(Portaluz/InfoCatólica) Vivir con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana causante del SIDA, padecer Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) y el Embarazo no deseado son tres de los principales problemas que padecen los adolescentes y jóvenes de países en vías de desarrollo, según denuncian los informes de la UNICEF, la OMS y otros estudios regionales.
Esos organismos internacionales y los gobiernos locales constatan el hecho, identifican las causas e implementan en coherencia con ello programas de intervención. Pero tras 15 años, las cifras del problema continúan señalando que no hay avances. Fracaso.
Cuando San Pablo a comienzos de la década del 50 comenzó a evangelizar la ciudad de Corinto, se encontró con una realidad semejante a nuestras sociedades contemporáneas. Una ciudad cosmopolita plena de personas autocomplacientes… Cegados en el éxito de su comercio y las posibilidades de poseer y poder que ello les daba. La prostitución sagrada en el templo de la diosa Afrodita y el mercado de esclavos eran una señal del hedonismo y relajo moral que les atrapaba.
Pablo fue radical y certero cuando enfrentó las consecuencias del laicismo en su época y así fue como desde la ciudad de Éfeso, alrededor del año 55, envió un claro mensaje a los ciudadanos de Corinto: «Huid de la fornicación, todo pecado que comete el hombre, queda fuera de su cuerpo, mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo» (1Corintios 6:18).
Ayer como hoy la raíz del problema es la misma
Para los cristianos es evidente que el mensaje imperativo del apóstol sobre las consecuencias de la fornicación (en particular en la vida de los adolescentes), sigue hoy vigente. Así lo señala en su número 2353 el Catecismo de la Iglesia Católica: «La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la generación y educación de los hijos. Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores».
Reflexionado sobre el tema, Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba (España), nos dice que las palabras de Pablo «parecen dirigidas especialmente a nuestro tiempo, donde la incitación a la fornicación es continua en los medios de comunicación, en el cine, en la TV, incluso hasta en algunas escuelas de secundaria, dentro de los programas escolares». «Cuando la sexualidad está desorganizada –agrega- es como una bomba de mano, que puede explotar en cualquier momento y herir al que la lleva consigo».
Al respecto de esa «bomba» que refiere el obispo, son los organismos internacionales quienes en sus cifras le dan la razón y por consecuencia también al apóstol converso (san Pablo):
• Una de cada cinco personas en el mundo es un adolescente y el 85% de ellos vive en países en desarrollo.
• Más de dos millones de adolescentes en todo el mundo padecen del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). La mortalidad en este grupo de población aumentó 50 por ciento entre 2005 y 2012.
• Todos los años, alrededor de 16 millones de niñas de entre 15 y 19 años dan a luz, lo que representa aproximadamente el 11% de todos los nacidos en el mundo.
¿Por qué el fornicar atrapa a los adolescentes?
Sin tocar siquiera el mensaje del evangelio y su invitación a una moral que integra la propuesta de Jesucristo en la propia vida, conocido es el estudio de Rand Corporation que, liderado por la Dra. Anita Chandra, estableció ya en 2008, que existe una directa relación entre el embarazo adolescente y la exposición a una programación de televisión y publicidad que está hoy sobre erotizada (pulse para ver).
Al respecto, en el n° 64 de su Exortación Apostólica Evangelii Gaudium, Papa Francisco enseña que cuando la sociedad niega «toda trascendencia», se produce «una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido del pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo, que ocasionan una desorientación generalizada, especialmente en la etapa de la adolescencia y la juventud, tan vulnerable a los cambios».
Pero también son los Organismos internacionales y gobiernos quienes con su estrategia y discurso condicionan la conducta sexual de los adolescentes. Para los organismos internacionales de Naciones Unidas vinculados a la salud (OMS-UNICEF) y planificación familiar (Fondo de Población de Naciones Unidas), los problemas (embarazo adolescente, Enfermedaes de Transmisión sexual, VIH) que la actividad sexual de los adolescentes (fornicar) genera, se resuelven educando sobre la existencia, disponibilidad y uso de métodos anticonceptivos y otorgando acceso a ellos...
«Los programas para impartir a los adolescentes educación sobre salud sexual y reproductiva deben ir combinados con otros programas que los inciten a aplicar lo aprendido en su vida cotidiana, y también con medidas para que accedan fácilmente a cualquier servicio de salud preventiva o curativa que necesiten y sean atendidos por personal sanitario competente y comprensivo.» (vea el ´informe´ completo).
