La Santa Sede muestra satisfacción por el «reconocimiento civil» del obispo Zhang Weizhu
Mons. Zhang Weizhu | © AsiaNews

La visión de los católicos chinos perseguidos no es tan entusiasta como la romana

La Santa Sede muestra satisfacción por el «reconocimiento civil» del obispo Zhang Weizhu

El anuncio, realizado el pasado viernes por Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa vaticana, ha generado una profunda división entre la satisfacción expresada desde Roma y el malestar de las comunidades católicas locales.

(InfoCatólica) El viernes pasado se conocía la noticia de que la Santa Sede cedía ante China, se aceptaba la jubilayción al obispo perseguido fiel a Roma y confirma al único candidato del régimen comunista.

El obispo Weizhu fue arrestado la última vez en 2021 con otros siete sacerdotes, un gran número de policías irrumpió en la fábrica que servía de seminario y detuvieron a los estudiantes y profesores. Todavía está bajo arresto.

En ese contexto y en medio de las críticas, el día 6, apareció en el boletín diario de la Oficina de Prensa de la Santa Sede la siguiente declaración de Matteo Bruni:

Nos complace informar que hoy se ha reconocido civilmente la dignidad episcopal de S.E. Mons. Giuseppe Zhang Weizhu, obispo emérito de la Prefectura Apostólica de Xinxiang (Henan, China continental). Esta medida es fruto del diálogo entre la Santa Sede y las autoridades chinas y constituye un nuevo paso importante en el camino de comunión de la circunscripción eclesiástica.

Mons. Francis Li Jianlin es el tercer obispo ordenado para China en virtud del acuerdo provisional firmado entre Pekín y la Santa Sede tras la ordenación de Mons. Ignazio Wu Jianlin como obispo auxiliar de Shanghái (el pasado mes de octubre) y de Mons. Joseph Lin Yuntuan (en junio de 2025), además del reconocimiento a la distribución de circuscripciones eclesiásticas que determine el gobierno comunista.

Como señala AsiaNews, la complacencia debe estar en Roma. En Henan, la ordenación episcopal celebrada ayer abre nuevas heridas en lugar de curarlas. El obispo clandestino cuya renuncia ha sido aceptada por Roma sigue bajo estricta vigilancia, no ha podido participar en la ceremonia de su sucesor y ni siquiera su familia puede verlo. El comentario de un sacerdote: «Pekín viola el espíritu del Acuerdo. No es la primera vez que nos humillan. La Iglesia no se sostiene con el poder, sino con la fe».

Es muy lógico que entre la algarabía romana y la tristeza de los chinos muchos fieles estén optando por lo segundo llenos de preocupación por la orfandad.

Dos sacerdotes de Henan relatan la situación a AsiaNews. El primero con una descripción general de la situación

Esta mañana, el director de la Sala de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, difundió una nueva declaración en la que se informa de una ceremonia durante la cual hoy las autoridades locales reconocieron civilmente la dignidad episcopal del obispo emérito Mons. Giuseppe Zhang Weizhu. Y comenta que «dicha medida es fruto del diálogo entre la Santa Sede y las autoridades chinas y constituye un nuevo paso importante en el camino de comunión de la circunscripción eclesiástica».

Sin embargo, es preciso señalar que el comunicado difundido sobre la misma ceremonia por China Catholic --el sitio de la Asociación Patriótica-- relata que el prelado, después de haber sido mantenido alejado ayer de la ordenación de su sucesor, habría pronunciado un discurso «expresando la necesidad de adherirse al patriotismo y al amor por la religión, de mantenerse fiel al principio de iglesias independientes y autogestionadas, de seguir la orientación de la sinización del catolicismo en nuestro país y de contribuir a la construcción integral de un país socialista moderno y a la promoción integral del gran renacimiento de la nación china». Palabras decididamente improbables en boca de Mons. Zhang y que dejan fuertes dudas sobre el carácter de esta ceremonia, totalmente análoga a la que tuvo lugar en septiembre en Zhangjiakou para el otro obispo clandestino, Mons. Agustín Cui Tai.

