Hay que favorecer la escucha de la llamada de Dios

El Obispo de Ávila alienta la cultura de la vocación en una sociedad que prescinde de Dios

El Obispo de Ávila, Monseñor Jesús García Burillo, considera necesario generar una cultura de la vocación que acentúe la "necesidad" que el mundo y los hombres tienen de Dios ante una sociedad que, a su juicio, prescinde de Dios. Con motivo de la celebración de la festividad de San José, patrono de la familia y del Seminario y a quien el Obispo se refiere como un "hombre justo llamado por Dios" que aceptó ser padre del hijo y esposo de la Madre de Dios y que, pese a haber jugado "aparentemente" un papel secundario fue escogido "para ser una pieza clave en la historia de la salvación", el Prelado recuerda que hoy se celebra también el Día del Seminario, "día de la vocación y del seguimiento a la llamada de Dios como lo hizo San José".

(ACI/InfoCatólica*) "El seminario es el corazón de nuestra diócesis, el ámbito humano donde crece y madura la vocación de aquellos jóvenes procedentes de nuestras comunidades parroquiales que han respondido generosamente a la llamada de Cristo a prolongar su presencia salvadora entre los hombres", destaca el Obispo antes de subrayar que, "en el contexto de una sociedad que prescinde de Dios como la actual", es "preciso" generar una cultura de la vocación "que acentúa la necesidad que el mundo y los hombres tienen de Dios".

Asimismo, asevera que el objetivo de la campaña del Día del Seminario busca, en primer término, "favorecer" la escucha de la llamada de Dios al sacerdocio en todos aquellos niños, jóvenes y adultos que Dios ha escogido, tarea "fundamental" para el futuro de la Iglesia y de la sociedad "que requiere el compromiso de todo el pueblo de Dios y en particular de las familias cristianas, sobre su responsabilidad en las vocaciones al ministerio sacerdotal".

"Conscientes de esta necesidad, hemos de hacerla propia si de verdad amamos a la Iglesia y queremos que nuestras comunidades parroquiales, Movimientos y asociaciones estén llenas de vitalidad cristiana y no carezcan de pastores que las guíen y las cuiden", dice el obispo abulense .

El segundo de los objetivos busca, según monseñor García Burillo, promover, acompañar y tender la mano a los "llamados" con el fin de ayudarles a escuchar la voluntad de Dios y acoger "con docilidad y fidelidad su designio" ya que, a su juicio, todas las personas tienen responsabilidad "en la promoción, cultivo y acompañamiento de las vocaciones al sacerdocio".

Que los "elegidos" perseveren

El tercero de los fines radica en sostener, "sobre todo a través de la oración intensa e incesante", para que los "elegidos perseveren en su respuesta a la llamada del Señor".

"Hemos de colaborar con Dios, echarle una mano para que su llamada tenga respuesta en el corazón de los jóvenes. Todos hemos de emprender una entusiasta y eficaz campaña vocacional hablando a Dios y presentándole la gran necesidad de sacerdotes que tiene su Iglesia y pedirle y confiar en él ya que su ayuda no nos debe faltar", señala el obispo de Ávila antes de apuntar a la necesidad de hablar de Dios a la familia y a los jóvenes para comunicarles "lo que el Señor quiere y lo que la Iglesia necesita".

En su opinión, para alcanzar la gracia de la vocación en el momento presente es "imprescindible" una "total implicación" por parte de los padres, catequistas, educadores, animadores, consagrados y sacerdotes en el trabajo de promoción vocacional para que los jóvenes a los que el Señor sigue llamando al ministerio "descubran y valoren el don inmenso que supone tal elección en orden a la edificación de la Iglesia".

Para el Prelado, es en el seno de la familia donde, con el apoyo de los padres, se puede escuchar "mejor" la llamada vocacional al sacerdocio ya que esta es la "escuela" donde "nacen los más grandes ideales, donde se cultiva la oración, la participación en la misa del domingo y la frecuencia de los sacramentos".

"Es fundamental e imprescindible el propio testimonio de los padres y su actitud favorable a acoger la vocación de sus hijos no como una desgracia, sino como un signo de la predilección de Dios por su familia", subraya antes de recordar a niños y jóvenes que la vocación es una "especial manifestación del amor de Dios a la persona elegida" que "nace de la escucha atenta al Señor y exige fidelidad a lo escuchado en el corazón".

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