(Fides) Suleiman explica que «todavía no tenemos informes de que se hayan producido muertes, pero sin duda muchos se sienten mal y necesitan ser atendidos. Algunos han tomado el camino de regreso a Siria. Prefieren los riesgos de un país devastado por la guerra que la perspectiva de ver morir a sus hijos en el infierno del campamento de refugiados».
Después de tres días de lluvia y nieve, el fango ha arrastrado las tiendas en las que vivían los refugiados, incluidos niños y mujeres embarazadas. En la tarde del martes 8 de enero, por la exasperación, algunos refugiados atacaron con piedras y palos al personal de la ONU y de las organizaciones locales que participan en el gestión del campo. «La situación es explosiva. Desde hace tiempo venimos diciendo que el campo de Zaatari debe cerrarse. Pero la apertura de una nueva estructura en la zona de Zarqa, que parece inminente, se va posponiendo de una fecha a otra», explica a Fides Suleiman.
Cáritas, que no está involucrada en la gestión directa del campo de Zaatari, ante la dramática situación climática ha distribuido en los últimos días, mantas, estufas y comida caliente a 30 mil familias desplazadas. Pero los esfuerzos de ayuda puestos en marcha en Jordania son insuficientes ante la situación de emergencia humanitaria que se agrava de día en día.
«Si hablamos con los del gobierno, explica el director de Cáritas a Fides, nos dicen que el problema de los refugiados no es su responsabilidad directa. Si nos dirigimos a los funcionarios de la ONU dicen que los recursos son limitados y no puede hacer nada mejor que esto. Mientras tanto, las cosas empeoran, y amenaza con destruirse todo». «Los sirios expatriados en Jordania son más de doscientos ochenta mil. Y la cronicidad del conflicto deja entrever una nueva afluencia de refugiados en los primeros meses del 2013 que acaba de empezar».