(ACI/Blanca Ruiz) Según explica el Prelado «hay maneras y maneras de plantear las vacaciones», para algunos es un tiempo de no hacer nada y en este sentido, apunta el Obispo «las vacacione son demoledoras, destruyen a la persona, la dejan desarticulada».
Por otra parte, Mons. Fernández explica que también hay otro modo de afrontar este tiempo de vacaciones que consiste en dedicarlo «a cubrir tantos huecos de la vida, que cotidianamente no se pueden satisfacer».
«En este sentido, vacaciones es cambio de ocupación, es hacer aquello que no puedes en el tiempo ordinario, es preparar el futuro, es disponerse para una nueva etapa, la del próximo año en la que seguir gastando la vida, según la vocación y el estado en que cada uno ha sido llamado», precisa el Obispo.
De esa manera ha propuesto que las vacaciones sean «un tiempo privilegiado para encontrarse con Dios, como quizá no podemos hacerlo a lo largo del curso».
«En vacaciones encontramos tiempo para retirarnos a más oración: unos ejercicios espirituales, unos días de monasterio, tiempo más abundante para la lectura espiritual, para la reflexión, para ajustar nuestra vida a la voluntad de Dios», precisa.
Porque, según afirma Mons. Fernández, «el ritmo cotidiano no es tan apremiante y puede dedicarse más tiempo y con más sosiego a la lectura sosegada de la palabra de Dios, de la vida de los santos, de temas que completan nuestra formación».
El Obispo de Córdoba insiste en la carta que «el tiempo de vacaciones es para ponernos las pilas y volver a la vida ordinaria renovados en el espíritu» y propone que se participe en jornadas, cursillos de espiritualidad y formación, así como convivencias de contenido religioso.