(InfoCatólica) El Papa Francisco ha autorizado este jueves la promulgación de los decretos que reconocen el martirio de Ignacio Aláez Vaquero y diez compañeros, así como el milagro atribuido al empresario argentino Enrique Ernesto Shaw, abriendo el camino hacia su beatificación. La decisión fue comunicada durante la audiencia que Su Santidad mantuvo con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos.
Once mártires de la persecución religiosa española
Los nuevos beatos españoles fueron asesinados entre 1936 y 1937 durante la violenta persecución anticristiana que tuvo lugar en el territorio de las actuales diócesis de Madrid, Getafe y Alcalá de Henares. Entre ellos se encuentran nueve seminaristas, un sacerdote diocesano y un laico, todos víctimas del odio a la fe durante la Guerra Civil Española.
Ignacio Aláez Vaquero, figura central del grupo, nació en Madrid el 1 de febrero de 1914 en la calle del Río. Hijo mayor de Evelio Aláez, peluquero de profesión, y Marina Vaquero, destacó desde muy joven por su intensa piedad eucarística y su entrega a los demás. Su padre le inculcó el amor a la Eucaristía gracias a su compromiso con la Adoración Nocturna, lo que llevó al joven a realizar numerosas obras de caridad, visitando y cuidando enfermos en hospitales y ayudando a los monasterios de clausura.
Un seminarista poeta y artista
Aláez tenía un don especial para el arte y disfrutaba pintando, esculpiendo y escribiendo poesía. En 1930 ingresó en el Seminario de Madrid, donde combinó su formación filosófica y sacerdotal con la caridad activa y la creación artística. Sus versos, recientemente recuperados, muestran cómo fue, en cierto modo, un profeta de su propio destino. Poco antes de morir escribió unos versos que reflejaban su inquebrantable fe: «Yo quisiera incendiar el orbe entero... Yo quisiera volverme misionero y al infiel tus "locuras" predicar... Y morirme después martirizado... ¡Qué me importa, Jesús Sacramentado, si al fin he conseguido hacerte amar!».
En julio de 1936, los seminaristas fueron enviados a casa por seguridad. Durante un retiro el 18 de julio, seminaristas y sacerdotes tuvieron que huir ante el aviso del portero del asalto al edificio por grupos de milicianos armados y «llenos de odio a la Iglesia». A partir de entonces, los jóvenes seminaristas sufrirían la persecución y el martirio, quedando unidos al seminario tan solo por los archivos en los que constaban sus expedientes con sus direcciones, que fueron utilizados para localizarlos y darles muerte.
El martirio de Ignacio y su padre
Todo fue reducido a cenizas: su parroquia, San Millán y San Cayetano, la Basílica de Atocha y la Colegiata de San Isidro, que entonces hacía de catedral. Ignacio se negó a esconderse en casa de un militar republicano que le ofreció protección. El 9 de noviembre de 1936 recibió la visita de un grupo de milicianos del régimen comunista para un registro domiciliario.
Durante el interrogatorio, Ignacio no ocultó que estudiaba para ser sacerdote y fue detenido inmediatamente junto a su padre. A la mañana siguiente, 10 de noviembre, sus cadáveres aparecieron en el Camino del Quemadero, en el pueblo de Fuencarral. Los cuerpos fueron trasladados al Depósito Judicial de cadáveres y posteriormente inhumados en el cementerio de Fuencarral. Tiempo después, su hermana logró identificar a Ignacio tras la exhumación de su cadáver.
Los otros mártires del grupo
Junto a Ignacio fueron reconocidos mártires Pablo Chomón Pardo, seminarista, y su tío sacerdote Julio Pardo Pernía, capellán de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón en Ciempozuelos, asesinados el 8 de agosto de 1936. También Antonio Moralejo Fernández-Shaw, seminarista, y su padre Liberato Moralejo Juan, que se dejó arrestar para defender a su hijo y fue asesinado junto a él.
Entre los seminaristas mártires se encuentran Jesús Sánchez Fernández-Yáñez, Miguel Talavera Sevilla, Ángel Trapero Sánchez-Real, Cástor Zarco García —que tuvo que alistarse como reservista y fue denunciado por algunos compañeros por su comportamiento considerado demasiado apacible, siendo asesinado tras sufrir varias humillaciones y ser obligado a cavar su propia tumba—, Mariano Arrizabalaga Español y Ramón Ruiz Pérez, sometido a torturas junto con una veintena de laicos y con ellos encarcelado y asesinado.
Enrique Shaw, empresario y padre de familia ejemplar
También será beatificado Enrique Ernesto Shaw, nacido en París el 26 de febrero de 1921 y posteriormente trasladado a Buenos Aires, Argentina, tierra de origen de su familia. Joven de firme fe católica, ingresó en la Marina y durante los largos períodos de navegación impartía catequesis a los marineros.
Llamado a trabajar en la empresa familiar, se comprometió a aplicar en el mundo empresarial los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, estableciendo una relación fraternal de colaboración con todos sus trabajadores. Se casó con Cecilia Bunge, con quien tuvo nueve hijos, y se unió a Acción Católica y al Movimiento Familiar Cristiano, promoviendo varias otras asociaciones relacionadas con el mundo del trabajo y publicando conferencias, artículos y ensayos.
En 1961 fue nombrado presidente de los Hombres de Acción Católica. Murió de cáncer el 27 de agosto de 1962. A su intercesión se debe la curación milagrosa de un niño de cinco años, golpeado en la nuca por la coz de un caballo en una granja cerca de Buenos Aires el 21 de junio de 2015. El niño sufrió graves daños craneales y cerebrales y fue sometido a varias intervenciones quirúrgicas. El 15 de julio, para sorpresa de los médicos, se comprobó que el sistema ventricular había vuelto a su tamaño normal.
Nuevos venerables reconocidos
Los nuevos decretos incluyen también la aprobación de las virtudes heroicas de tres siervos de Dios que pasan a ser venerables: José Panjikaran, sacerdote diocesano fundador de la Congregación de las Medical Sisters of St. Joseph, nacido el 10 de septiembre de 1888 en Uzhuva (India) y fallecido el 4 de noviembre de 1949 en Kothamangalam.
También Berardo Atonna, sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Menores, nacido el 1 de julio de 1843 en Episcopio di Sarno (Italia) y fallecido el 4 de marzo de 1917 en Nápoles. Finalmente, Doménica Catalina del Espíritu Santo (Teresa Solari), fundadora de la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Pequeña Casa de la Divina Providencia, nacida el 8 de diciembre de 1822 en Ne (Italia) y fallecida el 7 de mayo de 1908 en Génova.








