J.M.S. ha hecho estas afirmaciones a los medios de comunicación que le aguardaban a la entrada del Palacio de Justicia de Murcia, donde estaba citado este lunes a mediodía para declarar ante la titular del Juzgado de Instrucción Número 5 de Murcia, Isabel Carrillo, que decidió recientemente imputarlo por un presunto delito de abusos sexuales como consecuencia de una denuncia interpuesta por la Federación de Mujeres de la Región de Murcia en nombre de tres de sus pacientes.
Fue detenido por agentes del Cuerpo Nacional de Policía el pasado jueves, 26 de abril, por la denuncia de abusos cometidos presuntamente a al menos tres de sus pacientes, valiéndose supuestamente de su posición y del delicado estado emocional y psicológico en el que se encontraban las mujeres.
El director de la ONG Teléfono de la Esperanza, psicólogo y miembro de la orden religiosa de los capuchinos, ha indicado que va a declarar ante la juez para terminar de clarificar "totalmente" las "distorsiones muy notables" en el planteamiento de "todo esto", al tiempo que ha defendido su "inocencia, naturalmente".
El abogado de la defensa, José María Caballero, ha confiado en un "archivo del procedimiento" a la vista "del contenido de la denuncia", puesto que considera que los hechos "no son constitutivos de ningún delito". A su juicio, los hechos "ocurren entre personas mayores de edad, y aunque fueran ciertos tal y como los relatan, no serían constitutivos de ningún delito".
Ha confirmado que las denunciantes "son colaboradoras y voluntarias del Teléfono de la Esperanza", mientras que el acusado "es el director" por lo que tenían "por supuesto relación. Incluso, se veían y se saludaban", pero ha remarcado que los hechos "no tienen nada que ver con lo que ellas dicen".
De hecho, Caballero ha señalado que su defendido no ha sometido a las pacientes "a ninguna terapia", ya que cuando sucedieron los hechos, las tres presuntas víctimas "eran colaboradoras voluntarias del Teléfono de la Esperanza", por lo que no había "jerarquía ni relación de superioridad".
Así, ha justificado que las tres mujeres comenzaron a colaborar con el Teléfono de la Esperanza después de haber sido pacientes, pero indica que es un procedimiento "bastante común".
Por su parte, el abogado de la acusación, Francisco Luis Valdés, ha explicado que "puede que haya habido abusos sexuales, puede que haya habido un delito de lesiones psicológicas, puede que haya habido maltrato, pero eso lo tiene que determina la instrucción".
Ha precisado que las víctimas pudieron sufrir "lesiones de tipo psicológico, porque estas personas han sufrido un deterioro psicológico importante, y así lo acreditan los informes que traen". De hecho, ha indicado que "no debe de ser fácil que te machaquen día a día psicológicamente, a veces, es mucho más duro un daño psicológico que un rasguño en la piel".
Valdés, quien ha señalado que hay más de tres víctimas, ha confirmado que, para las denunciantes, "no es una situación cómoda ni fácil, hay que ponerse en su piel".
En este sentido, ha dicho esperar del proceso, "por lo menos, que se investigue un poco, y que se aclare si la conducta que él ha desarrollado es ordenada o no, si tiene responsabilidad penal".
Ha confirmado que hace 19 años hubo una denuncia "en los medios de comunicación y se escribió un libro, pero no llegó a los tribunales". A pesar de todo, ha indicado que "esto lo sabía el entonces obispo de la Diócesis de Cartagena, Manuel Azagra, y nadie hizo nada".
La presidenta de la Federación de Mujeres de la Región de Murcia, Carmen Mengual, ha recordado que las víctimas acudieron a la Federación el pasado 12 de marzo con un "estado de ansiedad y estrés increíble". Al ser un tema tan "delicado", la Federación reunió a sus abogados y psicólogos, "valoró los hechos y concentramos toda la información tras una investigación rigurosa", ha indicado.
La Federación valoró que los hechos podían ser constitutivos de delito, por lo que pusieron los hechos en conocimiento de las autoridades policiales y, a continuación, se puso en contacto con el Colegio de Psicólogos y con el Obispado, porque el acusado es sacerdote Capuchino, pero no obtuvo "ningún tipo de respuesta".
Por ejemplo, recuerda que una de las pacientes "tenía un problema de no aceptar su cuerpo y tenía traumas muy graves, por lo que había acudido a un profesional de la salud psicológica". Mengual ha resaltado que, lo que más le impactó, fue que las víctimas habían sido sometidas a una "terapia muy rara" en las que el acusado "les pedía que se desnudaran en el despacho".
Al parecer, el acusado explicaba a las pacientes "para qué servían sus órganos genitales y que él las aceptaba", según Mengual, quien ha señalado que "siempre han sido terapias" y ha rechazado la versión de la defensa que apunta a que eran "relaciones consentidas".
No obstante, ha puntualizado que en estas terapias "nunca ha habido relaciones sexuales completas", y que todo ocurría "dentro del despacho, nunca fuera".
Una de las víctimas acudió una vez al despacho del acusado y se encontró a otra chica joven "en la misma situación que a ella le ponía, es decir, sin camisa, acariciándole el vientre". Por ello, se esperó a la finalización de la sesión e intentó alertar a la otra mujer de que "le iba a pasar lo mismo, que iba a sufrir y que le iba a crear una dependencia".
Las denunciantes son todas de mediana edad, entre 43 y 55 años, y una de ellas "llegó a perder su matrimonio, y ahora ha conseguido rehacer su vida", ha añadido Mengual, quien ha querido desvincular la ONG del acusado, porque es una institución "que hace un magnífico trabajo".
