(Fides/infoCatólica) El arzobispo maronita de Damasco expresa con imágenes fuertes los sentimientos compartidos por muchos cristianos sirios al acercarse otra Navidad en guerra.
«Jesús», señala Mons. Nassar «no está solo en su miseria. La infancia de Siria, abandonada y marcada por escenas de violencia, sueña con estar en el lugar de Jesús, que siempre tiene con él a sus padres que lo abrazan y acarician (...). Algunos envidia al Niño divino que ha encontrado un establo para nacer y refugiarse, mientras que entre estos niños desafortunados está quién ha nacido bajo las bombas o a lo largo del camino de la fuga».
También María - insiste el arzobispo maronita- «ya no está sola en sus dificultades: muchas madres infelices y desafortunadas viven en la pobreza extrema y cargan con todas las responsabilidades de la familia ellas solas, sin sus maridos... La presencia tranquilizadora de José en la Sagrada Familia despierta una especie de enviadia entre las miles de familias privadas de un papá. Una ausencia que alimenta el miedo, la angustia y la inquietud».
¡Señor, escúchanos!
En el estado maltrecho del pueblo sirio, no parece haber lugar para la promesa de la paz y la alegría que comporta la Navidad: «El infernal ruido de la guerra», escribe Mons. Nassar «ahoga el Gloria de los Ángeles. La sinfonía de la Navidad para la paz cae frente al odio y la crueldad atroz». Sin embargo, precisamente el extenuante prolongarse del conflicto que ya ha superado los mil días, hace aún más fuerte el grito de la oración y de la esperanza de los cristianos frente al pesebre: «¡Señor, escúchanos!», así concluye su mensaje, el arzobispo Nassar.