Ya ha recaudado casi la mitad del coste de la reparación

El párroco de Lliçà de Vall vende cosméticos para poder rehabilitar su iglesia

Donde no llegan los fondos públicos lo hace la imaginación. Valentí Alonso, el joven mosén de las parroquias de Lliçà, en la provincia de Barcelona, junto con el activo Consejo Pastoral local, impulsa la rehabilitación de la fachada de la iglesia de Sant Cristòfol de Lliçà de Vall gracias a la venta de productos de belleza que les ha cedido una empresa de la localidad. El templo es un monumento de 1669, de estilo gótico tardío, del que sólo se pudo restaurar el campanario hace unos años. El complejo religioso se amplió a primeros del siglo XVIII pero fue remodelado tras los bombardeos de la Guerra Civil con materiales de muy baja calidad.

(F. C. García/La Vanguardia) El problema, según el sacerdote "es que la Iglesia no es un monumento protegido y "debe ser la parroquia quien sufrague los gastos de mantenimiento y restauración". El coste de reparación, sobre todo de la fachada cuyo remozado se cae a trozos, asciende a 100.000 euros.

Los parroquianos lo han intentado todo. Empezaron pidiendo la colaboración de los vecinos a través de una campaña de buzoneo, pero la aportación, en un pueblo de 6.000 habitantes, fue insuficiente. A continuación "enviamos cartas a las empresas de los polígonos industriales" pero la situación económica de la mayoría no está para acciones solidarias, de 400 sólo respondieron 20.

Un tenderete en la capilla

La idea de montar un puesto de venta en una capilla lateral de la iglesia surgió cuando una de las industrias les sugirió que aceptaran la donación de cosméticos y artículos de perfumería. Desde entonces la venta ha tenido tanto éxito que los fieles de Lliçà de Vall "vienen a misa a comprar el champú". Los productos de marcas prestigiosas que venden en el templo parroquial "no entran en competencia con los comercios locales" de lo contrario, asegura el párroco "no los venderíamos".

Hasta el momento los fondos obtenidos ascienden casi a la mitad del coste de restauración. Un termómetro dibujado en un mural del altar lateral indica que ya se han recaudado 47.000 euros, la mayoría procedentes de donaciones particulares. La venta en el interior de la iglesia no es la única fórmula imaginativa que han ideado en Lliçà de Vall. Una subasta de cuadros del fondo de concursos de pintura cedidos por el consistorio y tómbolas y sorteos de otros productos procedentes de donaciones o la instalación de lonas publicitarias son otras de las iniciativas proyectadas.

"Para las parroquias mantener las iglesias es un lastre económico" afirma el mosén y más en una época donde "hemos notado un descenso en las limosnas" aunque matiza que "también ha descendido el número de fieles". Aún así, Valentí Alonso, se muestra esperanzado en revitalizar su parroquia ya que últimamente "se ha invertido la tendencia". En Lliçà "hemos tenido 30 defunciones y 120 bautizos".

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