La presidenta de la Federación de Mujeres ha indicado que hay otras cinco mujeres que están planteándose denunciar también situaciones similares. Asimismo, afirma que la Federación tiene constancia de otras mujeres "a las que se ha visto en el despacho del acusado", pero que "no quieren denunciar o lo ven de otra manera". "Ellas se han asustado", ha manifestado.
Por último, ha remarcado que la Federación de Mujeres "ha recibido llamadas tanto a favor como en contra". Incluso, dice haber recibido llamadas con teléfono oculto acusándole de que va "contra la iglesia" y que son "unas chaladas y unas locas".
Mengual ha señalado que su intención es que el acusado "pida perdón a las víctimas", y ha confirmado que la Federación será acusación particular "si hay juicio".
Cabe recordar que el Teléfono de la Esperanza es una organización internacional, fundada hace 40 años en Sevilla, que está presente en 29 municipios de la Región de Murcia, 25 provincias españolas, 11 países de Latinoamérica y, además, dispone de centros en Londres, Oporto y Miami.
La depresión, la soledad e incomunicación, los trastorno de ansiedad, las relaciones conflictivas con la pareja o con los hijos, la violencia familiar o las adicciones de diversa índole son algunos de los problemas tratados por los profesionales colaboradores del Teléfono de la Esperanza, que, además, imparte talleres específicos para ayudar a quienes tienen problemas de separación afectiva, duelo, maltrato o enfermedad, entre otros.
Más de 500 personas de toda la Región colaboran con el Teléfono de la Esperanza (TE), de los que 150, aproximadamente, prestan su ayuda en la sede que el TE tiene en Murcia.
(EP/InfoCatólica) Jesús Madrid, director de la ONG Teléfono de la Esperanza en Murcia, psicólogo y religioso capuchino, ha indicado que va a declarar ante la juez para clarificar "totalmente" las "distorsiones muy notables" en el planteamiento de "todo esto", al tiempo que ha defendido su "inocencia, naturalmente".
El abogado de la defensa, José María Caballero, ha confiado en un "archivo del procedimiento" a la vista "del contenido de la denuncia", puesto que considera que los hechos "no son constitutivos de ningún delito". A su juicio, los hechos "ocurren entre personas mayores de edad, y aunque fueran ciertos tal y como los relatan, no serían constitutivos de ningún delito".
Caballero ha señalado que su defendido no ha sometido a las pacientes "a ninguna terapia", que las denunciantes "son colaboradoras y voluntarias del Teléfono de la Esperanza" y el acusado "es el director", por lo que no había "jerarquía ni relación de superioridad", aunque tenían "por supuesto relación", e "incluso se veían y se saludaban", pero ha remarcado que los hechos "no tienen nada que ver con lo que ellas dicen". Respecto al hecho de que las tres mujeres comenzaran a colaborar con el Teléfono de la Esperanza después de haber sido pacientes, ha indicado que es un procedimiento "bastante común".
"Una terapia muy rara"
Por su parte, el abogado de la acusación, Francisco Luis Valdés, ha explicado que "puede que haya habido abusos sexuales, puede que haya habido un delito de lesiones psicológicas, puede que haya habido maltrato, pero eso lo tiene que determinar la instrucción". Ha precisado que las víctimas pudieron sufrir "lesiones de tipo psicológico, porque estas personas han sufrido un deterioro psicológico importante, y así lo acreditan los informes que traen".
De hecho, ha indicado que "no debe de ser fácil que te machaquen día a día psicológicamente, a veces, es mucho más duro un daño psicológico que un rasguño en la piel". Valdés, quien ha señalado que hay más de tres víctimas, ha confirmado que, para las denunciantes, "no es una situación cómoda ni fácil, hay que ponerse en su piel".
En este sentido, ha dicho esperar del proceso, "por lo menos, que se investigue un poco, y que se aclare si la conducta que él ha desarrollado es ordenada o no, si tiene responsabilidad penal". Ha confirmado que hace 19 años hubo una denuncia "en los medios de comunicación y se escribió un libro, pero no llegó a los tribunales". A pesar de todo, ha indicado que "esto lo sabía el entonces obispo de la Diócesis de Cartagena, Mons. Manuel Azagra, y nadie hizo nada".
La presidenta de la Federación de Mujeres de la Región de Murcia, Carmen Mengual, ha recordado que las víctimas acudieron a la Federación el pasado 12 de marzo con un "estado de ansiedad y estrés increíble". Al ser un tema tan "delicado", la Federación reunió a sus abogados y psicólogos, "valoró los hechos y concentramos toda la información tras una investigación rigurosa", ha indicado.
La Federación valoró que los hechos podían ser constitutivos de delito, por lo que pusieron los hechos en conocimiento de las autoridades policiales y, a continuación, se puso en contacto con el Colegio de Psicólogos y con el Obispado, porque el acusado es sacerdote capuchino, pero no obtuvo "ningún tipo de respuesta".
Por ejemplo, recuerda que una de las pacientes "tenía un problema de no aceptar su cuerpo y tenía traumas muy graves, por lo que había acudido a un profesional de la salud psicológica". Mengual ha resaltado que, lo que más le impactó, fue que las víctimas habían sido sometidas a una "terapia muy rara" en las que el acusado "les pedía que se desnudaran en el despacho".
Al parecer, el acusado explicaba a las pacientes "para qué servían sus órganos genitales y que él las aceptaba", según Mengual, quien ha señalado que "siempre han sido terapias" y ha rechazado la versión de la defensa que apunta a que eran "relaciones consentidas". No obstante, ha puntualizado que en estas terapias "nunca ha habido relaciones sexuales completas", y que todo ocurría "dentro del despacho, nunca fuera".