Sobre los dos comunicados oficiales relativos a la ordenación del nuevo obispo de la prefectura apostólica de Xinxiang y sobre los que, en cambio, han sido reducidos al silencio.

El segundo perteneciente a una «comunidad clandestina» de católicos chinos:

El 5 de diciembre de 2025, en la prefectura apostólica de Xinxiang, se celebró la ordenación episcopal del padre Francesco Li Jianlin. Ese mismo día, el gobierno chino publicó un comunicado oficial, seguido del anuncio de la Santa Sede.

Aparentemente, todo parece encajar en un «nombramiento episcopal realizado de acuerdo con el Acuerdo Provisional chino-vaticano». Pero quien conozca un poco la realidad eclesial en China sabe que entre estos dos comunicados existe un amplio espacio de silencio. Y precisamente en esos espacios se encuentran aquellos que han sido excluidos.

1. El esplendor de los comunicados y las ausencias en la realidad

El comunicado chino ha enfatizado la «solemne celebración», enumerando a los miembros de la Conferencia Episcopal China presentes en la ceremonia, sin mencionar, ni siquiera con una referencia formal, al ordinario legítimo de la prefectura de Xinxiang, Mons. Zhang Weizhu.

El comunicado del Vaticano, con su habitual lenguaje prudente e institucional, afirma: el Santo Padre ha aceptado la renuncia de Mons. Zhang.

Pero la realidad no dicha es otra:

  • Mons. Zhang no fue autorizado a participar en la ordenación de su sucesor;
  • a pesar de ser el Ordinario legítimo, fue mantenido completamente al margen, como si nunca hubiera existido;
  • los sacerdotes y religiosas de la comunidad «no oficial» no recibieron ninguna información ni invitación para participar;
  • algunos laicos responsables de la parroquia fueron convocados «para una entrevista preventiva» o incluso retenidos para evitar su presencia.

Una celebración que debería haber involucrado a toda la Iglesia local se convirtió en una ceremonia restringida, controlada por muy pocos.

2. Cómo una celebración puede volver a «clandestinizar» a la comunidad clandestina

Cuando se le pidió a monseñor Zhang que presentara su renuncia, él puso una sola condición: «Que se pueda proveer de manera digna a la situación de los sacerdotes y religiosas de la comunidad clandestina».

Era la petición de un pastor que, a pesar de años de vigilancia, restricciones y presiones, seguía preocupándose únicamente por su pueblo.

Sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario:

  • los sacerdotes clandestinos no han sido incluidos en ninguna disposición;
  • no se ha elaborado ninguna lista, ningún reconocimiento, ninguna regularización;
  • no se les ha comunicado nada antes de la ceremonia;
  • muchos se han enterado de la ordenación solo a través del anuncio del gobierno.

No es una solución a los problemas: es la creación de nuevos conflictos. No es la curación de viejas heridas: es la apertura de nuevas heridas.

La Santa Sede afirma que todo se ha hecho «de acuerdo con el Acuerdo»; sin embargo, la parte china ha procedido según su propia lógica, ignorando el papel de Mons. Zhang, el espíritu del acuerdo y la situación concreta de la prefectura.

Es el resultado de una negociación profundamente asimétrica: la expresión de la arrogancia del poder estatal y la sufrida resignación de la Iglesia.

3. Mons. Zhang Weizhu: un obispo invisible, pero el más parecido a Cristo

Sea cual sea la versión oficial, hay un hecho que no se puede borrar: antes de esta ordenación, la prefectura apostólica de Xinxiang tenía un obispo legítimo nombrado por la Santa Sede: Mons. Zhang Weizhu.

Tras años de vigilancia, restricciones y aislamiento, sin quejarse nunca públicamente, finalmente se le indujo a presentar su renuncia. Y precisamente el día en que se ordena a un nuevo obispo, él, el pastor de la diócesis, ni siquiera puede cruzar la puerta de la iglesia. Ha sido excluido de forma total, silenciosa, casi quirúrgica, como una sombra que se quiere borrar del tiempo.

