La OSCE denuncia discriminación contra los cristianos

Epidemia de cristianofobia en Europa

En la vieja Europa cristiana, creer en Cristo se ha convertido en algo arriesgado. En muchos de sus países, incluida España, los cristianos sufren marginación en distintos grados por vivir o hablar según su fe. Acaba de denunciarlo la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Parece una verdadera epidemia. Los casos se multiplican últimamente. El 1 de febrero pasado, por ejemplo, el diario británico Daily Telegraph explicaba que una enfermera de religión baptista, Caroline Petrie, fue suspendida de su trabajo, en el Centro de Atención Primaria de North Somerset, por ofrecerse a rezar por una paciente, a pesar de que ésta no había expresado queja alguna.

(Jesús Colina/Alfa y Omega)El 12 de febrero, la BBC y varios periódicos ingleses informaban sobre el caso de una niña de cinco años, de Devon, que rompió a llorar porque su maestra le riñó por hablar de Jesús en clase. Lo grave del asunto fue que su madre podría perder su puesto de trabajo, como recepcionista a medio tiempo en la escuela, porque envió un mensaje de correo electrónico a sus amigos de la iglesia para pedir oraciones por la situación que afrontaba su hija.

En Francia, la Fundación Service politique presentó, el pasado mes de febrero, un estudio a partir de entrevistas a tres mil padres de familia, en buena parte católicos practicantes, sobre su experiencia respecto a la libertad de religión en la escuela de sus hijos. Ante la pregunta: ¿Las escuelas públicas respetan la libertad de conciencia de sus hijos?, el 67% respondió que no. Y ante el interrogante: ¿Sus hijos son víctimas de críticas a causa de su religión en las escuelas públicas?, el 20 por ciento dijo que sí.
En Holanda, el Gobierno retiró, a inicios de año, la subvención de 50 mil euros que ofrecía a la fundación cristiana de ayuda Onze Weg, por el hecho de que la institución considera que la homosexualidad es algo que puede ser superado.

En Bruselas, en la noche entre el 11 y el 12 de diciembre pasados, fue quemada la parroquia greco-melquita (confesión cristiana en unión con Roma) de San Juan Crisóstomo, situada en la Rue de l’Orient. La destrucción no fue total porque el párroco, que vivía en el edificio adjunto, logró contener el fuego, aunque los daños fueron considerables. Los medios, sin embargo, pasaron por alto la noticia. Quizá si hubiera sido una mezquita o una sinagoga, el trato informativo hubiera sido distinto.

En Alemania, el año pasado, la Universidad Ludwig-Maximilians (LMU), de Munich, retiró el reconocimiento académico a un seminario en Gestión ética basada en fundamentos cristianos, pues sus contenidos violaban la corrección política y no hacían suficiente referencia al curso básico de ética en administración de empresas, enseñando más bien los diez mandamientos.

En España, es conocido el caso del magistrado don Fernando Ferrín Calamita, condenado, el pasado diciembre, a dos años, tres meses y un día de inhabilitación por el retraso en la adopción de una menor, solicitada por la compañera de su madre biológica, así como al pago de seis mil euros como indemnización a la querellante.

Una iniciativa sin precedentes

Esta epidemia de cristianofobia, que se está extendiendo por el continente, se ha convertido en un fenómeno tan evidente que algunos lo comparan con el antisemitismo, o la islamofobia. El pasado 4 de marzo, por primera vez en la Historia, la oficina de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), para las Instituciones Democráticas y los Derechos Humanos (ODIHR), organizó una mesa redonda en Viena dedicada especialmente a los riesgos que hoy experimenta el derecho a la libertad religiosa de los cristianos.

Algunos de los casos expuestos anteriormente fueron presentados en el debate, en el que destacó la intervención de Mario Mauro, Vicepresidente del Parlamento europeo que, además, desde el 15 de enero pasado, es representante personal de la presidencia de la OSCE contra el racismo, la xenofobia y la discriminación. «Los ejemplos que hoy se han expuesto -dijo el eurodiputado italiano- demuestran que las discriminaciones contra los cristianos no sólo se verifican en los países en los que los cristianos son una minoría, sino también en aquellos países en los que representan una mayoría, sin contar las persecuciones que golpean a estas comunidades fuera del área de la OSCE». Mauro denunció que existen varios tipos de discriminaciones: «intencionales, cuando la discriminación es motivada por una hostilidad manifiesta contra los cristianos; e involuntarias, algo que sucede cuando algunas reglas de Gobiernos aparentemente neutras producen una desigualdad en el trato a los cristianos».

A juicio del Vicepresidente del Parlamento europeo, estos casos muestran que la libertad religiosa está en peligro en Europa. «Considero que la libertad de religión -afirmó- es el termómetro que sirve para tomar la fiebre a todas las demás formas de libertad existentes y, por tanto, al nivel democrático en un país. Por eso, recomiendo reforzar las actividades de seguimiento de estas formas de discriminación y favorecer, en virtud de los resultados obtenidos, una auténtica campaña en los medios de información orientada a promover la comprensión y el respeto de los cristianos, superando prejuicios infundados y manipulaciones facciosas». El embajador Janez Lenarcic, Director de la Oficina de la OSCE para las Instituciones Democráticas y los Derechos Humanos (ODIHR), explicó que «se ha puesto claramente de manifiesto, en este encuentro, que la intolerancia y la discriminación contra los cristianos se manifiestan de varias formas en el área de la OSCE».

Según explica un comunicado emitido por la misma OSCE, en este encuentro se han expuesto «casos en que se producen imágenes inadecuadas de la identidad y de los valores cristianos por parte de los medios de comunicación y de la política, que llevan a malentendidos y prejuicios». En virtud de un malentendido principio de libertad de expresión, películas de cine, programas de televisión, artículos de prensa, publican o emiten afirmaciones falsas, en ocasiones calumniosas, contra las Iglesias y comunidades cristianas, o sus fieles, según se constató. Ya no hablamos sólo de libros y películas como El Código Da Vinci, o las repetidas ridiculizaciones que hace la pequeña pantalla de los cristianos con frecuencia en España y en otros países, sino que esto se ha convertido en algo rutinario en los grandes medios.

Si algo así ocurriera con las creencias, prácticas, o el culto de otras religiones, ¿qué sucedería?, fue una de las preguntas planteadas en la mesa redonda de Viena. Se habló también acerca de la necesidad de potenciar el diálogo interreligioso, dado que muchos de los desafíos que afrontan los cristianos son compartidos por los miembros de otras comunidades religiosas de la región OSCE. Además, según el comunicado final, «los participantes en el encuentro pidieron una recogida más precisa de datos sobre crímenes contra los cristianos, la adopción de leyes religiosas en línea con los compromisos internacionales, y la asistencia a los Estados y a la sociedad civil para aumentar la conciencia en estas cuestiones».

¿Pero por qué la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) se preocupa ahora de los derechos violados de los cristianos? La respuesta se comunicó en la misma mesa redonda, al recordar que las manifestaciones de odio e intolerancia no sólo afectan a la seguridad de las personas, sino incluso a la seguridad y la estabilidad de los países. Por este motivo, la Organización ha decidido, en los últimos años, intensificar los esfuerzos para contrarrestar estos fenómenos de discriminación cada vez con mayor eficacia.

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