(Profesionales por la Ética/InfoCatólica) Las hermanas recurrieron y el Tribunal Superior de Justicia accedió interpretando que se trataba de aplicar los derechos del paciente y que por lo tanto no necesitaba autorización judicial. El ministerio público se opuso y elevó la cuestión a la Corte Suprema, que reclamó informe de la Procuradora de la Nación. El informe de 9 de abril pasado ordena retirar la alimentación y todas las medidas terapéuticas. Ahora la decisión está de nuevo en a la Corte Suprema.
De momento el obispo de Neuquén, Mons. Virginio Bressanelli ha pedido que se actualice su diagnóstico porque –en su opinión- es posible que su situación haya cambiado. «Rota y se acomoda en la cama por sí mismo, se frota o rasca en la parte del cuerpo donde siente molestias. A veces, aprieta suavemente la mano de quien lo toma. Al parecer de quienes más lo conocen y acompañan, su respuesta a estímulos externos no es sólo refleja sino que, por momentos, se trataría de actos dirigidos.
Marcelo es sensible a muestras de afecto y hacia quienes le conversan; se irradia su rostro al escuchar música; da señales visibles de displacer o cansancio cuando algo no le gusta»
Argentinos Alerta recuerda que Marcelo no ha podido manifestar su voluntad, que no se encuentra en estado terminal como exige la ley y que no está recibiendo tratamientos extraordinarios sino tan ordinarios como comer y beber. Una sociedad que trata de ser inclusiva no puede decidir la muerte de uno de sus miembros por el simple hecho de que no puede defenderse. De ahí que hayan iniciado una campaña de peticiones ciudadanas con el lema ¡Quieren matar de sed a Marcelo!
Vida Digna explica que el caso de Marcelo tiene precedentes. Así, la joven Eulana Englano falleció en 2009 en Italia tras la retirada de algo tan ordinario como es la hidratación y la nutrición. Tan solo un año después del caso que conmocionó al mundo, Italia sacó su ley de Cuidados Paliativos que blinda la posibilidad de retirada de la alimentación y nutrición en estos casos. Con la nueva Ley se crea un Observatorio Nacional, se integran los cuidados paliativos en el sistema sanitario, se establecen controles regionales de calidad y se crean las innovadoras acreditaciones de «hospitales sin dolor» para garantizar la buena atención al final de la vida. Todo un ejemplo de reacción y modelo a seguir tras la muerte de Eulana Englano.
En España, el caso de Ramona Estévez en 2011 es similar al de Eulana, que murió tras la retirada la alimentación e hidratación basándose en la Ley de Muerte Digna de Andalucía y sobre la que el forense que certificó su muerte señaló que «su situación era difícil, pero no irreversible» ha puesto de manifiesto, desde muchos sectores sociales y políticos, la necesidad también de crear una Ley Nacional de Cuidados Paliativos. La Ley italiana constituye un modelo de gestión de calidad y ética asistencial.