(Aica/InfoCatólica) El prelado comentó que «se habla de crisis de la educación, en el sistema educativo» indicando que «lo que no se advierte muchas veces es que tiene que haber una continuidad en el proceso educativo entre lo que se aprende en la familia y lo que se aprende en la escuela. Y no me refiero a la instrucción». «La educación –añadió– es algo mucho más amplio que la instrucción; se trata de la formación integral de una persona, en lo intelectual, en lo afectivo, en la adquisición de valores y virtudes, en la visión del mundo y de la cultura que se va asumiendo aún desde pequeño. Esto comienza en la casa, comienza en la familia».
«Si en la familia no se cumple ese aspecto liminar de la educación es muy difícil que se cumpla en la escuela. Entonces los problemas no son sólo problemas escolares o del sistema educativo; son problemas culturales muy profundos, son problemas de la sociedad», dijo.
Contacto de los padres con la escuela
También dijo que es importante «que los papás estén en contacto con la escuela y las autoridades educativas» y que «cuando llevan el chico al colegio piensen que no lo «depositan» allí para que los educadores se las arreglen solos, sino que lo que ellos realizaron en la familia continúa acompañándolo en el complemento escolar».
Para el prelado platense «los grandes problemas de hoy consisten en que si la familia está en crisis la educación de los niños está en crisis. Y hablo de niño porque se empieza desde muy pequeño, se empieza casi desde bebé, porque la educación es algo no formulable pero que se verifica ya en el contacto del chico con la madre y el empezar a conocer al padre y demás. Si falla la dimensión educativa de la familia, el itinerario educativo no comienza bien».
La escuela no reemplaza lo que no se da en la familia
Sostuvo que «la escuela no puede reemplazar lo que en la casa no se dio» respecto de la formación integral y que otro «de los problemas más serios de hoy es la formación afectiva. La orientación de las primeras pasiones, cómo la voluntad va eligiendo y como aprende a elegir, con qué criterios».
Monseñor Aguer explicó que también es fundamental «la dimensión religiosa» pues «aunque vayan a un colegio católico» la formación religiosa y el sentido de lo religioso «empieza en la familia. Si los chicos desde pequeños ven que el papá y la mamá rezan, por ejemplo, si se les enseña desde muy pequeños a hacer la señal de la Cruz, o rezar el padrenuestro, aunque balbuceando, el chico lo aprende».
Manifestó que «esto es un problema fundamental para la Argentina y para el mundo de hoy. Hay que recuperar la función educativa de la familia. Y desde la perspectiva del sistema educativo hay que tener en cuenta el papel fundamental de la familia». Poerque la escuela no es un principio absoluto y necesita del apoyo familiar, esa especie de continuidad. Se trata de valores, la escuela es fundamentalmente la relación maestro-discípulo, maestra-alumno. Esto tiene algo de paterno-filial, materno-filial. Este valor puede realizarse si existe un influjo materno y paterno en la formación familiar del hijo».