(Zenit) «María nos hace familia señalando el camino fecundo para lograrlo, camino que pasa por la comunión, la ayuda mutua y el cuidado recíproco que Dios Creador ha inscrito en toda auténtica relación humana», sostuvo.
El egoísmo rompe la armonía y la confianza, explicó, pues se olvida que la «realización humana para por el encuentro y la acogida bondadosa del otro». Añadió: «Siempre que no logramos superar el mal oscuro del individualismo egoísta, en la vida familiar, en la vida social y política a escala nacional, solo logramos ahondar las brechas que nos dividen y tolerar que unos se consideren más dignos que otros».
Haciendo referencia al pasaje del Evangelio en que Jesús resucitado vuelve a encontrarse con Pedro y le pregunta si lo ama, el arzobispo de Santiago aseguró que «la confianza brota cuando se ama, solo cuando se cree que el amor es más fuerte que la traición y el pecado, cuando el perdón permite creer en el otro y emprender juntos nuevos caminos y misión».
El cardenal Ezzati fue claro al decir que cuando Chile se debate en el camino oscuro de la desconfianza y de la sospecha en esta fiesta de la Carmelita, el Evangelio de Jesús nos indica que la anhelada transparencia, no puede ella sola devolvernos por si sola la confianza. «La transparencia será eficaz y la confianza podrá ganar terreno entre nosotros solo si establecemos entre las personas, los miembros de la familia, los grupos sociales y políticos, relaciones que se fundan en el amor, laicamente, en la amistad cívica, que permite ver en los otros a hermanos a los cuales no puedo engañar» y con los cuales puedo restablecer la confianza porque han sido honestos en reconocer sus faltas.
Cuidar la vida
El Arzobispo dijo que a María acude Chile para caminar hacia el bien común. Citando la encíclica Laudato Sii del Papa Francisco recordó que «el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral también reclama el bienestar social y el desarrollo de los grupos intermedios, aplicando el principio de subsidiareidad». Entre estos grupos destaca la familia. Caminar hacia el bien de todos implica paz social, que se consigue mediante la justicia distributiva, cuya violación siempre genera violencia, como también cuidar la dignidad de los más pobres.
El Arzobispo también encomendó a la Virgen del Carmen el cuidado de la vida naciente y hasta su muerte natural. Finalizó al homilía pidiendo que mire «con misericordia a tantos hijos que hoy levantan sus ojos hacia ti esperando encontrar en tu corazón de Madre acogida, escucha y bendición».