Pero esas políticas públicas desarrolladas en los últimos quince años han fracasado. El VIH, las ETS y el embarazo adolescente continúan presentes incluso allí donde se ha dispuesto el libre acceso al condón, clases de educación sexual, aborto legal, mejoras en la disminución de la pobreza.
Baste mencionar como ejemplo, que el Banco Mundial en su reciente estudio «Embarazo adolescente y oportunidades en América Latina y el Caribe: sobre maternidad temprana, pobreza y logros económicos» reconoce que el embarazo adolescente continúa siendo un problema en la región «a pesar de los avances registrados en los indicadores de educación y salud de las mujeres en la última década y la creciente participación femenina en el mercado laboral».
Enfrentar la fornicación… la solución de San Pablo
En la difundida entrevista que en septiembre de 2013 el Papa Francisco concedió al jesuita Antonio Spadaro señaló que para encontrar soluciones a problemas concretos que involucran lo moral, es urgente retornar a «la frescura y el perfume del Evangelio». Para ello, agregó el Pontífice «la propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante».
El desafío entonces es cómo enamorar el corazón de los niños, adolescentes y jóvenes con los ideales del matrimonio o la vida célibe -ambas en castidad- que san Pablo señala en su misma carta a los habitantes de Corinto: «¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?» (1Cor 6,19)
Y, ¿por qué dar la razón a san Pablo? No sólo por cuestiones de fundamentalismo doctrinario. Tras siglos, hoy son investigadores modernos quienes han identificado la positiva relación entre experiencia de fe en la familia y conducta sexual de los adolescentes, dando la razón al Papa y a San Pablo…
1.- Comunicación de valores: Las madres que dialogaban con sus hijos adolescentes sobre las consecuencias sociales y morales de la actividad sexual, lograban disminuir las relaciones sexuales prematrimoniales (Estudio disponible en: Vincent Guilamo-Ramos et al., «Parental Expertise, Trustworthiness, and Accessibility: Parent-Adolescent Communication and Adolescent Risk Behavior,» Journal of Marriage and Family 68, No. 5 (December 2006): 1229-1246.
2.- La fe forma al adolescente para el matrimonio. En comparación con sus pares no creyentes y no activos en la Iglesia, los adolescentes que asisten a Misa y participan en su parroquia son más propensos a casarse y menos propensos a cohabitar (Estudio disponible en: David Eggebeen and Jeffrey Dew, «The Role of Religion in Adolescence for Family Formation in Young Adulthood,» Journal of Marriage and Family 71, (February 2009): 108-121).
3.- Las actitudes hacia la convivencia y el sexo prematrimonial. Los adultos jóvenes que asistieron a misa con frecuencia durante la adolescencia eran más propensos a rechazar las relaciones sexuales prematrimoniales y la cohabitación. A la edad de 23 y 31 años, los adultos jóvenes encuestados que al menos desde los 18 años asistían frecuentemente a misa, eran más propensos a rechazar el sexo antes del matrimonio, la cohabitación fuera del matrimonio y el divorcio en comparación con sus pares que asistieron con menor frecuencia (Estudio disponible en: Lisa D. Pearce «Religious Identity and Family Ideologies in the Transitions to Adulthood,» Journal of Marriage and Family 69, No. 4 (December 2007): 1227-1234).
4.- La religiosidad en los Adolescentes fortalece el matrimonio. Los adolescentes que consideran importante la religión en sus vidas y participan en la Iglesia, eran más propensos a casarse y sin convivencia previa, en comparación con los jóvenes que consideran la religión como menos importante (Estudio disponible en: Wendy D. Manning, «The Changing Institution of Marriage: Adolescents’ Expectation to Cohabit and to Marry,» Journal of Marriage and Family 69, (August 2007): 559-575.
5.- Si requiere más argumentos y otros estudios, conozca el informe de Family Facts pulsando aquí.
San Pablo -como los organismos internacionales y gobiernos de hoy-, es consciente de las consecuencias del fornicar. ¿La diferencia?: El apóstol busca la solución en la raíz del problema, pero el laicismo dominante pretendiendo resolver sólo los síntomas (ETS, VIH, embarazo adolescente) continúa fracasando. Sin apego a una moral que es vivida como consecuencia de la fidelidad al evangelio, las ETS, el VIH, el embarazo adolescente y otros males continuarán diezmando el cuerpo y el alma de nuestros adolescentes.
Como reflexión final, citamos lo que en Evangelii Gaudium dice Papa Francisco valorando el sentido de la vida (también de la sexualidad): «No me cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del Evangelio: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».