de batalla, donde las víctimas son personas inocentes, jóvenes, adultos y ancianos».
«Una tercera guerra mundial por partes también significa que no se sabe dónde se producirá el siguiente episodio. El Estado Islámico advirtió que París… era solo el comienzo».
Movilización general
Por ello, señaló que como respuesta «necesitamos que haya una movilización general en Francia, en Europa y en todo el mundo. Que se movilicen todas las fuerzas de seguridad, de la policía y de las inteligencias para erradicar el mal del terrorismo. Pero que también implique un despliegue todos los recursos espirituales para dar una respuesta positiva frente al mal».
Añadió que se debe educar a la gente para que aprenda a rechazar el odio y que se debe convocar a todos los actores políticos, religiosos, nacionales e internacionales para «luchar juntos. Sin esta unión, esta batalla, nunca será ganada». Incluso, señaló que es necesario incluir a los musulmanes para buscar una solución.
El Secretario de Estado precisó luego que cuando el Papa dijo que «es lícito detener al injusto agresor», en referencia al Estado Islámico, el Santo Padre no decía nada nuevo porque citó el Catecismo de la Iglesia Católica cuando establece que «las autoridades tienen el derecho legítimo de repeler a los agresores que están en contra de la sociedad civil que está confiada a su responsabilidad».
«Esto corresponde a la legítima defensa de un Estado, que debe proteger a sus ciudadanos y repeler a los terroristas. Cuando se trata de una intervención al exterior, debe buscar legitimarla a través de los organismos de la comunidad internacional. Nuestro rol es recordar estas condiciones, y no especificar los medios para rechazar a los agresores», manifestó.