Pero ni la historia ni la memoria de la Iglesia lo olvidarán.

Realmente parece «el cordero llevado al matadero», silencioso, manso, obediente bajo la cruz. Si en todo esto hay una victoria mundana, la victoria del Reino pertenece, en cambio, al testimonio de monseñor Zhang.

4. La ira crece: una comunidad herida

Los efectos de este asunto en la Iglesia local son muy profundos:

  • los sacerdotes de la comunidad clandestina sienten una ira sin precedentes, sintiéndose ignorados y anulados;
  • las religiosas y los fieles viven como una herida el sentirse excluidos de su propia Iglesia;
  • muchos fieles comunes no sabían nada de un acontecimiento tan importante;
  • varios seminaristas y sacerdotes se preguntan: «¿Quiénes somos nosotros? ¿Qué valor tenemos en nuestra propia Iglesia?

No es un dolor que pueda curar un simple comunicado.

5. ¿Hacia dónde ir?

No estamos llamados a ser ingenuos, pero tampoco a ceder a la desesperación.

No es la primera vez, ni será la última, que la Iglesia, dentro de un sistema de fuerte control, se ve obligada al silencio, a la humillación, al sufrimiento.

Sin embargo, seguimos creyendo que:

  • la Iglesia no se sostiene con el poder, sino con la fe;
  • un obispo no lo es por voluntad humana, sino por don del Espíritu;
  • la verdadera historia no está escrita en los comunicados, sino en el testimonio;
  • los olvidados, los excluidos, los silenciados son a menudo los signos más profundos de Dios en la historia.

Hoy Xinxiang parece abrir un nuevo capítulo, pero muchas heridas siguen abiertas y muchas preguntas sin respuesta. Quizás el único camino sea este: ir hacia la cruz, hacia la verdad, hacia Aquel que ve lo que los hombres ignoran y nunca borra a nadie de su corazón.

6. Sin embargo, a pesar de todo: felicitaciones al nuevo obispo y una oración de esperanza

A pesar de las contradicciones, los sufrimientos y las tensiones sin resolver, con corazón filial decimos: felicitaciones por la ordenación del nuevo obispo. Cada obispo es un regalo para la Iglesia.

Por eso rezamos con sinceridad:

  • para que Mons. Li Jianlin anteponga el bien de la Iglesia a cualquier presión externa o política;
  • que pueda realmente asumir la tarea de reconstruir la unidad de la prefectura, sanando las heridas de tantos años;
  • que tenga un corazón de padre hacia cada sacerdote y religiosa, especialmente hacia aquellos que hoy se sienten ignorados o excluidos;
  • que no sea solo un obispo ordenado, sino un verdadero pastor para esta tierra herida.

El peso que lleva no es ligero. El camino que tiene por delante no será fácil. Pero si el Espíritu ha permitido que llegue este día, entonces solo podemos esperar que sepa encontrar un camino verdaderamente evangélico en medio de tantas tensiones.

Que se convierta en instrumento de unidad, no de división;

que traiga sanación, no nuevas heridas;

que responda con sinceridad, humildad y valentía a la voz de este tiempo.

Conclusión: En una tierra desgarrada, seguir creyendo en la Resurrección

Lo que vive Xinxiang no es solo una cuestión religiosa o política, sino una manifestación de las tensiones y pruebas de nuestro tiempo.

Sin embargo, creemos que:

  • Dios actúa en los silencios de la historia;
  • se manifiesta en los olvidados;
  • planta semillas de resurrección precisamente en las zonas más oscuras.

Que el nuevo obispo sea el guardián de estas semillas.

Que la cruz de Mons. Zhang se convierta en luz para la prefectura.

Que todos los que han sido excluidos, silenciados, olvidados sepan que para Dios nadie es un «vacío».

No sabemos lo que nos depara el futuro, pero sabemos una cosa: Dios no abandonará a su Iglesia.

 

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