(AVAN/InfoCatólica) Según el prelado alemán, «una centralización exagerada de la administración no ayuda a la Iglesia sino que más bien impide su dinámica misional».
En las jornadas, en las que ha intervenido también el arzobispo de Valencia y Gran Canciller de la UCV, monseñor Carlos Osoro, Gerhard Ludwig Müller ha disertado sobre la colegialidad y ejercicio de la potestad suprema de la Iglesia en el marco de las XII Conversaciones de Derecho.
Saludable descentralización
Así, monseñor Müller ha recordado las palabras del Papa Francisco en la Exhortación Apostólica «Evangelii Gaudium», que habla de una «saludable descentralización» en la Iglesia: «Un reajuste de independencia y colaboración de las Iglesias locales, de la colegialidad episcopal y del Primado del Papa nos permitirá no perder de vista la exigencia trascendental de la cuestión sobre Dios».
Para el prelado germano un ejercicio «reformado» del Primado también pertenece a la nueva evangelización. «Una Iglesia que sólo girase en torno a los propios problemas estructurales sería espantosamente anacrónica y ajena al mundo, pues en su ser y misión no es otra cosa que la Iglesia del Dios trinitario, origen y destino de cada hombre y de todo el universo», ha aducido.
Ni cambio de dirección ni revolución
Con el texto papal -ha puntualizado monseñor Müller-, «no se ha dado la señal para un cambio de dirección o una revolución en el Vaticano, en contraposición con interpretaciones superficiales». Según Müller, «lo que le interesa al Papa es una superación tanto del letargo y de la resignación ante la secularización extrema, como un final de las disputas debilitantes dentro de la Iglesia entre ideologías tradicionalistas y progresistas».
Unión dentro de la propia Iglesia
«La Evangelii Gaudium quiere reunificar interiormente a la Iglesia, para que el Pueblo de Dios, en su servicio misionero, no sea obstáculo a una humanidad necesitada de salvación y ayuda. Las guerras civiles, el terrorismo, la pobreza, la explotación, la situación de los refugiados, la drogadicción, el incremento de los suicidios, la adición a la pornografía en un 20% de la juventud, la crisis de sentido y la desorientación espiritual y moral de millones de personas…todas estas tragedias globales y cotidianas hacen que sobrevenga a la Iglesia de Dios la tarea trascendental de dar nuevamente esperanza a la humanidad», ha incidido.
La Iglesia Católica no es una federación de iglesias estatales
En opinión del nuevo cardenal, «tendencias separatistas y comportamientos prepotentes solo dañarían a la Iglesia». La revelación ha sido encomendada a la Iglesia «única y universal» para su fiel custodia, guiada por el Papa y los Obispos en comunión con él. «La Iglesia Católica es communio ecclesiarum y no una federación de Iglesias estatales o una alianza mundial de comunidades eclesiales confesionalmente emparentadas, que respetan por tradición humana al Obispo de Roma como presidente honorífico».
Así monseñor Müller ha manifestado que, aún siendo medios «indispensables», nación, idioma y cultura «no son principios constitutivos para la Iglesia, que testifica y realiza la unidad de los pueblos en Cristo».
«Las iglesias locales, como la Iglesia de Cristo, no son constituidas en absoluto por la voluntad asociacional de cada uno de los cristianos. Más bien es Cristo mismo, quien, mediante sus Apóstoles y los sucesores de éstos funda la Iglesia universal en y desde las Iglesias locales. Solo se puede hablar de Iglesia local, cuando ésta realiza visiblemente en el Obispo, sucesor de los Apóstoles, la unidad con las otras Iglesias locales y la unidad con el origen de la Iglesia en Cristo y los Apóstoles.
Primado y episcopado, esencia de la Iglesia
El arzobispo alemán ha aseverado que la unidad «fraternal» de los obispos de la Iglesia Universal «cum et sub Petro» se fundamenta en la «sacramentalidad» de la Iglesia, y con ello, en el derecho divino. «Solo a precio de una desacralización de la Iglesia podría realizarse una lucha de poder entre fuerzas centralistas y particularistas. Al final quedaría una Iglesia secularizada y politizada, que solo se diferenciaría en grado de una ONG. La invitación del Papa a una renovada percepción de la Colegialidad de los Obispos es lo contrario a una relativización del servicio que Cristo le ha encomendado de forma inmediata», ha añadido.
Para el Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe el Papa sugiere en «Evangelii Gaudium» una praxis «corregida, correspondiente a la civilización global y digitalizada de hoy». Aunque Primado y Episcopado pertenecen a la «esencia» de la Iglesia, las formas de su realización en la historia son necesariamente «diversas».
«La comunión y la misión son los dos elementos que constituyen a la comunidad de los discípulos de Jesús como signo e instrumento de unidad de los hombres con Dios y de unidad entre ellos mismos. Por tanto, la Iglesia es esencialmente una sola, como servidora y mediadora de esa unión. La Iglesia no es la posterior suma de los individuos en su relación autónoma e inmediata con Dios, sino que está ya unida con Cristo orgánicamente como el cuerpo con la cabeza», ha indicado.
Papel del obispo
El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe se ha referido también al papel de los obispos a dicho respecto: «En tanto que el colegio del obispo sirve a la unidad de la Iglesia, éste debe portar en sí mismo el principio de esa unidad. Por ello el obispo solo puede ser pastor de una Iglesia local y no el presidente de una federación de alianzas eclesiales regionales y continentales. Y su colegio no puede ser sólo un principio objetivo puro. En tanto que en la esencia interior del oficio episcopal se trata de un testimonio personal, el principio de la unidad del episcopado mismo se encarna en una persona».
Para monseñor Müller es «importante» interpretar el ministerio episcopal «como realidad sacramental en la Iglesia sacramental y no confundirlo con el servicio de un moderador de puras asociaciones humanas».
Finalmente, el arzobispo alemán ha recordado que la Iglesia «no es la Luz», ella solo puede dar testimonio «de la Luz que ilumina a cada hombre, Jesucristo» y que, «a pesar de todas las tormentas y vientos contrarios, la barquilla de Pedro debe volver a izar las velas de la alegría por Jesús, que está junto a nosotros».