(Zenit/InfoCatólica) Muchos periodistas, con ocasión del encuentro, han interrogado al purpurado especialmente sobre la crisis en Irak y en Medio Oriente, la cual está sembrando muerte y destrucción casi como una «guerra mundial».
La situación de los cristianos en Irak «está realmente en el corazón del Papa y de la Santa Sede», ha indicado Parolin, tildando de «dramática» la emergencia humanitaria que ha surgido en la región. El Vaticano –ha asegurado– está comprometido para que los cristianos «primero reciban ayuda y asistencia humanitaria» y después «puedan volver con seguridad a sus pueblos y a sus casas».
En cualquier caso, ha remarcado el purpurado, las situaciones de crisis no se paran añadiendo violencia a la violencia, sino «con la voluntad política de todas las partes implicadas en el conflicto y con la ayuda de la comunidad internacional». Y ha reiterado que «este es el único camino», la única forma de evitar que «estos conflictos prosigan y sean olvidados», como ha sucedido en el caso de Siria.
Diplomacia vaticana en la crisis ucraniana
El Secretario de Estado ha analizado también a la situación en Ucrania. Precisamente ayer parece que la región había pronunciado la palabra 'final' a la trágica crisis que la ha golpeado desde marzo. Todo gracias a una llamada entre el presidente ruso Vladimir Putin y el ucraniano Petro Poroshenko, con la que se ha establecido de común acuerdo un «cese al fuego total».
Una solución, esta, deseada desde hace meses, detrás de la que está también la 'mano' de la Santa Sede, según ha afirmado el cardenal Parolin. «La diplomacia vaticana se ha movido al inicio de la crisis», ha dicho, «ha habido una intervención del Papa que ha hecho coincidir tanto al presidente ruso Putin, como al de Ucrania, que después ha podido contarlo». «Hay una presencia de la diplomacia vaticana en toda esta situación», ha añadido, explicando también que «se está pensando en cómo ayudar en una composición pacífica de la situación».
Tierra Santa
El mismo modus operandi también para establecer la paz en Tierra Santa. También allí parece que los negociadores hayan llevado hasta una tregua semipermanente entre Gaza e Israel. Se ha recordado también las oraciones del Pontífice, a partir de la gran «Invocación por la paz», celebrada el 8 de junio, día de Pentecostés, en los Jardines Vaticanos con los presidentes Mahmud Abbas de Palestina, el israelí Shimon Peres, y el patriarca Bartolomeo.
Sobre el encuentro muchos han dudado de su eficacia, sin embargo, «para el Santo Padre la oración tiene siempre un efecto, aunque si nos es inmediatamente visible», ha dicho el cardenal. En su opinión, «todo lo que es necesario para reforzar la voluntad de paz» es útil; «por tanto también la oración», porque «nos pone en las manos de Dios, y nosotros sabemos que solo Él puede darnos la inspiración y la fuerza justa».