Así lo afirma monseñor Iceta en Alcalá de Henares

"Que en el primer mundo sea donde hay más abortos es algo sarcástico"

El obispo auxiliar de Bilbao, monseñor Mario Iceta, médico cirujano, y también doctor en ciencias de la familia por el Instituto Juan Pablo II, habló en la última sesión del Congreso "La familia en la Encrucijada" organizado por la diócesis de Alcalá, sobre la persona y su vocación al amor, el ministerio nupcial en relación a la paternidad y la maternidad, y la familia como santuario de la vida.

(Cope.es) Estas son algunas de las ideas principales de la ponencia:

La persona y su vocación al amor.

1. Hoy en día se confunde la persona con las actividades de la persona, con sus funciones. Para ser persona la única condición es pertenecer a la especie humana, esta en su “ser”, no en su actuar. El concepto de persona es una aportación del cristianismo. Se toma el término griego para hablar de las personas de la Santísima Trinidad. Vemos en este concepto que somos imagen de Dios. Dios que es amor es interpersonal, no cerrado en sí, sino una comunión de personas, tal y como Él mismo se nos ha revelado. El ser del Padre es generar al hijo por amor, el ser del Hijo es el amor filial al Padre, y el don entre ambos es un don personal, el Espíritu Santo. Cuando Cristo muere en la cruz entrega el espíritu al Padre, porque es una donación al Padre. Este es el misterio de la familia, porque la familia es icono de la Santísima Trinidad.

2. Así como Dios es amor, Dios ha querido entregar este ministerio del amor mutuo a la familia. Hoy en día, por desgracia, en nuestra sociedad, por el pensamiento hiper-moderno, esta noción de persona ha sido reducida a la categoría de individuo. No nos podemos realizar sino cuando amamos, por eso no somos meros individuos, sino personas. El dinamismo de la persona exige la entrega de la vida para ganarla.

3. Entregar la vida por una causa merece la pena, no a una causa. Los que dicen que la entregan a una causa, lo harán, a personas concretas, no a utopías. El amor no es una mera emoción. Esa es la causa del fracaso matrimonial -“ya no nos queremos”- se dice: se ha apagado la emoción primera. Pero eso no es el amor. Amar es entregar la vida. El símbolo del amor no es el corazón, sino la Cruz. Ese es modelo del amor, la entrega de la vida hasta el final, hasta darla.

4. Por eso la vida nace del acto conyugal, que es el acto más sagrado de los esposos después de la eucaristía. Si tu quieres saber cuanto amas debes preguntarte cuantas veces te has sacrificado por la persona humana.

5. Los obispos orientales, nos decían, en nombre de las familias de su Iglesia: vosotros los occidentales, porque es queréis, os casáis, Nosotros, porque nos casamos, nos queremos”.

6. No estamos llamados a vivir en la intemperie, sino en una vida, en Dios, que es amor, en quien nos movemos y existimos. Él es el que nos ha amado. Hasta cuando uno viene al mundo de la forma más sórdida, como una violación, Dios le ama, le ha llamado a la existencia. Y estamos llamados a una vida de plenitud, a una vida de amor en Dios. Sólo amando podemos crecer como personas.

7. Nuestro amor es falible. Por eso necesitamos dos cosas: primero ser perdonados. Es decir, darnos de nuevo, recreados. El perdón recrea siempre, salva siempre. El perdón es la sanación. Lo segundo que necesitamos es convertir el corazón.

El ministerio nupcial en relación a la paternidad y la maternidad.

1. El amor tiene dos aspectos: unitivo y creativo. Por eso el acto conyugal tiene estas dos dimensiones. Unirse y procrear no son dos actos distintos, y aunque técnicamente podamos separarlos, la contracepción falsifica el acto matrimonial, decía Pablo VI en la Humane Vite.

2. Hombre y Mujer los creo. Es una unidad dual, es una naturaleza humana en dos modos. Esta dualidad se expresa a todos los niveles, a nivel corporal, a nivel psicológico, a nivel afectivo. Existe una diferencia y una reciprocidad que son riqueza del matrimonio.

3. Hasta el sufrimiento por la muerte de un hijo es distinto en el padre y en la madre. Son rostros distintos. Cuando un niño se hace daño, aunque su padre sea medico, va a la madre.

4. La sociedad de hoy tiende a despersonalizar el cuerpo: “yo hago con mi cuerpo lo que quiero”, como algo que se tiene. Pero no es así: “yo soy cuerpo”, amo con el cuerpo, con el cuerpo ponemos signos. A una persona que no conoces le das la mano, si la conoces más, un abrazo, si es íntimo, un beso, y si estas llamado a darle tu vida, le das tu cuerpo. Ponemos signos con el cuerpo, y el acto conyugal es un signo del cuerpo.

5. La castidad en último término significa integrar todas las dimensiones de la persona: el amor, la intimidad, la corporalidad, los afectos, etc… La castidad es el modo de poder amar plenamente. Hoy hablas de la castidad y se echan a reír. Es un drama.

6. Hay que enseñar a amar de un modo verdadero. Muchos programas de televisión son devastadores porque enseñan a no amar. No hay dolor más grande que un fracaso afectivo. Nuestros jóvenes estan sometidos a vivir dramáticamente.

7. El matrimonio que es sacramento de la familia es lo que capacita para poder amar. El pecado original es evidente que existe. Es la fatiga en el amar, la confusión con nuestro amor propio, como una fuerza de introspección. En cambio, el matrimonio capacita para entregarse, para generar vida, fatigarse para hacer crecer a sus hijos. El sacramento del matrimonio capacita para amar.

La familia es el santuario de la vida.

1. Hoy en día que tanto se reivindica el espacio natural y su protección, hay que proteger a la familia como el habitat natural del hombre. Se habla de la familia como cédula básica de la sociedad, porque sin ella no existe la persona como sujeto.

2. Se hacen piruetas para resolver los problemas económicos y sociales, cuando la red que salva la sociedad, incluso económicamente, es la solidaridad familiar, es la familia que puede mantener y sostener la sociedad.

3. Los esposos son los ministros de la acción creadora de Dios. Dios mismo se implica en el amor de los esposos para engendrar una nueva persona. Es Él quien ha elegido a los padres. Es una vocación. Hay que tener la certeza de que si “Dios empezó en ti esta obra, Él mismo la llevará a término”.

4. El hijo es un don inmerecido, no un derecho. Los hijos son como la corona de un matrimonio, amados por si mismos. El hijo nunca puede ser un bien útil o instrumental. Se le debe querer por si mismo, no para colmar un vacío, ni menos, para “curar” a un hermano.

5. La educación es la prolongación de la procreación. No es algo accesorio a la misión de los padres, sino esencial a ellos. El tiempo de esta vida es el tiempo de nuestra creación, decía San Ireneo.

6. La familia es un espacio de comunión. Es un bien inmenso, que debemos tutelar. Sólo bajo la experiencia del amor se revela la persona. Que distinto es conocer a alguien al que se ama, que si no se ama. El amor es una luz insustituible, como es un hijo. Cuando falta el hueco está. Nada lo puede remplazar.

7. Nuestra sociedad que permite la eliminación de personas no nacidas, le falta la luz del amor. No se ve la malicia porque cuando no se ama no se ve la persona, sólo números, estadísticas. Que en el primer mundo sea donde hay más abortos es algo sarcástico, porque tenemos los medios para acoger todas esas vidas truncadas.

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