(Riposte Catholique/InfoCatólica) «La Conferencia Episcopal de Francia, bajo la responsabilidad de Mons. Brunin, presidente del Conseil Famille et Société (Consejo Familia y Sociedad) así como Padre Sinodal, desea participar en el debate sinodal actual publicando una obra colectiva en la que 26 teólogos francófonos responden a las preguntas planteadas en la Relatio Synodi. Este volumen, que al ser colectivo es combinado, se destaca sin embargo por su gran homogeneidad: casi todas las contribuciones son, en efecto, ¡críticas a las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio y la sexualidad! Nos damos cuenta fehacientemente que ha habido un gran vacío magisterial sobre estos temas entre el fin de los años 1960 y el día de hoy. Omisiones, contradicciones, inclusive sofismas son una verdadera catarata en estas casi 300 páginas. Por ejemplo, la biblista Anne Marie Pelletier, profesora en el «Collège des Bernardins» , ignora la enseñanza de Juan Pablo II sobre el pasaje que se halla en Efesios acerca de la relación entre Cristo y la Iglesia y subraya la urgencia de hacer frente a las cuestiones sobre «la sumisión de la mujer a su marido» (Ef 5, 24) que el papa polaco trató minuciosa y profundamente ¡hace más de 30 años!
Una nueva moral
Constatamos igualmente las contradicciones recurrentes que consisten en acusar a las encíclicas Humanae Vitae (1968) y Veritatis splendor (1993) de ser legalistas y naturalistas (p. 182, 186 y 208) y así oponerse de esa manera al Concilio Vaticano II, al que tachan de personalista y de legitimar en esa forma una moral subjetiva atenta a las situaciones particulares y abierta a la misericordia. Como si Pablo VI y Juan Pablo II hubiesen entendido menos el Concilio que el padre jesuita Alain Thomasset, profesor del Centro Sèvres … (En el libro) destaca también la omnipresencia de ciertas palabras sobre las cuales se articularía esta nueva moral (que en realidad, no es tan nueva). Una de las más significativas es la de «estabilidad», que parece convertirse en la piedra angular de esta moral sexual y un medio de habituarse a considerar como legítimas a las parejas del mismo sexo y a los divorciados vueltos a casarse.
Esta obra es una manifestación que ejemplifica el que la Iglesia de Francia no ha recibido la encíclica del bienaventurado Pablo VI sobre el control de la natalidad. Los argumentos de hoy en día son los mismos que llamaban la atención del episcopado francés y de los grandes teólogos contestatarios (Fuchs, Rahner, Häring, Thévenot, etc.) en noviembre de 1968. Se trata de relativizar la importancia de la encíclica haciendo opcional su enseñanza; igualmente, el P. Bordeyne, rector del «Institut Catholique» de París reivindicaba que el discernimiento de los métodos se dejara a «la prudencia» de los esposos y que se «recomendaran» los métodos naturales «como un consejo evangélico».
Inexistencia de los actos intrínsecamente malos
Esta propuesta niega implícitamente la noción de los actos intrínsecamente malos (que no pueden ser convertidos en buenos mediante ninguna intención ni circunstancia) y todo lo que ella presupone. Muy claro ejemplo es el magistral desarrollo que de este tema ha dado San Juan Pablo II en cuanto a la naturaleza de la vida moral cristiana, en la Veritatis Splendor y, en cuanto a la naturaleza de la vida conyugal, en sus catequesis sobre «la teología del cuerpo». En cuanto al Padre Thomasset , se dedica a criticar directamente esta encíclica, con lo que demuestra que no la ha entendido.
Asistimos actualmente, con ocasión del Sínodo sobre la Familia, a una nueva ofensiva dirigida a adecuar la moral sexual de la Iglesia al espíritu de los tiempos. Uno de los argumentos privilegiados consiste en decir que la mayoría de los fieles no reciben las normas morales y que la doctrina que las fundamenta es ininteligible. Se trata, pues, de transformar las exigencias morales en facultativas para dejar de «culpabilizar» a las parejas. Presentan este enfoque como el ejercicio de la misericordia de la Iglesia, que renuncia por fin a hacer llevar cargas inútiles a los bautizados. Todo esto descansa sobre verdaderas contradicciones en cuanto a la naturaleza de la conciencia, de la ley moral y, desde luego, de la Misericordia divina.
Razonamiento circular
Además, nos encontramos frente a un razonamiento circular. En efecto, ¿por qué la enseñanza moral de la Iglesia no ha sido recibida por los fieles franceses si no es porque desde hace cincuenta años la pastoral familiar consiste en nuestro país (Francia, N.d.T) muy a menudo en guardar en secreto tales enseñanzas, así como en rehusarse a tomar medidas concretas para esclarecer su comprensión y tocar así los corazones? En lugar de trabajar en una verdadera maduración de la subjetividad cristiana para que se despliegue libremente según la verdad de la persona humana, se trabaja en crear una nueva casuística, lo cual no es más que un signo de que nos hemos estacionado en una mentalidad legalista. Entonces, ¿cuándo se pondrán nuestros pastores y profesores a transmitir la riqueza de la moral conyugal, lo cual implica que la entiendan y la perciban efectivamente como un camino de vida y de santidad? Lo que está en juego es central, y es la vinculación indisociable entre fe y moral y, a final de cuentas, entre la misericordia y la conversión (que no tiene nada que ver con la exoneración de la culpa, como desean algunos).»